Este lunes 23 de diciembre de 2024, el volcán Kilauea, situado en la Gran Isla de Hawaii, comenzó una nueva fase eruptiva que ha capturado la atención de científicos y turistas.
Es uno de los más activos del mundo. Las autoridades de la Gran Isla alertan sobre el peligro del esmog volcánico (VOG) para la salud. Las impactantes imágenes recorren las redes sociales.
Este lunes 23 de diciembre de 2024, el volcán Kilauea, situado en la Gran Isla de Hawaii, comenzó una nueva fase eruptiva que ha capturado la atención de científicos y turistas.
El Kilauea es conocido como uno de los volcanes más activos del mundo, lo que ha llevado a las autoridades locales a mantener un monitoreo constante sobre su actividad.
A las 2 de la mañana, hora local, la actividad sísmica aumentó, y en menos de una hora, las cámaras web del Observatorio Volcánico de Hawaii comenzaron a captar imágenes impactantes de lava surgiendo por las fisuras de la caldera en la cima del volcán.
Este tipo de erupciones, aunque espectaculares, también conllevan importantes riesgos. En esta ocasión, la erupción se ha limitado a la caldera, una zona remota y cerrada al público desde 2007.
La causa de este cierre radica en la inestabilidad geológica de la zona, que ha experimentado caídas de rocas y la formación de grietas peligrosas en el suelo, lo que representa una amenaza para la seguridad de quienes se acercan.
A pesar de que la erupción no ha alcanzado áreas pobladas, la actividad volcánica ha generado inquietud entre las autoridades, especialmente por el esmog volcánico que podría trasladarse a las viviendas cercanas.
El esmog, compuesto principalmente por dióxido de azufre, representa un peligro inmediato para las personas que padecen problemas respiratorios o cardiovasculares. Este fenómeno, conocido como vog (volcanic smog), se produce cuando los gases volcánicos reaccionan con la humedad y la luz solar, formando una especie de niebla ácida que puede ser perjudicial para la salud.
Aunque la erupción no ha causado daños directos en las viviendas cercanas, el esmog podría afectar a las comunidades ubicadas en las zonas adyacentes al Parque Nacional de los Volcanes de Hawaii.
Este no es el primer evento eruptivo de 2024 para el Kilauea. En los meses de junio y septiembre, el volcán ya había mostrado signos de actividad, lo que generó alertas en las autoridades locales y preocupaciones entre los residentes cercanos.
Los volcanes en Hawaii son una fuente constante de estudio debido a su comportamiento impredecible, que incluye la liberación de grandes cantidades de lava y gases.
De hecho, el Kilauea y el Mauna Loa, ambos ubicados dentro del Parque Nacional de los Volcanes de Hawaii, son dos de los volcanes más activos de la Tierra.
En los últimos años, el Kilauea ha generado erupciones de gran magnitud, como la ocurrida en 2018, cuando flujos de lava destruyeron cientos de hogares y desplazaron a miles de personas.
La continua vigilancia del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) y el Observatorio Volcánico de Hawaii es fundamental para mitigar los riesgos y proporcionar información en tiempo real a la población.
A pesar de los riesgos, el Kilauea también es una de las principales atracciones turísticas de Hawaii. Cada año, miles de turistas visitan el Parque Nacional de los Volcanes para ver de cerca la actividad volcánica.
Sin embargo, la seguridad de los visitantes es una prioridad para las autoridades, que imponen restricciones en las zonas de mayor peligro. Los turistas pueden disfrutar de vistas espectaculares desde puntos estratégicos del parque, pero el acceso directo a las áreas más cercanas al cráter está estrictamente prohibido.
El impacto del Kilauea no se limita a los seres humanos, sino que también afecta a la fauna y flora de la región. Las erupciones pueden modificar los ecosistemas locales, alterando el hábitat de diversas especies de plantas y animales.
Muchos de estos ecosistemas han aprendido a adaptarse a la constante actividad volcánica, lo que convierte a la región en un laboratorio natural para el estudio de la resiliencia ambiental.
Aunque la erupción actual del Kilauea se limita a la caldera del cráter y no representa una amenaza directa para las áreas pobladas, las autoridades continúan monitoreando la situación de cerca.
Los científicos advierten que la actividad volcánica podría aumentar en las próximas semanas o meses, lo que podría tener implicaciones para la salud pública y la seguridad. Las comunidades cercanas deben estar preparadas para posibles cambios en la actividad sísmica y la emisión de gases peligrosos.