Convertido ya en el tercer presidente de Estados Unidos acusado en un proceso parlamentario de impeachment, Donald Trump enfrentará ahora un juicio político de destitución en el Senado, donde se espera que sea absuelto por la mayoría republicana.
Convertido ya en el tercer presidente de Estados Unidos acusado en un proceso parlamentario de impeachment, Donald Trump enfrentará ahora un juicio político de destitución en el Senado, donde se espera que sea absuelto por la mayoría republicana.
Aún está por verse cómo se desarrollará este juicio, al que Trump llega acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso por haber pedido a Ucrania que investigara a su rival demócrata Joe Biden mientas retenía ayuda militar para ese país.
Entre los asuntos sin resolver están la duración del juicio, si habrá testigos y cuántos, y si habrá partes del proceso que se hagan a puertas cerradas. Los republicanos, que controlan el Senado, tendrán mayor poder de decisión sobre todas esas cuestiones.
Tras aprobar este miércoles los cargos, la Cámara de Representantes nombrará "administradores" de la acusación. La presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, podría nombrar ese equipo esta misma semana.
Los administradores deberían presentarse ante el Senado y pedir la apertura del juicio.
Luego vendría la lectura de los cargos, tras lo cual el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, jurará como presidente del juicio.
Acto seguido, Roberts tomará juramento a los 100 senadores, que harán de jurado, con la promesa de "hacer justicia imparcial de acuerdo con la Constitución y las leyes".
La Constitución da al Senado el "poder exclusivo de juzgar todas las acusaciones de impeachment". Según sus reglas, el Senado siempre debe abrir juicio si la Cámara de Representantes aprobó los cargos.
También hay reglas del Senado para los juicios políticos, aunque muchas cuestiones, como su duración, se terminan negociando, tal como sucedió con los presidentes Bill Clinton, en 1999, y Andrew Johnson, en 1868.
El líder de la bancada de senadores demócratas, Chuck Schumer, propuso esta semana que el juicio empiece el 6 de enero y que se llame a declarar a cuatro testigos, entre ellos el jefe de gabinete, Mick Mulvaney, y el ex asesor de seguridad nacional, John Bolton.
El tema de los testigos fue uno de los más debatidos en el juicio a Clinton.
La mayoría republicana consiguió, vía intimaciones, el testimonio en privado de Monica Lewinsky y otras dos personas.
En comparación, 40 testigos declararon en público en el juicio a Johnson.
En algunos aspectos, el juicio se parece a un típico procedimiento en un tribunal con un juez que preside y un jurado inusualmente numeroso de 100 senadores.
Pero hay diferencias cruciales.
Por un lado, se necesita una mayoría especial de dos tercios (67 de 100 si están todos presentes) para destituir a un presidente. Por otro, aunque los senadores son quienes definen, también fijan las reglas del juicio, pueden hacer preguntas y hasta ser testigos.
Los republicanos controlan 53 de las bancas del actual Senado.
Se prevé que los "administradores" hagan los alegatos iniciales y finales, que durarán varios días. Los senadores pueden hacerles preguntas, y también interrogar a testigos.
El equipo de defensa de Trump tendrá el mismo tiempo para refutar los cargos.
Por simple mayoría, el Senado podría votar poner fin al juicio rápidamente, aunque este es otro de los temas que se va a negociar.
Algunos republicanos quieren un juicio breve en este caso y otros uno más largo.
El presidente de la Corte Suprema es el juez del juicio político porque así lo establece la Constitución. La Carta Magna sacó de la ecuación al vicepresidente, que también es presidente del Senado, porque él debería convertirse en presidente si éste es destituido.
Roberts puede decidir sobre cuestiones de evidencia o procedimiento que no estén reguladas por el Senado. Pero, a diferencia de los que pasa en la Justicia ordinaria, los senadores pueden revocar sus órdenes con una votación por mayoría simple.
Finalmente, los senadores deliberarán antes de su veredicto, y dependerá de ellos si lo hacen en público o en privado. En 1999, se hizo en privado.
Una vez que se haya llegado a una decisión, el Senado sesiona en público para votar cada cargo. Los senadores se pondrán de pie uno a uno y darán su veredicto: culpable o inocente.
Si Trump no es condenado, el juicio termina y él sigue en el cargo.
Si es condenado, será automáticamente destituido y reemplazado por el vicepresidente Mike Pence.