El papa Francisco ha reconocido la santidad del italiano Artémides Zatti, laico enfermero conocido por su labor por los enfermos de la Patagonia argentina, al confirmar un milagro por su intercesión, informó hoy la Santa Sede.
El papa Francisco ha reconocido la santidad del italiano Artémides Zatti, laico enfermero conocido por su labor por los enfermos de la Patagonia argentina, al confirmar un milagro por su intercesión, informó hoy la Santa Sede.
El pontífice argentino reconoció un nuevo milagro atribuido a la intercesión de Zatti, laico salesiano nacido el 12 de octubre de 1880 en la localidad italiana de Boretto y fallecido el 15 de marzo de 1951 en Viedma, en la Patagonia argentina.
La familia del nuevo santo se trasladó en 1897 a Argentina buscando un futuro mejor, asentándose en Bahía Blanca, y ahí creció Zatti, quien tras trabajar como mozo en un hotel y como obrero, accedió a los 20 años en los Salesianos.
Su vida cambió en 1902 cuando consigue curarse de la tuberculosis y, convencido de que fue por intercesión de la Virgen, decide renunciar al sacerdocio para dedicarse a la asistencia de los enfermos.
Su servicio se desarrollará toda la vida en el hospital de Viedma, como vicedirector, administrador y enfermero, a los que visitaba con su bicicleta, recibiendo el cariño de sus pacientes y de sus familias hasta que muere por un tumor en el hígado en 1951.
Fue beatificado en 2002 por la curación milagrosa de gangrena del seminarista Carlos Bosio, inspector salesiano en Rosario.
El decreto para el reconocimiento del nuevo santo italiano, pero querido en Argentina, ha sido ya autorizado por el papa Francisco, tras una audiencia con el prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro. La fecha de su canonización en Roma será decidida por el papa en un Consistorio aún por convocar.
El supuesto segundo milagro que el Vaticano ha aceptado para su subida a los altares es la “curación inexplicable” en 2016 de un hombre en Filipinas que sufrió un ictus isquémico y que derivó en otras complicaciones, según informó la Congregación Salesiana.
Los salesianos expresaron su alegría por el primer santo de su congregación que no fue sacerdote, sino solo consagrado, y de quien el propio pontífice argentino es muy devoto.
El camino hacia los altares tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, mientras que la canonización, como en el caso de Zatti, requiere un segundo milagro obrado “por intercesión” después de ser proclamado beato.
El papa Francisco también reconoció el “martirio” de los sacerdotes italianos Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo, asesinados por los invasores nazis en 1943, lo que implicará su futura beatificación, informó hoy la Santa Sede.
El pontífice argentino ha autorizado los decretos que atestiguan el martirio de ambos curas, lo que supondrá su beatificación sin necesidad de constatar un milagro.
El Vaticano considera así que los dos sacerdotes fueron asesinados por odio a la fe el 19 de septiembre de 1943 en la localidad italiana de Boves (norte), en el contexto de la II Guerra Mundial. Por aquel entonces el municipio piamontés era escenario de fuertes batallas entre los soldados de la Alemania nazi y los partisanos italianos.
El 19 de septiembre de 1943, tras un enfrentamiento en el que dos soldados alemanes cayeron cautivos, el coronel alemán Joachim Peiper amenazó con reducir el pueblo a escombros si no recuperaba a sus soldados presos y el cuerpo de uno más que había sido asesinado.
El cura Don Giuseppe Bernardi medió para lograr lo que el asediador reclamaba pero, después, este no cumplió con su palabra y ordenó atacar el pueblo, obligando al presbítero a asistir al incendio de las casas y a las ejecuciones sumarias. Benardi fue ejecutado también al término de la ofensiva.
Por otro lado, el vicario parroquial Mario Ghibaudo también murió en la matanza de Boves, después de haber puesto a salvo a las niñas del orfanato local y a otras personas .Falleció tiroteado cuando acudió a impartir la extrema unción a un hombre que había caído por las balas de las ametralladoras nazis.