El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió acabar con el hambre y con la deforestación en la Amazonía en su primer discurso como presidente del país, en la ceremonia solemne celebrada en el Congreso Nacional.
En su asunción, el líder del Partido de los Trabajadores reivindicó que los pobres y la clase trabajadora estén dentro del presupuesto y prometió que el proyecto económico del país irá de la mano con la preservación del medio ambiente.
El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió acabar con el hambre y con la deforestación en la Amazonía en su primer discurso como presidente del país, en la ceremonia solemne celebrada en el Congreso Nacional.
En los primeros minutos, Lula recordó que cuando inició su primer gobierno, en 2003, se comprometió a que todos los brasileños pudieran "comer al menos tres veces al día", y que ahora tendrá que repetir esa promesa, para acabar con el hambre que afecta a 33 millones de brasileños.
El líder del Partido de los Trabajadores reivindicó que los pobres y la clase trabajadora estén dentro del presupuesto y prometió que el proyecto económico del país irá de la mano con la preservación del medio ambiente.
En este sentido, Lula prometió "deforestación cero" en la Amazonía y resaltó que no es necesario talar ni un árbol más para mantener el pujante sector agrícola del país.
También prometió una "reindustrialización" del país para dejar de depender de terceros países, sobre todo en el sector de combustibles y soberanía energética.
Da Silva llamó a construir un Brasil "para todos" y criticó el uso de la máquina pública en las elecciones, en alusión al candidato derrotado Jair Bolsonaro.
"Si estamos aquí es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña y al frente democrático que hemos formado. La democracia fue la gran vencedora, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados jamás vista; las amenazas más violentas a la libertad de voto", resaltó.
Lula no citó directamente al presidente Jair Bolsonaro, pero se refirió a su gobierno como un momento de "devastación y destrucción nacional". También se refirió indirectamente al expresidente al hablar de la pandemia del COVID-19, resaltando que los casi 700.000 muertos de Brasil están por encima de la media por habitantes de otros países.
Lula atribuyó ese desastre al pasado Gobierno "oscurantista". "Las responsabilidades por ese genocidio no deben quedar impunes", aseveró.
El nuevo presidente resaltó que no quiere revanchismo pero que quienes cometieron errores tendrán que asumir sus actos ante la ley.
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