El Litoral
El 27 de junio de 2019 se encontraron en La Romana (Tous) pequeños restos óseos que se supusieron de origen animal. Sin embargo, por su cercanía con el lugar donde se hallaron los cuerpos de las tres chicas asesinadas en 1992, se enviaron a peritar y este miércoles la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia confirmó que son humanos. Ahora, el Jugado de Instrucción 6 de Alzira deberá decidir si se realizarán pruebas de ADN para cotejar si corresponden a alguna de las víctimas, o pertenecen al prófugo.
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El caso conmocionó a España: tres adolescentes desaparecieron en la localidad valenciana de Alcácer (Alcásser), mientras hacían dedo para asistir a una fiesta estudiantil. Fueron halladas, días después, semienterradas en una fosa del paraje La Romana, a unos treinta kilómetros del lugar donde fueron vistas por última vez. Los cuerpos estaban envueltos en una alfombra, maniatados y en avanzado estado de descomposición, pero -a simple vista- habían sido mutilados. Después de las autopsias, se supo que las tres chicas habían sido abusadas sexualmente y torturadas antes de morir. Se trataba de Míriam García Iborra, de 14 años, María Deseada Hernández Folch (Desirée), de la misma edad, y Antonia Gómez Rodríguez (Toñi), de 15 años, quienes habían salido juntas en la tarde del viernes 13 de noviembre de 1992.
La pista para dar con el primer sospechoso fue el resultado de un análisis de sífilis hallado en la misma fosa. En el documento, constaba el nombre de Enrique Anglés, en quien se centró la investigación. Sin embargo, el tal Enrique sufría una discapacidad intelectual y los detectives sospecharon que su hermano Antonio -ya fichado por delitos anteriores- podría haberlo sustituido en el efector sanitario para realizarse la prueba de sangre.
Mientras, las autopsias determinaron que al menos cinco hombres estuvieron involucrados en la violación y posterior asesinato y disposición de los cadávares de las chicas: posteriores estudios de ADN determinaron la participación de los dos hermanos más un tercero, Mauricio Anglés, quien por entonces era menor de edad, y un cuarto hombre, Miguel Ricart, quien finalmente reconoció su participación en los hechos y fue el único condenado en el caso.
Ricart fue sentenciado a 170 años de prisión por rapto, violación y asesinato, con los agravantes de “despoblado” y “ensañamiento”; además, se le impusieron las costas judiciales y una indemnización monetaria para las familias de las víctimas. Sin embargo, Ricart salió en libertad en 2013 por una reducción de penas que en España se conoce como Doctrina Parot, paralela al argentino “dos por uno”.
Ahora, el reciente hallazgo abre una interrogante: podrían pertenecer a Antonio Anglés, quien permanece prófugo, aunque se supone que Ricart pudo haberlo asesinado junto a las chicas.
En tanto, los españoles no olvidan el caso y la manipulación a la que los medios sometieron la información. Sumado a todo esto, el reciente estreno en Netflix de una miniserie documental sobre el caso reavivó las presiones sobre las autoridades para que descongelen el caso y continúen investigando.