Por Gustavo Díaz Matey (*)
La apertura oficial de los Juegos Olímpicos tendrá un espectáculo acuático nunca antes visto. Para la custodia, está previsto que se implementen una batería de medidas como el cierre del río, controles de seguridad y un gran despliegue policial.
Por Gustavo Díaz Matey (*)
La luz del río Sena ha servido de inspiración para crear verdaderas obras de arte. En julio de hace 137 años, Van Gogh recorría las orillas para dejar atrás su etapa más oscura y comenzar una etapa más luminosa; tres años antes, el pintor francés Renoir pintaba El Sena en Asnieres…
El próximo 26 de julio dan comienzo en París los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024, que durarán hasta el 8 de septiembre. Francia, Europa y el mundo en su conjunto necesitan entrar en esta etapa más luminosa y estos juegos son una buena oportunidad para crear más y mejores relaciones más allá de la economía y la política.
En este marco, Francia ha presentado una ambiciosa ceremonia de inauguración que, sin duda, supone un importante desafío en términos de seguridad. El aún presidente de la República francesa, Emanuel Macron, afirmaba en diciembre de 2023 que “(…) estamos preparando una ceremonia de inauguración única que, espero, enorgullecerá al pueblo francés”.
Será la primera vez en los Juegos modernos que una inauguración se realice en el marco de un desfile náutico en el río Sena, que finalizará frente a la Torre Eiffel, que ya luce los anillos olímpicos.
Realizar la inauguración fuera de un estadio es una oportunidad para Francia de hacer historia y ayudará a alejar los recuerdos, aún muy presentes en el corazón de todos los franceses, de los atentados del 13 de noviembre de 2015.
Dar seguridad a un recorrido de 6 kilómetros por el centro de París, desde el puente de Austerlitz hasta el puente de Jena, con más de 10 500 atletas y más de 90 embarcaciones frente a una multitud de 320 000 personas no es tarea fácil. Como bien apuntaba Macron en marzo de 2024, “el riesgo cero no existe y es importante hacer todo lo posible para minimizar ese riesgo”
Desde el punto de vista de la seguridad, el río crea una barrera natural para las delegaciones olímpicas a las que será difícil acercarse físicamente. Sin embargo, un recorrido de este tipo en un contexto como el actual presenta multitud de cuestiones a tener en cuenta.
Alrededor de 100 000 espectadores, que han pagado por el acceso entre 90 euros en categoría D y 2 700 en categoría A, observarán desde la orilla baja del río, aunque las primeras filas están reservadas para personalidades y el acceso se realiza exclusivamente con invitación. Se estima que 220 000 personas más asistirán a la ceremonia en la parte más alta de los muelles (a pie de calle).
En marzo de 2024, el todavía primer ministro en funciones Gabriel Attal elevó la alerta terrorista (plan Vigipirate) en todo el territorio nacional al nivel de “urgence attentat” (ataque de emergencia), el nivel más alto en la escala francesa.
En esta línea, Francia ha montado un perímetro antiterrorista para controlar todo el trazado del evento. Cualquiera que ingrese en este perímetro los días previos al evento es sometido a una investigación de seguridad.
Todos los edificios adyacentes al recorrido (que son muchos) han sido revisados y una unidad de tiradores se desplegará por distintas posiciones. Desde el río, la unidad marítima de la gendarmería, apoyada por distintas unidades de la armada francesa, controlará todo el recorrido y escoltará las embarcaciones de las delegaciones olímpicas.
En términos generales, Francia planea desplegar unos 45 000 miembros de las fuerzas de seguridad el día de la inauguración con el fin de crear una burbuja por tierra, agua y aire. A este esfuerzo se suman delegaciones de otros países. España, por ejemplo, envía la delegación más numerosa, con 313 policías y guardias civiles, a París.
Francia cerrará el espacio aéreo en un radio de 150 kilómetros de la capital. Nada volará esa tarde del 26 de julio en la capital francesas excepto los helicópteros Fennec que patrullarán y protegerán el espacio aéreo apoyados por sistemas de defensa antiaérea.
A estos esfuerzos se suma también la Unidad Interagencia Antidrones de la base militar de Villacoublay. De igual modo, aunque la responsabilidad de la seguridad recae en manos francesas, la OTAN ha participado en este tipo de eventos (Olimpiadas de Grecia, en 2004) con aviones radar AWACS (Airborne Warning & Control System) para el control del espacio aéreo.
En definitiva, todas estas acciones operativas para dar respuesta a la necesidad de seguridad de la inauguración se enmarcan en un trabajo de carácter más estratégico orientado a la lucha contra el terrorismo, donde la inteligencia y el trabajo conjunto entre distintos cuerpos de seguridad es fundamental.
En este sentido, hay lamentables antecedentes de ataques terroristas en este tipo de eventos. El atentado de Múnich de 1972 contra la delegación israelí acabó con la vida de 11 personas y una bomba en los juegos de Atlanta en 1996 asesinó a una persona e hirió a más de cien.
Este tipo de actos terroristas permite que un pequeño número de atacantes cree un estado de terror en las poblaciones civiles causando, además de la pérdida de vidas humanas, una inseguridad que consigue concentrar una atención mediática que de otro modo no habría sido posible. De hecho, el Rally Dakar se canceló en 2008 debido a la amenaza terrorista de Al Queda, que impedía garantizar la seguridad de la carrera.
En los últimos cinco años se ha detenido en Francia a 1 500 personas por cuestiones relacionadas con el terrorismo. En mayo de 2024, dos hombres fueron detenidos por planear atentados contra los Juegos Olímpicos: el primero, que preparaba una acción terrorista durante el paso de la llama olímpica, en Burdeos, y el segundo, que preparaba un atentado yihadista en el estadio Geoffroy Guichard, en Saint Etienne.
El Sena tiene una relación especial con la luz y el color tan necesarios en este mundo incierto, pero donde hay luz siempre hay oscuridad. Reconozcamos a todos los que trabajan en la sombra para que podamos vivir en la luz.
(*) Gustavo Díaz Matey, Profesor Titular de Relaciones Internacionales y estudios de inteligencia , Universidad Complutense de Madrid. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.