El ejército de Estados Unidos confirmó este lunes que logró recuperar con éxito algunas piezas correspondientes al “globo espía” perteneciente a China que fue derribado el pasado sábado 4 de febrero.
Se trata del famoso “globo espía” que el propio gobierno chino confirmó que era de su pertenencia, pero aseguran que tenía fines de investigación meteorológica.
El ejército de Estados Unidos confirmó este lunes que logró recuperar con éxito algunas piezas correspondientes al “globo espía” perteneciente a China que fue derribado el pasado sábado 4 de febrero.
Se trata de la primera de este tipo de naves que irrumpieron en el espacio aéreo estadounidense, previo a la aparición de las otras tres. El globo en cuestión sobrevoló casi una semana.
"Los equipos han podido recuperar una cantidad significativa de escombros del sitio, incluidos todos los sensores prioritarios y las piezas electrónicas identificadas, así como grandes secciones de la estructura", declaró el Comando Norte del Ejército de EE. UU. en un comunicado.
Frente a las acusaciones de espionaje, desde Beijing argumentaron que se trataba de una estructura con fines investigativos en base a la meteorología, agregando que se desvió de su rumbo original "afectada por los vientos" y por tener "una capacidad de autodirección limitada".
A pesar de la respuesta china y el actual hermetismo desde el gobierno del país norteamericano, lo cierto es que parte de la relación bilateral se resquebrajó tras la suspensión de la visita del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken.
Estados Unidos ha reconocido que aún se desconoce mucho sobre los objetos no tripulados más recientes, incluido cómo se mantienen en el aire, quién los construyó y si pueden haber estado recopilando inteligencia.
Aún no hallaron los restos de las demás naves.
Los tres más recientes desataron todo tipo de interrogantes, llegando a teorizar sobre el posible origen extraterrestre de los mismos. Desde el Pentágono y el NORAD (Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial) dejaron la puerta abierta.
Otro factor de cara a los resultados que podrían arrojar los estudios de los nuevos objetos voladores es la dificultad para derribarlos. El operativo del pasado domingo requirió que el caza F-16 de EE.UU. ejecutara dos disparos tras fallar el primero.