Ursula von der Leyen fue reelegida el jueves 18 de julio por los eurodiputados como presidenta de la Comisión Europea, allanando el camino para la continuidad en las principales instituciones de la Unión Europea (UE).
La presidenta de la Comisión Europea, obtuvo el apoyo del Parlamento Europeo para continuar en el cargo durante otros cinco años, con el voto a favor de 401 eurodiputados en un hemiciclo de 720 escaños.
Ursula von der Leyen fue reelegida el jueves 18 de julio por los eurodiputados como presidenta de la Comisión Europea, allanando el camino para la continuidad en las principales instituciones de la Unión Europea (UE).
Los 401 votos a favor la sitúan 41 por encima de la mayoría que necesitaba para ser confirmada, que finalmente se fijó en 360 por la ausencia del eurodiputado español de la formación Junts Toni Comín. De esta forma, 284 eurodiputados votaron en contra, 15 se abstuvieron y 7 emitieron votos nulos.
Aunque el voto era secreto, los populares, socialdemócratas, liberales y verdes indicaron con antelación que habían dado a sus eurodiputados la instrucción de votar a favor.
Por contra, los Patriotas por Europa, la Izquierda y la Europa de las Naciones Soberanas, los tres en los extremos ideológicos del arco europarlamentario, votaron en contra.
La dirigente europea aseguró que, aunque sus prioridades son impulsar la competitividad y aumentar masivamente la inversión en industrias críticas y defensa, también pretende fijar un ambicioso objetivo climático para 2040 (una reducción neta de emisiones del 90%).
Además prometió un plan de "industrias limpias" para reducir la factura energética y un "plan de vivienda asequible" para los hogares vulnerables, con, por primera vez, un comisario dedicado al tema.
Ursula von der Leyen se ve a sí misma como una garantía de estabilidad frente a las tensiones globales: disputas comerciales con Beijing, el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, guerras en Ucrania y Medio Oriente... "El baño de sangre en Gaza debe terminar inmediatamente", dijo, pidiendo "un alto el fuego inmediato y duradero”.
Tras la luz verde de los Veintisiete a finales de junio, Ursula von der Leyen, de 65 años, debía conseguir el visto bueno de al menos 361 de los 719 eurodiputados reunidos en Estrasburgo para asegurarse un nuevo mandato de cinco años al frente del Ejecutivo europeo, donde ha dejado huella desde 2019 a través de una serie de crisis. Y lo hizo, al lograr el voto de 401 de los eurodiputados.
El Partido Popular Europeo (PPE, derecha), del que procede, sigue siendo la primera fuerza del Parlamento (188 diputados electos). Los socialdemócratas (S&D) tienen 136 escaños y los liberales (Renovación) 77. Por tanto, la gran coalición de estos tres partidos era suficiente.
"Somos conscientes de los riesgos, pero no queremos darle un cheque en blanco. Queremos que siga actuando en línea con nuestra agenda: industria de defensa, tecnología digital, inversión, etc.", insistió el miércoles la eurodiputada francesa Marie-Pierre Vedrenne (Renovación), antes de la votación.
Por otro lado, Ursula von der Leyen se reafirmó en su defensa del uso de combustibles sintéticos de automoción después de 2035 e insistió en los intereses de los agricultores, demandas de los conservadores.
Por último, prometió en el hemiciclo reforzar Frontex, la agencia de fronteras de la UE, y triplicar el número de guardias fronterizos y costeros: promesas al PPE, pero también al grupo ultraderechista ECR, asociado a la dirigente italiana Giorgia Meloni.
De hecho, podría necesitar a algunos de los 78 diputados electos del grupo ECR, aunque cualquier acercamiento a este grupo sigue siendo una línea roja para liberales, socialistas y verdes, que piden "una mayoría estable con partidos pro democracia y pro UE" sin la extrema derecha.
Por el contrario, el otro grupo de extrema derecha, Patriotas por Europa, que reúne a Agrupación Nacional (Francia) y Fidesz (Hungría), con su reticente postura de apoyo a Ucrania, sigue excluido de cualquier posible mayoría.