Especial desde Barcelona
Los ojos de Europa están puestos en Cataluña a modo de una mirada sobre el futuro posible de la Comunidad Europea para los próximos años. Las elecciones catalanas son inéditas y curiosas por varias características pero, por sobre, todo porque el interés que despierta es inversamente proporcional a la posibilidad de que el conflicto institucional llegue un final.
Especial desde Barcelona
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Primera curiosidad
Son muchas las características que hacen, del próximo jueves 21 de diciembre, una jornada absolutamente inédita y contradictoria de civismo explícito. Tendrán derecho a voto -no obligación- 5.553.983 personas, de los cuales 25.700 se encuentran en la Argentina después de Francia, el país con más catalanes en su tierra.
El primer dato curioso, sólo por poner un orden, es que por primera vez el sufragio será emitido en día laborable.
Siendo la desconfianza el sentimiento más de moda en estas tierras, se presupone que fue una maniobra de La Moncloa para morigerar los niveles de participación. Lo cierto es que una lectura más simple indica que urge a Madrid sacarse de encima la intervención a la Generalitat siendo que no es una circunstancia que le agrada ni que siente un precedente positivo para la institucionalidad de la Nación y, menos aún, como mensaje al resto de las autonomías.
Ocurrió que, en razón de que el calendario ponía en un horizonte cercano las fiestas de navidad y nuevo año, no habría quedado alternativa que clavar en el almanaque el “21 D” más como fecha inevitable que deseada.
Los colegios, por obvias razones, no se abrirán para los alumnos pero si para las mesas de votación. De todos modos y siendo que no obligatorio el sufragio, la media de asistencia es mayor que en la Argentina, entre un 75 y un 85 % del padrón las encuestas arrojan que, a pesar del día de semana, no menos del 80 % concurrirá a las urnas.
Segunda curiosidad
Por primera vez, en la historia de la España post franquista, los comicios no son convocados por la Generalitat catalana sino por el gobierno central. La sucesión de hechos, que precipitaron esta situación, comenzaron con la celebración del referéndum del 1 de octubre convocado por el Parlament de Cataluña y declarado ilegal por el gobierno nacional. Esa jornada se vio enmarcada en situaciones de violencia extrema entre la Guardia Civil, los ciudadanos catalanes y los Mossos d’ Esquadra (Policía estadual). El epicentro se vivió en las escuelas con una lucha, cuerpo a cuerpo, entre los civiles y las fuerzas de seguridad que intentaban impedir la conformación de mesas para la votación. Las escenas de violencia institucional recorrieron el mundo y enrareció aún más el panorama.
Carles Puigdemont, demoró la declaración de independencia y la creación del Estado catalán hasta que, finalmente, éste hecho se produjo el 27 de octubre pasado. El Parlament, en votación secreta -70 votos a favor, 2 en blanco, 10 en contra y 53 ausentes- proclamó por la mañana la independencia de Cataluña y, por la tarde, el Senado español aplicó la intervención de la Generalitat mediante la aplicación polémica del art 155 de la Constitución española por el cual el presidente, Mariano Rajoy, activó el cese del gobierno catalán, como así también de su Parlamento. En el mismo acto, convocó a elecciones en el territorio autónomo para el 21 de diciembre instancia en que perecerá el efecto de la intervención.
Los independentista, liderados por quien era su presidente, Puigdemont, conocían perfectamente lo que sobrevendría y ya estaba escrito en el guión de un futuro inmediato. Casi como una travesura de niños, que continúa su acción disfrutando del fracaso aunque regodeándose con el daño del hecho, la maniobra “independentista” no tenía chance aparente. El voto secreto de los parlamentarios, en la Declaración Unilateral de la Independencia (DUI), lo hicieron en forma secreta para evitar consecuencias penales por un acto que, sabían, era ilegal según el ordenamiento jurídico que los rige más allá de sus intenciones.
Puigdemont huyó a Bélgica en busca de refugio de los pares flamencos que se concentran en la región de Flandes en el país bajo.
