Martes 2.6.2020
/Última actualización 19:43
“El presidente utilizó la Biblia, el más sagrado texto de la tradición judeocristiana, y una de las iglesias de mi diócesis, sin avisarnos siquiera, como telón de fondo de un mensaje antitético a las enseñanzas de Jesús y a todo lo que defiende nuestra iglesia”. Mariann Edgar Budde es la obispo de la diócesis episcopal de Washington DC, la primera mujer en asumir esa posición. A la diócesis que lidera pertenece la iglesia de Saint John, el escenario al que ayer fue caminando el presidente de EE UU, Donald Trump, junto a una pequeña comitiva. El sótano de Saint John ardió en las revueltas del domingo por la muerte de George Floyd, y Trump decidió fotografiarse a las puertas del templo sujetando una Biblia en la mano, antes de regresar a su residencia. Para hacerlo, el presidente desplegó a la Policía Militar, formando detrás de escudos antidisturbios, que cargó contra los centenares de manifestantes congregados pacíficamente, ayudándose con gases lacrimógenos y arropados por agentes a caballo, para abrir una vía en la plaza de Lafayette. La foto de Trump ha sido ampliamente criticada por los líderes religiosos progresistas, entre ellos la propia obispo de Washington.
«Estoy indignada. El presidente no ha rezado cuando ha venido a la iglesia de Saint John ni ha reconocido la agonía de nuestro país ahora mismo», declaró Budde a la CNN, mostrando su oposición frontal y cargando contra el presidente de EE UU. La obispa lamentó que Trump no haya reconocido «en particular» la «agonía» de los afroamericanos de Estados Unidos, que «se preguntan si alguien alguna vez será capaz de admitir en público sus palabras sagradas». Budde fue clara con la prensa, indicó a la cadena informativa que los estadounidenses afroamericanos «están demandando con razón el final de 400 años de racismo sistemático y de supremacía blanca en nuestro país». En su alegato decidió dejar claro que se opone a las políticas del presidente: «Solo quiero que el mundo sepa que nosotros en la Diócesis de Washington, siguiendo a Jesús y su forma de amar, nos distanciamos del lenguaje incendiario de este presidente», afirmó tajantemente en directo.
Budde también hizo declaraciones telefónicas a The Washington Post al respecto, donde puntualizó que Trump ni siquiera la avisó de que iría a fotografiarse a Saint John: «Estoy indignada. Soy la obispa de la Diócesis Episcopal de Washington y no se me dio ni siquiera una llamada de cortesía, para que limpiaran (la zona) con gas lacrimógeno para poder usar una de nuestras iglesias», se quejó Budde. Allí también aprovechó su altavoz para volver a cargar contra el presidente: «Todo lo que ha dicho y hecho es para inflamar la violencia. Necesitamos un liderazgo moral y él ha hecho todo lo posible para dividirnos». La obispa no solo ha hablado con la prensa, desde su cuenta de Twitter ha vuelto a cargar contra el presidente: «No ha venido a rezar, no ha lamentado la muerte de George Floyd o la agonía de la gente de color en nuestra nación. No ha querido sanar ni calmar a nuestra problemática tierra».
Budde no está sola. El gesto de Trump en la segunda jornada del toque de queda ha sido repudiado por la comunidad religiosa. Varios líderes religiosos han condenado el uso del presidente de la Biblia. El padre jesuita James Martin de Nueva York también ha cargado contra Trump desde su cuenta de Twitter: «Déjenme ser claro. Esto es repugnante. Ni la Biblia es atrezzo ni una iglesia es un fondo para fotografías. La religión no es una herramienta política. Dios no es su juguete». El mediático padre Edward Beck también ha utilizado sus redes para denunciar la polémica foto del presidente: «¿Se ha usado la Biblia alguna vez de una forma más falsa y explotadora?».
Tras graduarse magna cum laude en la universidad de Rochester en 1982 y pasar por un Master de Divinidad y doctorarse en Teología en Virginia, Mariann E. Budde llegó a ser la obispo episcopal de Washington en 2011, la primera mujer en ocupar esa posición. Autora de Gathering up the Fragments: Preaching as Spiritual Practice (Recolectando los fragmentos: el rezo como práctica espiritual), uno de sus gestos más notorios ha sido el de retirar dos banderas confederadas de las vidrieras de la catedral de Washington que rendían homenaje a dos generales confederados de EEUU y que llevaban más de 60 años en el lugar de culto.
Las vidrieras rendían homenaje al general Stonewall Jackson y al general Robert E. Lee del Ejército Confederado. The New York Times, al recoger al noticia, indicó que si bien las banderas se quitarían, las vidrieras seguirían siendo, según expresaron desde el templo, «un catalizador para las conversaciones difíciles e incómodas sobre la raza que necesitamos tener en el camino hacia la justicia racial», según expresaron desde el templo. El rotativo también recoge que Budde tuvo conocimiento de las vidrieras después de un tiroteo masivo en 2015 por un supremacista blanco en una iglesia de afroamericanos en Charleston. «Ya no era algo abstracto, lo teníamos en nuestra propia catedral».
Budde –casada, madre de dos hijos y abuela de su primer nieto– también fue la encargada de organizar y oficiar en 2018 la ceremonia y entierro, 20 años después de su muerte, de Mathew Sheppard, uno de los crímenes de odio más salvajes que más han sacudido la historia reciente de EEUU y símbolo de los derechos de los homosexuales en EE UU. «Su muerte fue una herida en nuestra nación», declaró en The New York Times. «Estamos haciendo lo posiblie para llevar luz a la oscuridad y sanar a aquellos que tan a menudo han sido dañados, y en muchas ocasiones dañados en nombre de la iglesia».