El aislamiento geográfico de Paraguay, sin salida al mar y con un tráfico aéreo pequeño en comparación con las grandes capitales de Sudamérica, le favorecen en gran medida para obtener resultados en la lucha contra el nuevo coronavirus, coincidieron epidemiólogos y autoridades sanitarias.
“La mediterraneidad de Paraguay es una ventaja. Los casos positivos son casi todos del exterior. Hay poca detección en la comunidad”, dijo a la agencia AFP el epidemiólogo Antonio Arbo, exministro de Salud.
El reporte del lunes registró tres nuevos contagios en el país, para un total de 865, de los cuales 11 fallecieron. El primer caso en Paraguay se reportó el 7 de marzo.
Así, Paraguay se mantiene con una tasa de mortalidad de 2 muertos por millón de habitantes, la más baja de Sudamérica, lejos de los 6 por millón de Uruguay, los 10 de Argentina o los 15 de Colombia, los países que le siguen en la tabla regional.
Un mes antes, el gobierno ya había anulado las visas concedidas a ciudadanos de China y extranjeros procedentes de esa nación.
Las clases se suspendieron, se prohibieron los vuelos comerciales y el 17 de marzo se cerraron las fronteras con Brasil y Argentina.
“Si no interveníamos enseguida, los cálculos más conservadores indican que habríamos tenido más de 15.000 casos”, dijo a la AFP el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, quien admitió la vulnerabilidad del sistema.
El médico Ricardo Iramain, director del Comité de Emergencias de la Sociedad Latinoamericana de Cuidados Intensivos (Slacip), coincidió en que la conjunción de “mediterraneidad, el aislamiento y cuarentena precoz fueron determinantes”.
Arbo reconoce que “se evitó el colapso”, pero espera el pico de circulación del virus entre junio y agosto. “Lo peor podríamos verlo de aquí a dos meses”, señaló.
La Organización Mundial de la Salud declaró la semana pasada que América del Sur es nuevo epicentro de la pandemia.
Tras el éxito de su cuarentena más estricta, Paraguay inició este lunes una segunda fase de la llamada “cuarentena inteligente” de retorno paulatino a las actividades, en la que ya han podido abrir la gran mayoría de los comercios y todas las personas pueden salir a caminar, hacer actividad física y traslarse en transparte público hasta 100 kilómetros de distancia. Para la tercera, prevista para mediados de junio, se espera el retorno de los deportes colectivos sin público y la reapertura de templos.
El Gobierno destinó 1.600 millones de dólares al combate de la pandemia, entre ayuda social e inversión en el sistema de salud.
Hizo construir en 30 días dos hospitales modulares, que disponen de 200 camas en total. Aunque los internados no pasaban de 7 el fin de semana.
Al iniciar la crisis, el sistema contaba con 800 camas de terapia intensiva en un país de 7,2 millones habitantes de los cuales 2 millones se encuentran en pobreza (29%), según la Secretaría de Planificación.
El personal sanitario está compuesto por 12.000 médicos y 20.000 enfermeros. De 110 profesionales terapistas, en dos meses el sistema captó a 500 más.