Tercera curiosidad
El gobierno de Madrid intuyó que los partidos independentistas rechazarían el llamado a elecciones y, obviamente, no participarían en la contienda electoral. Pero ocurrió todo lo contrario y hasta el propio Puigdemont hoy se postula a recuperar la presidencia a la que, en los hechos, renunció hace mes y medio.
Hace mes y medio pretendió erigirse como fundador de un nuevo Estado europeo y hoy participa de una campaña para volver a ser el titular de una región autonómica, tal cual la dejó. No tan pequeña es la diferencia para el caso- que el ex presidente y candidato no puede volver a pisar suelo español sin ser inmediatamente detenido. Por lo demás Rajoy aclaró que no permitiría que Puigdemont, en caso de imponerse en las elecciones, asuma el cargo. El cóctel explosivo se completa si sumamos la existencia de presos a raíz de los hechos acaecidos el 1 O, y que estos no son jefes policiales acusados de abusos y represión desmedida, sino políticos.
Los diarios madrileños se refieren a ellos como “políticos presos”, pero en Cataluña queda más que claro incluso para los no independentistas- que se trata de “presos políticos” y esto es perceptible en la calle con miles de catalanes exhibiendo escarapelas amarilla, bufandas y gorros amarillos.
Excepto, el Partido Popular y Ciudadanos, las demás fuerzas políticas exigen la inmediata liberación de “los Jordis” por Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, líderes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). La Justicia encontró la vuelta de encerrarlos acusándolos de sedición sin hacerlo con el resto de los 2.286.217 de ciudadanos que participaron de la desobediencia civil concurriendo a votar.
El propio Miquel Iceta, candidato del socialismo no independentista- provocó la reacción de los jerarcas del PSOE, al prometer una amnistía para los acusados de sedición por la Justicia española.
Cuarta curiosidad
La siguiente extrañeza es que “Los Jordis” también son candidatos parlamentarios, aunque estén privados de su libertad y tengan prohibido hacer campaña. El último sábado la Junta Penitenciaria sancionó a Jordi Sanchez por la publicación de un mensaje para sus seguidores de, apenas, cinco minutos. El candidato y preso, estará 30 días sin salir al patio de su pabellón y fue trasladado de módulo en la cárcel madrileña de Soto del Real.
Las rarezas continúan, y se acrecentarán el día 22, cuando se sepan los resultados provisorios de las elecciones. El sistema parlamentario, por lo general, necesita del bipartidismo para que se pueda conformar gobierno. Sin un partido que obtenga mayoría absoluta de los votos, lo que sobreviene es la negociación de los representantes con el producto de la voluntad popular.
Con las encuestas últimas y a pocos días del acto eleccionario, los siete partidos que se presentan conformando, aparentemente, dos bloques, se disputan el gobierno aunque la contienda esté presentada en forma de referéndum. Tal es así que no hay debate político fuera de “Independencia SI” o “Independencia NO”
Dentro de los no independentistas se encuentra el Partido Socialista, Ciudadanos, el Partido Popular y el equivalente a Podemos que representa la posición de la “Corea del Centro”.
Es imposible que Podemos dé sus votos para investir a Ciudadanos o el PP, no así con el socialismo. En este caso, los partidarios de Pablo Iglesias son los árbitros en un resultado que parece frisado y condenado al llamado de nuevas elecciones.
Del lado independentista, Puigdemont, se encargó de encaminar su decisión a otro camino sin salida. Expresó, terminante, que su partido no investiría a nadie que no sea él y los demás partidos por la independencia descartaron de plano realizar alianzas con los “españolistas”, por lo que se volvería al casillero de salida.
Quinta curiosidad
La calle también manda, tremenda puja en el marco de una ebullición social apenas es disimulada por el movimiento comercial navideño que, en Barcelona, lanza a su gente a la calle de manera presurosa y en hordas no alcanza a cubrir la tensión que se vive más por lo ocurrido que por lo que podría suceder este jueves.
