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El escritor y activista chino Liu Xiaobo, ganador del Nobel de la Paz, murió hoy a los 61 años, informaron las autoridades de Justicia de la ciudad de Shenyang, donde era tratado, bajo vigilancia, de un cáncer de hígado en fase terminal.
El defensor de derechos civiles chino había sido condenado en 2009 a 11 años de prisión por "socavar el poder del Estado". A mediados de junio de 2017 las autoridades le concedieron "libertad condicional por motivos médicos".
Poco después fue trasladado de prisión al hospital deÂáShenyang, en el noreste del país, para recibir tratamiento. Un fallo multiorgánico acabó con su vida, explicaron las autoridades.
Liu quería ser tratado en el extranjero, pero las autoridades chinas le prohibieron salir del país, al igual que a su esposa, una medida muy criticada por políticos occidentales y defensores de los derechos humanos.
La lucha de Liu Xiaobo por la democracia y los derechos humanos en China fue reconocida en 2010 con el Nobel de la Paz, lo que indignó al Gobierno de Pekín. Mientras el escritor pasaba los últimos años en prisión, su mujer Liu Xia fue puesta bajo arresto domiciliario.
Su estado de salud había empeorado considerablemente la semana pasada. Desde el lunes se encontraba entre la vida y la muerte y pasó a cuidados intensivos. Ayer miércoles, los médicos informaron que su respiración fallaba y que sufría fallos orgánicos.
Aparentemente, su familia rechazó que le pusieran respiración artificial, pero esta información no puede contrastarse porque Liu y el resto de sus familiares estaban bajo vigilancia en el hospital y no se les permitía hablar con la prensa. Las autoridades censoras chinas impidieron además a los medios locales informar sobre el caso.
Dos médicos extranjeros que pudieron visitar a Liu el fin de semana en Shenyang confirmaron el diagnóstico de cáncer de hígado en fase terminal. El cirujano alemán Markus Bachler, experto en cáncer, y el oncólogo estadounidense Joseph M. Herman llegaron a la conclusión de que Liu estaba en condiciones de soportar un trasladado, frente a la opinión contraria de los médicos chinos.
Las clínicas de Heidelberg en Alemania y Texas en Estados Unidos se mostraron entonces dispuestas a acoger al paciente y tratarlo, pero Pekín no lo permitió.
La organización defensora de derechos humanos Amnistía Internacional lamentó hoy su muerte, y lo definió como "un gigante de los derechos humanos (...) un hombre de fiero intelecto, principios, ingenio y por enima de todo, humanidad".
"Durante décadas luchó incansablemente por el avance de los derechos humanos y las libertades fundamentales en China. Y lo hizo enfrentando la incansable y con frecuencia brutal oposición del Gobierno chino", que intentó silenciarlo una y otra vez, sin conseguirlo.
El Comité Noruego del Nobel culpó a Pekín por la muerte del activista. "El Gobierno chino carga con una gran responsabilidad por su muerte prematura", dijo la presidenta del comité, Berit Reiss-Andersen, en un comunicado publicado en la web del Premio Nobel.
El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, lamentó el "trágico deceso" de Liu y remarcó que éste encarnó el espíritu del premio Nóbel de la Paz a través de "su lucha por la libertad, la igualdad y el gobierno constitucional en China" Xiaobo, ganador del Nobel de la Paz.
En opinión del comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Zeid Raad Al Hussein, Liu "fue y seguirá siendo fuente de inspiración y ejemplo para todos los defensores de los derechos humanos".
El escritor y activista ya estuvo en varias ocasiones en prisión tras la represión violenta del movimiento prodemocrático en 1989, en total cumpliendo cinco años. Fue coautor de la "Charta 08" que firmaron 300 intelectuales en 2008 para pedir "un Estado libre, democrático y constitucional" en el país asiático.
"Aunque ha muerto, todo aquello por lo que luchó pervive. El mayor tibuto que podemos rendirle hoy es continuar con la batalla por los derechos humanos en China y reconocer el poderoso legado que deja tras de sí", añade Amnistía Internacional en un comunicado.
Sus amigos reaccionaron con luto pero también con indignación a la noticia de su muerte. "Este régimen lo mantuvo encerrado hasta el último segundo. No le dejaron ni un segundo para ver una vez más a sus amigos. Simplemente es inhumano", dijo Mo Xhizu, un estrecho amigo de la familia. Ahora, dijo, la prioridad es ayudar a su viuda Liu Xia a salir del país.
"La muerte de Liu Xiaobo fue una muerte para China. Debemos continuar su lucha", escribieron otros amigos en una necrológica conjunta.