Decenas de empleados de protección civil trabajan día y noche en el pueblo de Igrán, de la provincia norteña de Chauen, para sacar con vida a Rayan, un niño de cinco años que cayó a un pozo seco de 45 centímetros de diámetros y 32 metros de profundidad. La caída se produjo el pasado martes, alrededor de las dos de la tarde. Los operarios han abierto durante todo este jueves un túnel paralelo. A las nueve y media de la noche las máquinas habían excavado ya 27 metros y se encontraban a solo cinco del niño, pero el terreno rocoso hacía muy difícil avanzar, según informó el sitio digital Le360.
Las autoridades y los vecinos llevan dos noches alrededor del pozo luchando contra reloj por rescatarlo. Mientras cinco máquinas pesadas prosiguen en la excavación del túnel paralelo, al niño se le ha hecho llegar por el mismo pozo en el que se ha caído agua azucarada, víveres y una máscara de oxígeno.
El padre del niño habló con Le360 el miércoles, cuando el niño llevaba 25 horas atrapado: “Es mi pozo, yo estaba reparándolo y Rayan estaba a mi lado. En un momento dado, él se cayó y yo no me di cuenta. Alertamos a las autoridades y todos los vecinos han venido a apoyarnos. Todo el mundo ha hecho lo máximo para que él salga con vida y que yo pueda cogerlo entre mis brazos esta noche. Pero no les oculto que tanto su madre como yo estamos destrozados y muy nerviosos”.
Este jueves, a las siete de la mañana, se interrumpieron los trabajos de excavación para abrir otro túnel al otro lado del pozo. Un equipo médico del hospital provincial de Chauen, con reanimadores y anestesistas, aguardaba junto a la excavación a la espera de que el niño sea rescatado. La gendarmería había emplazado también un helicóptero. Y las autoridades habían solicitado a los vecinos que despejaran la zona y dejasen trabajar a los profesionales.
El portavoz del Ejecutivo marroquí, Mustafa Baitas, indicó en la rueda de prensa del jueves posterior al consejo de ministros, que el Gobierno se había movilizado “fuertemente”. Aclaró que no habría ningún problema en pedir ayuda, pero que el Estado contaba con a capacidad y la experiencia para desarrollar la operación de rescate.
Baitas señaló las alternativas que se habían barajado para rescatar al niño. La primera consistía en alargar el diámetro del pozo. “Pero teníamos miedo de que las piedras y la tierra cayeran sobre el niño”. Después pensaron también en que descendiera un socorrista. “Ha habido tentativas, pero no han funcionado”, aclaró.
Finalmente, la tercera técnica consistió en excavar un pozo paralelo al agujero de 32 metros donde se encontraba el niño. Baitas recordó que los equipos de socorro habían trabajado día y noche. Y que el gran desafío al que se enfrentaban era la propia naturaleza del suelo, que hacía difícil la intervención de las máquinas. En la operación de rescate intervinieron decenas de operarios y cinco máquinas pesadas.