Hay entre los ciudadanos una bronca contenida por lo que viene ocurriendo, aunque también se percibe la intención de agregar previsibilidad a su provenir. Si bien es cierto que algunas empresas importantes han mudado oficinas fuera de Barcelona, no menos cierto es que ninguna lo ha hecho con su casa central. A su vez 39.000 millones de euros, propiedad de catalanes, cambiaron el domicilio de su cuenta para CaixaBank, mientras que en el caso del Sabadell se situaría en torno a los 24.000 millones, si bien estos datos son proporcionados por el Banco de España y, en honor a la verdad, resulta un dato poco rigurosidad si comprendemos la volatilidad permanente que tiene hoy el sector financiero digitalizado y nómade.
Sexta curiosidad
El nacionalismo catalán ha puesto en agenda logrando convocar la atención mundial- un tema que resulta extemporáneo y hasta absurdo. Lo que no se puede ignorar es que incluye cierta funcionalidad con un momento en que los efectos de la globalización se enfrentan, por derecha, con la xenofobia como ratificación de identidades históricas a partir de la cual se siente nostalgia - vía tradición y relatos- de lo que jamás ocurrió.
Los Estados europeos no se pueden permitir el nacimiento de una nueva nación dado que todos tienen conflictos similares latentes. Francia con Córcega, Cerdeña y Nueva Caledonia con sus reivindicaciones históricas que renacen en esta etapa de crisis. Bélgica con Flandes y Valonia con distintos idiomas y etnias. Alemania con el nacionalismo Bávaro y la amenaza, siempre latente, de proclamas históricas que encuentran en el odio racial su primaria razón de ser. Sólo para citar algunos de los integrantes de la Unión Europea que no pueden darse el lujo de entornar la puerta para que se filtren conflictos de vieja data a su ya precaria situación económica y social.
Séptima curiosidad
Cataluña independiente, sólo sería posible en el marco de un estallido en mil pedazos de la Europa tal como la conocemos. La actual constitución europea establece que sólo puede incluirse un nuevo estado si se cuenta con el voto unánime de todos sus componentes, con lo que -claro está- con la posición que adoptaría España, sin tener en cuenta la coyuntura internacional, el sueño sería siempre una pesadilla. Tampoco Rusia podría arriesgarse a reconocer a Cataluña, no sólo por temor a romper relaciones diplomáticas y comerciales con Europa, sino porque ya tiene bastante con los conflictos de Ucrania, Georgia y Crimea, sólo para mencionar algunos.
¿Inició Catalunya el nuevo tiempo de los conflictos territoriales como variante de los comerciales? Es probable. Y esa es la razón por la que tanta atención -y tensión- internacional está posada en lo que puede ser el epicentro del futuro de un nuevo orden mundial.
Evidentemente hay fuerzas radicalizadas que ven, en el caos, una salida a la crisis del capitalismo mundial. Por el contrario, la resistencia a la violencia internacional y la conflictividad social también se prepara para aguantar el embate de lo viejo que se presenta como novedad.
El “21 D”
El jueves 21 de diciembre próximo, seguramente, Cataluña no encontrará su paz y concordia. Ciertas ideas radicalizadas llevan años de gestación cultural y se han avivado con el fuego de la crisis que viven los países centrales en general y España en particular. A la tensión en este punto geográfico, particular, puede suspenderse la definición dejando el conflicto en stand by.
La autoproclamada “grieta” argentina, no arranca en comparación con este conflicto que -pocas dudas quedan- ha sido artificialmente alimentado, tanto por el gobierno de Rajoy como por el independentista Puigdemont.
El tiempo cura heridas, es cierto, pero si no se deja cicatrizar naturalmente el corte comienza a sangrar y puede infectarse con soló remover la zona afectada. Es lo que pasa en Europa y se ve con claridad en Cataluña.
La endeblez institucional y las garantías alteradas hacen de la Argentina una república envidiable de compararse con la situación española.
Puigdemont
* El candidato con mayores chances, Carles Puigdemont, hace campaña por teleconferencia al no poder regresar a España desde Bruselas.
* Candidatos a parlamentarios se encuentran presos en Madrid y fueron sancionados en por el Sistema Penitenciario por enviar un mensaje a sus seguidores.
* Rajoy ya aclaró que en caso de imponerse el candidato independentista, Puigdemont, iba a agotar las instancias institucionales para no permitir su asunción.
El 155
Artículo 155 de la Constitución española (1978): “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.”