Télam
La mina extrae todos los días hierro suficienta para hacer seis torres Eiffel, y se está por tragar la ciudad.
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"Tenemos una noticia buena y una mala. La buena es que la mina que da trabajo a 2.000 de las 18.000 personas de la ciudad, es inmensamente más rica de lo que pensábamos y nos dará hierro por muchísimos años más", aseguraron hace algunos años los directivos de la minera estatal sueca LKAB a la junta de gobierno de Kiruna, la ciudad nacida como espejo de la mina 150 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.
"¿Y la mala?", preguntaron los dirigentes reunidos en la municipalidad aquella tarde inolvidable del 1 de septiembre de 2003, cuando habían sido convocados por las autoridades mineras a un encuentro sorpresa que cambiaría su futuro, y el de la ciudad, para siempre. "La mala es que va a haber que mudar la ciudad", dijo Niklas Sirén, presente en la reunión.
Catorce años después recuerda aquella tarde de verano, en un diálogo frente a frente con Télam en medio del invierno. "La primera reacción fue de felicidad: pensábamos en el beneficio enorme que traía a la ciudad. Tardamos en darnos cuenta de lo que implicaría la mudanza. Cuán monumental sería", asegura Sirén, uno de los 25 presentes en esa reunión, mientras afuera las ráfagas de viento que ondean los 22 grados bajo cero hacen honor a las rudas descripciones que una de las hijas pródigas de Kiruna, Asa Larsson, hace en sus libros sobre el poco benévolo clima de esa particular joya en medio de la Laponia.
Catorce años después, LKAB y la Comuna se preparan para entrar en una fase decisiva de una de las transformaciones urbanas más ambiciosas de las que se tenga memoria. Centenares de casas serán demolidas y miles de habitantes relocalizados en la "Nueva Kiruna", que nacerá tres kilómetros al este de la actual.
Veintiún edificios elegidos por el pueblo y las autoridades serán desarmados, puestos sobre camiones y relocalizados en el nuevo centro.
Trece mil millones de coronas suecas (1.300 millones de Euros) serán destinados por LKAB para, literalmente, salvar a la actual Kiruna de ser tragada por un enorme hoyo en el suelo.
Con corazón de hierro
El origen de los problemas y de la riqueza de Kiruna es el bendito "corazón de hierro" que el monte Kiirunavaara tiene en su interior y que comenzó a ser explotado superficialmente a inicios del siglo XX.
Hoy LKAB ya extrae hierro a más de 1.300 metros de profundidad, y la disposición oblicua del mineral obliga a acercar cada vez más el trabajo de perforación a la ciudad.
Télam recorrió uno de los niveles de perforación, a 540 metros bajo el nivel del mar, donde hace algunos años se concentraron las extracciones de las pepitas de hierro que, tras ser moldeadas, salen en trenes de 68 vagones, con 100 toneladas cada uno, hacia el puerto noruego de Narvik, desde donde apuntalan tanto el crecimiento de infraestructura chino como grandes obras en Europa y el resto del mundo.
Cada día, la mina extrae hierro como para hacer seis torres Eiffel, apunta la responsable de comunicación, Josefine Ejemlam, mientras señala en un mapa a la imponente Iglesia Kiruna Kyrka, elegida en 2001 el edificio más lindo del país en una consulta popular, y que será uno de los "mudados sobre camiones".
"La mudanza es al mismo tiempo una crisis y una oportunidad. Al día de hoy estamos en un punto de no retorno. Incluso si la mina dejara de producir mañana, habría consecuencias por otros siete años. La tierra está cediendo bajo la ciudad, y hay que mudarse. Pero debemos aprovechar esto para re-lanzar la ciudad", analiza Sirén.
"Con la nueva ciudad queremos hacer las cosas bien desde un principio. Que sea una ciudad con respeto por el ambiente, pensada para ocuparse del clima", agrega.
La Nueva Kiruna, reunirá además de costosos planos logísticos y preocupación ambiental, algunos pedidos más mundanos que hicieron los habitantes. Por ejemplo, una calle peatonal, con negocios a los costados, donde poder hacer shopping y que reemplace al centro actual, lleno de meandros de cemento en verano y nieve en invierno, sobre los que se ubican las tiendas.
El cronograma ideal es haber mudado a todos los edificios para 2020, haber desalojado el actual centro en 2025 y terminar el plan de "transformación urbana" para 2035.
Las nuevas oportunidades se concentrarán en la diversificación económica, considerando que la ciudad muestra un potencial turístico enorme. Entre los habitanes locales, que se desplazan casi exclusivamente entre Volvos y trineos, el invierno trae una gran cantidad de visitantes en los únicos dos vuelos que llegan a la ciudad: uno desde Oslo y otro desde Estocolmo.
Y el mercado turístico no para de crecer. Las Auroras boreales, esas maravillosas ráfagas verde-violáceas que encienden los cielos del norte, atraen a miles de visitantes cada invierno, en un abanico que también ofrece el único hotel de hielo del mundo.