El tradicional debate entre los candidatos a vicepresidente en Estados Unidos, con miras a las elecciones de noviembre, tendrá este miércoles un aspecto especial: que el presidente Donald Trump está contagiado por el coronavirus. Esto le da un cariz más jugoso al primer y único duelo entre su compañero de fórmula, Mike Pence y la demócrata Kamala Harris.
Hay más preguntas para contestar y explicar por qué este debate es importante, después del escándalo que se desató a partir del duelo Trump-Joe Biden, que transcurrió entre chicanas e interrupciones.
En un rincón está Kamala Harris, la mujer que aspira a ser la primera vicepresidenta de la historia. La senadora de California, de 55 años, es una tenaz interrogadora en el Congreso, una ex abogada endurecida, que suele desgarrar a los testigos que son llamados a contestar las preguntas en las audiencias del Senado.
Del otro lado está el vicepresidente Mike Pence, un republicano imperturbable que rara vez se equivoca ante un intenso cuestionamiento de los medios. Pence, de 61 años, de voz suave y profundamente religioso, es un cristiano de Indiana. Mike Pence ha sido un pilar de lealtad hacia su jefe durante cuatro años y han caminado al unísono en casi todos los temas y en todas las controversias.
Los debates vicepresidenciales no suelen importar a muchos. Son un "show" que pasa de largo. Tampoco preocupa demasiado a los historiadores, pero este año el drama de la campaña electoral podría aumentar el interés.
El hecho de que Trump tenga coronavirus le hizo recordar al público que este vez los dos candidatos presidenciales son los más ancianos de la historia. Esto le da más protagonismo a los vices, quienes en definitiva terminarán tomando las riendas del país, si sus jefes enferman o mueren. Primeros en la línea de sucesión, Pence y Harris son conscientes de que deben presentarse como listos para ocupar el puesto más importante del mundo.
Incluso, este debate podría ser el último de la campaña, dependiendo de si Trump puede volver a participar en un segundo duelo con Pence, al encontrarse aún convaleciente. De hecho, la Brookings Institution lo calificó como el debate vicepresidencial más importante de la historia, según recuerda la BBC.
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Los organizadores del debate son conscientes de que el presidente Trump podría haber sido contagioso durante el primer debate y potencialmente haber infectado a Joe Biden y al moderador Chris Wallace (aunque ambos han dado negativo hasta ahora), por lo que no quieren cometer errores como este otra vez.
La Comisión de Debates Presidenciales acordó sentar a Kamala Harris y Mike Pence a 3,6 metros de distancia, frente a los 2 metros del debate presidencial. También habrá una suerte protección plexiglás entre el escenario y los candidatos. El máximo de asistentes será 200 personas en el Kingsbury Hall de la Universidad de Utah.
¿Será caótico como el primer debate?
No debería. Pence y Harris son duros pero siempre educados, por lo que las posibilidades de que sea tan desagradable y perturbador como Cleveland son casi nulas.
En 2016, Pence fue muy eficaz en defender a Trump y atacar a Hillary Clinton. Se le atribuyó ampliamente el haber ganado la batalla con el candidato a vicepresidente demócrata Tim Kaine. Es su marca registrada ser contundente sin levantar la voz. Harris debate como la abogada que alguna vez fue: siempre está controlada.
El caracter de los contendientes debería facilitar un poco el trabajo del moderador. Esta vez está, la moderadora será la jefa de la oficina de Washington del periódico USA Today, Susan Page. Page tiene sobre sus espaldas 10 campañas presidenciales y no se dejará intimidar por la ocasión: ha entrevistado a nueve presidentes.
Covid-19 y el manejo de la pandemia de la administración Trump, será claramente el tema dominante de discusión. Mike Pence está a cargo del grupo de trabajo presidencial sobre la pandemia, y se lo presionará para que defienda la respuesta del gobierno ante una epidemia que ya dejó más de 200 mil muertos en EE.UU.
Según explica Anthony Zurcher, periodista de la BCC para América del Norte, probablemente se le preguntará a Kamala Harris sobre su historial en materia de justicia penal como fiscal general de California, así como sobre sus posiciones cambiantes sobre la reforma del sistema de salud. O sobre qué tan a la izquierda del partido Demócrata está.