La ONU pide a la junta militar de Myanmar que reinstaure el gobierno civil y libere a Suu Kyi
A través de una resolución de su Consejo de Derechos Humanos, el organismo reclamó la inmediata e incondicional puesta en libertad de las personas detenidas arbitrariamente durante el reciente golpe de Estado, así como el cese de la represión. Mientras tanto, las movilizaciones no decaen y una multitud se vuelca a las calles.
La ONU pide a la junta militar de Myanmar que reinstaure el gobierno civil y libere a Suu Kyi
Sábado 13.2.2021
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Última actualización 19:44
El Consejo de Derechos Humanos de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) pidió este viernes a la junta militar que perpetró al golpe de Estado en Myanmar a principios de febrero que reinstaure el gobierno civil y libere a la dirigente política Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991. Mientras tanto, pese a la represión, las movilizaciones no decaen y por séptimo día consecutivo una multitud se volcó a las calles.
La resolución, adoptada por consenso entre los 47 miembros del Consejo, insta a la "inmediata e incondicional puesta en libertad de todas las personas detenidas arbitrariamente" y "la restauración del gobierno electo". Hoy, la policía disparó balas de goma para dispersar una sentada en el sur del país y al menos cinco personas fueron arrestadas. Aun así, cientos de miles de birmanos salieron de nuevo a la calle para exigir la liberación de los detenidos, el fin de la dictadura y la abolición de la Constitución de 2008, muy favorable al ejército.
Más de 350 personas están actualmente detenidas desde el golpe de Estado, según una ONG de ayuda a los prisioneros políticos. Entre ellos, figuran responsables locales, diputados, miembros de la comisión electoral y activistas. El martes, la policía abrió fuego contra los manifestantes y causó varios heridos, entre ellos una mujer, que recibió un disparo en la cabeza y se encuentra en estado crítico.
En Yangón, la capital económica del país (también conocida como Rangún), futbolistas profesionales y seguidores se manifestaron con camisetas rojas con los colores de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi. Decenas de miles de personas se movilizaron en estos últimos siete días, unas protestas inéditas desde la "Revolución del Azafrán", en 2007.
Policías, controladores aéreos, profesores, personal sanitario y un número importante de funcionarios mantienen una huelga. El jefe de la junta, Min Aung Hlaing, lanzó una advertencia contra los funcionarios en huelga a los que prometió "acciones eficaces" por "incumplir sus obligaciones incitados por personas sin escrúpulos".
Los generales ni se inmutan
En forma paralela, el diario estatal anunció que 23.314 prisioneros, entre ellos 55 extranjeros, serán puestos en libertad, mientras que otros verán su condena reducida. Las amnistías masivas de prisioneros para hacer sitio en establecimientos hacinados son frecuentes y suelen anunciarse con motivo de fechas importantes del calendario de Myanmar.
Ming Yu Hah, de Amnistía Internacional, calificó esta iniciativa de "espectáculo paralelo", propiciado "para desviar la atención de los abusos diarios cometidos por las autoridades militares contra los derechos humanos". La situación en el país sigue estando en la mira de la comunidad internacional, pero un paquete de nuevas sanciones de Estados Unidos contra los generales, no parecen inmutar o hacer efecto en la cúpula golpista.
Washington bloqueará los activos y las transacciones en Estados Unidos de diez responsables militares o militares retirados, que se consideran responsables del golpe de Estado, entre ellos Min Aung Hlaing. Pero los generales no poseen grandes intereses en Estados Unidos, o al menos no como en Singapur, y este tipo de medidas no han evitado que la junta siga al frente del país desde hace años, afirman los observadores.
El ejército de Myanmar tomó el 1º de febrero el poder al cuestionar las legislativas de noviembre, ganadas por abrumadora mayoría por la LND, en las que los observadores internacionales no constataron problemas. Los generales temían que su influencia disminuyese tras la victoria de Aung San Suu Kyi, si esta hubiera querido modificar una Constitución.
La Premio Nobel de la Paz, que según su partido se encuentra bien y en arresto domiciliario en Naipyidó (actual capital birmanesa), sigue siendo venerada en su país, pese a las recientes críticas internacionales por su pasividad ante los abusos contra la minoría musulmana de los rohingyas.