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El ex dictador panameño Manuel Noriega murió a los 83 años de edad, confirmó hoy su familia. El presidente del país, Juan Carlos Varela, escribió en Twitter que de esta forma se cierra un capítulo de la historia de Panamá.
El ex dictador panameño Manuel Noriega trabajó para la CIA, estuvo vinculado al narcotráfico y gobernó con mano dura desde 1983 hasta 1989, cuando fue derrocado por la invasión estadounidense, y desde entonces estuvo en prisión.
La salud del ex jefe castrense se había deteriorado a causa del largo período de reclusión, primero en Estados Unidos (1990-2010), luego en Francia (2010-2011), y finalmente en Panamá (2011-2017). En la cárcel, el paciente tuvo un accidente vascular, hipertensión, problemas renales y prostáticos, y un tumor cerebral.
Noriega asumió el mando de las Fuerzas de Defensa de Panamá en 1983, anteriormente llamada Guardia Nacional. Luego del golpe de Estado de 1968 que derrocó al Gobierno del presidente Arnulfo Arias, dirigió la lucha contrainsurgente en la occidental provincia de Chiriquí, limítrofe con Costa Rica.
Sin embargo, obtuvo mayor protagonismo nacional e internacional a partir del 16 de diciembre de 1969, al garantizar el retorno a Panamá del general Omar Torrijos, a quien oficiales vinculados a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) habían expulsado de la institución, aprovechando un viaje del jefe militar a México.
Noriega, admirador de Napoleón Bonaparte, era hijo de María Moreno y Ricaurte Noriega y creció en la orfandad en el terraplén capitalino. Trabajó como auxiliar de enfermería en el Hospital Santo Tomás en Ciudad de Panamá, estudió milicia en la Escuela Militar de Chorrillos, Perú, y luego ingresó a la Guardia Nacional.
Sus ex compañeros de academia lo recuerdan como una persona jovial, pero reservada. Evitaba hablar de su familia y de sus hijas Thays, Sandra y Lorena. En una ocasión, cuando la periodista panameña Migdalia Fuentes le preguntó quién era realmente, respondió en latín: "Ego sum qui sum" (Soy el que soy).
Sus detractores lo acusaron de ser un doble agente por la presunta venta de información de inteligencia a Estados Unidos y Cuba, y de su reclutamiento por la seguridad estadounidense. Los opositores al régimen le endilgaron el apodo de "Cara de Piña", por las secuelas del acné en su rostro.
A la CIA le daba información sobre los carteles de la droga colombianos, pero él también estaba involucrado en el narcotráfico.
En 1992, el ex jefe militar obtuvo el reconocimiento de "prisionero de guerra" en Estados Unidos, pero fue declarado culpable por ocho casos de narcotráfico y condenado a 40 años de cárcel por su vinculación con el cártel colombiano de Medellín. Pese a ello, tuvo una reducción de sentencia, que cumplió hasta 2010.
Estados Unidos tuvo un interés especial en construir una relación conÂáNoriega debido al manejo estratégico del Canal de Panamá y la Escuela de las Américas, una institución militar estadounidense donde se formaron decenas de miles de militares latinoamericanos, algunos de ellos vinculados con los regímenes dictatoriales del continente.
Sin embargo, la relación era contradictoria: mientras el Departamento de Estado buscaba deshacerse de Noriega debido a sus vínculos con el narcotráfico y las violaciones a los derechos humanos, el Ministerio de Defensa y la CIA lo apoyaban como un aliado contra el comunismo.
"La historia del general Manuel Antonio Noriega es uno de los errores más grandes en la política exterior estadounidense", afirmó en 1989 una comisión del Senado norteamericano.
Noriega se enfrentó a Washington al oponerse al modelo neoliberal del presidente Nicolás Ardito Barletta (1984-1985), un egresado de la Universidad de Chicago y ex vicepresidente del Banco Mundial, quien fue forzado a abandonar el poder en su segundo año de mandato.
El ex general adujo que Washington también quería destituirlo por negarse a apoyar una invasión a Nicaragua, y que el presidente Ronald Reagan envió a Panamá a John Poindexter, del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, para amenazarlo. A Noriega, por su parte, se le endilgó la decapitación del médico guerrillero Hugo Spadadora.
Varios motines militares estallaron en Panamá apoyados por la denominada Cruzada Civilista dirigida por políticos y comerciantes, mientras Estados Unidos imponía al país un duro bloqueo económico y diplomático, que fue el preludio de la operación estadounidense "Just Cause" (Causa Justa) que desplazó a los militares del poder.