Por Daniel Gabriel Otero (*) Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador de la Banda Sinfónica Municipal y el Museo Ferroviario Regional de Santa Fe.
Por Daniel Gabriel Otero (*) Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador de la Banda Sinfónica Municipal y el Museo Ferroviario Regional de Santa Fe.
Con el fallecimiento de Teresa Berganza desaparece uno de los máximos exponentes del canto lírico mundial. Crecida en la Europa de posguerra, desarrolló una personalidad y estilo cosmopolita, sin por ello, abandonar su identidad madrileña. Teresa Berganza había nacido el 16 de Marzo de 1933 en Madrid, España.
Teresa sabía que no era solo modular la voz. Para ello, recurrió al estudio de piano, armonía (fundamental) y música de cámara, además de incursionar en la familia de las cuerdas con el violoncello. Luego, interesada con las armonías barrocas, también clásicas, estudió composición. Y no solo eso: capturó su interés también el eclesial instrumento del órgano, teniendo entonces la mirada del compositor, instrumentista, e intérprete. Pero fue la rígida formación áulica de Lola Rodríguez Aragón la que la impulsó a dedicar su vida al canto.
Irrumpió en escena con un pequeño papel en la obra "El retablo de maese Pedro", del compositor Manuel de Falla (nacido en Cádiz en el siglo XIX y fallecido en Alta Gracia, Córdoba), en el auditorio de la RAI. Y ese iba a ser un año "bisagra", ya que Francia le abrió sus puertas para el Festival de Aix-e-Provence, interpretando el complejo personaje "Dorabella", en "Cosí fan tutte", una obra esencial del repertorio mozartiano, con el ágil libreto de Lorenzo Da Ponte.
Von Karajan fue uno de los directores en su carrera, mientras que compartió libretos y tablas junto a un gigante de la talla de Alfredo Kraus. Y también el poeta español Rafael Alberti tuvo que ver con su trabajo.
En 1941, Alberti publicó en Buenos Aires el poema "La Paloma", incluido en su poemario "Entre el papel y la espada", dedicado a Pablo Neruda. Rafael había escapado de la España de Francisco Franco tras la guerra civil española (1936-1939), para refugiarse en Argentina, país en el que estuvo hasta 1963.
Como era costumbre en aquel tiempo, tanto poetas como músicos eran habitués en los círculos donde se forjaba la cultura. Es ahí donde Alberti conoce al santafesino Carlos Guastavino, que le pone música al poema, naciendo así la canción que Teresa grabase y popularizase más tarde: "Se equivocó la paloma".
De esa forma, la voz de Berganza, la polifonía y las delicadas armonías de Guastavino, con la prosa de Alberti, se engarzaron en una carroza de corcheas, negras y pentagramas, para iluminar los proscenios en donde los macizos "Bösendorfer" abrían sus metálicas entrañas detrás de los rojos telones para dejarse acariciar por los intérpretes.
Sin pertenecer a la categoría "Ópera" (en auge por aquella época) la canción logró colarse por los surcos de los discos de pasta y sorteó victoriosa la precariedad de los gramófonos, para llegar casi intacta al repositorio de Youtube, o al metálico reino del CD.
Coexiste así a la par de compositores como Alban Johannes Berg y Arnold Schönberg, que por entonces creaban sus "Lieders", en una atmósfera de disonancias y ruptura del sistema tonal. Y pudo haberlo conocido a Theodor Ludwig Adorno Wiesengrund, ya que éste último estudió Musicología, siendo activo alumno del citado Berg.
Teresa, que cantó ininterrumpidamente durante cincuenta y cinco años (es decir 20.075 días), abandonó su nido de paloma en la tierra el 13 de Mayo de 2022. Enhebradas las plumas quedan, en las partituras y arreglos de la Banda Municipal de Música de Santa Fe -y en la sinfónica santafesina- de la mano de Jorge Chiappero Favre, el más destacado arreglador y director de la ciudad de Santa Fe y Argentina entre 1980 y 2009 (declarado ciudadano ilustre en 2022).