Jueves 4.3.2021
/Última actualización 18:58
Myanmar vivió en la víspera la jornada más sangrienta desde el golpe de estado del pasado 1 de febrero, al producirse 38 muertes, tal cual lo afirmó la emisaria de la ONU para dicho país, Christine Schraner Burgener. Atento a ello, la funcionaria pidió que se tomen "medidas muy duras" contra el Ejército birmano, mientras que el Papa Francisco reclamó el cese de la represión de la junta militar.
"Tenemos ahora más de 50 muertos desde el comienzo del golpe de estado y múltiples heridos", detalló la funcionaria durante una videoconferencia de prensa desde Suiza, donde reside, con periodistas en la ONU. La emisaria precisó que mantiene contacto con todas las partes, incluyendo a los militares, y que estos le indicaron que preveían elecciones en un año.
Al preguntársele sobre las condiciones impuestas por los militares para una posible visita suya, que la ONU reclama desde hace un mes, Schraner respondió que le habían dicho que sería bienvenida, pero no ahora, ya que antes debían resolver algunos problemas. Por otro lado, Schraner subrayó que los estados miembro de la ONU y el Consejo de Seguridad, que se reunirá este viernes a solicitud de Gran Bretaña, "tienen que tomar medidas muy duras" contra el Ejército.
"Tuve una discusión con el Ejército y les advertí que los estados miembro y el Consejo de Seguridad podrían tomar medidas enormes y fuertes y la respuesta fue que están acostumbrados a las sanciones y han sobrevivido a ellas en el pasado", refirió.
Las fuerzas de seguridad continuaron disparando balas de plomo contra los manifestantes, desafiando todas las protestas internacionales, en tanto la junta militar intensificó su represión desde el golpe que derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi el 1 de febrero. Momentos antes, el Papa Francisco había pedido a la junta militar que detenga la represión.
"Recibo noticias tristes sobre los sangrientos enfrentamientos con pérdida de vidas humanas; deseo llamar la atención de las autoridades involucradas para que el diálogo prevalezca sobre la represión y la armonía sobre la discordia", dijo Francisco al término de la audiencia general celebrada sin fieles en el palacio pontificio de Roma.
Disparos en la cabeza y en el pecho
"La comunidad internacional debe trabajar para que las aspiraciones del pueblo no se vean sofocadas por la violencia", instó Jorge Bergoglio al terminar su alocución. Por su parte, los medios de comunicación locales informaron sobre nuevas escenas de represión en distintas ciudades del país, con un balance de 18 fallecidos que más tarde la ONU elevó a 38, siendo que entre las víctimas habría varios menores de edad.
Solo en la principal ciudad del país, Yangón (ex Rangún), fallecieron al menos siete personas, el mismo número que en la localidad de Monywa. En Mandalay, la segunda ciudad, dos manifestantes perecieron al recibir disparos en la cabeza y en el pecho, según un médico, que pidió el anonimato por miedo a represalias. Y en Myingyan, en el centro del país, un hombre de 20 años murió y otras diecisiete personas resultaron heridas, según los socorristas.
"Las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos, munición de goma y balas reales", según un rescatista presente en el lugar. Con cortes de Internet, un refuerzo del arsenal represivo y olas de detenciones, la junta militar sigue intentando asfixiar a sus detractores. Los birmanos siguen, pese a todo, saliendo a las calles para reclamar la renuncia de los generales golpistas y la liberación de cientos de detenidos encarcelados en las últimas semanas.
Parte de ese paquete represivo es la acusación contra un fotógrafo de la agencia de noticias estadounidense AP y otros cinco periodistas locales por su cobertura de las protestas antigolpistas. A solicitud de Londres, se espera que el viernes el Consejo de Seguridad de la ONU celebre una reunión a puerta cerrada sobre la situación, dijeron diplomáticos del Consejo, que hablaron bajo condición de anonimato antes de un anuncio oficial.
Sin embargo, cualquier tipo de acción coordinada en la ONU sería casi seguramente vetada por dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, China y Rusia, por lo que algunos países ya impusieron o están considerando imponer sus propias sanciones.