El Litoral
Hubo caras serias y palabras fuertes la última vez que Estados Unidos, México y Canadá se reunieron hace un mes para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta o TLCAN). Esta semana volverán a encontrarse.
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DPA
Desde el viernes hasta al martes 21 tendrá lugar en Ciudad de México la quinta ronda de revisión del pacto, que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con abandonar como forma de presión ante la postura dura de sus socios.
Trump prefiere los tratados bilaterales y negocia a regañadientes. Su administración presentó en la anterior ronda propuestas que México y Canadá consideran inaceptables, como una cláusula de caducidad del pacto cada cinco años y reglas de origen más estrictas.
"Vamos a presentar propuestas y contrapuestas a muchos de los temas que ya Estados Unidos ha puesto sobre la mesa", adelantó el negociador jefe de México, Kenneth Smith. "Sin lugar a dudas, es la primera vez que vamos a tener una conversación específica sobre el tema de reglas de origen automotriz".
Las reglas de origen son uno de los temas más controvertidos, en especial para México, séptimo mayor productor de automóviles del mundo, con Estados Unidos como principal mercado. Esas reglas establecen cuánto de contenido regional deben tener los automóviles y autopartes fabricados en Norteamérica para gozar de los beneficios del pacto.
Actualmente se exige un 62,5 por ciento para vehículos y lo demás puede proceder de otros países. Estados Unidos pretende subir el porcentaje regional al 85 por ciento y que el 50 por ciento sea contenido estadounidense.
"Nuestra postura es muy clara: no queremos mover la regla de origen porque pensamos que la que tenemos hoy ha sido exitosa", dijo hace unos días el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), Eduardo Solís.
Otros temas complicados son el mecanismo actual de solución de disputas, compras de gobierno, lácteos y asuntos laborales.
Después de su reciente gira por Asia Trump dijo que busca "acuerdos de libre comercio justos, a diferencia de los shows del horror de las pasadas administraciones" y advirtió que todos los países que tratan con Estados Unidos "saben que las reglas han cambiado".
Desde agosto los tres países buscan cómo salvar un acuerdo que desde su entrada en vigor el 1 de enero de 1994 cuatriplicó a 1,1 billones de dólares anuales el intercambio comercial en la región.
El pacto tiene disgustado a Trump sobre todo por el déficit de 64.000 millones de dólares anuales de su país con México y por el traslado de fábricas estadounidenses a México para reducir costos y exportar después a Estados Unidos sin aranceles.
"Francamente, estoy sorprendido y disgustado por la resistencia al cambio de nuestros socios negociadores en los dos frentes", manifestó el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, al finalizar la cuarta ronda en Washington.
La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, dijo que algunas de las propuestas que había presentado Estados Unidos eran un "retroceso" y el ministro de Economía de México, Ildefonso Guajardo, advirtió que todo el mundo tiene un límite.
El Gobierno mexicano dice que el hecho de que el diálogo siga es por sí mismo una buena señal y al mismo tiempo le quita dramatismo a un posible final del pacto.
"Aun si se llegara a dar, no significaría el fin del comercio entre México y Estados Unidos", dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.
"Más de la mitad del intercambio actual entre ambos países ocurre fuera del TLCAN, se hace con las reglas de la Organización Mundial de Comercio, y los aranceles que podrían imponerse de uno y otro lado, aun sin tratado, son francamente bajos", indicó.
En las conclusiones de la ronda anterior se optó por una formulación diplomática para describir el abismo que se había abierto: "Nuevas propuestas han creado retos y los ministros discutieron las significativas brechas conceptuales entre las partes".
Por eso se dieron más tiempo hasta la siguiente ronda para buscar soluciones y prolongaron al menos hasta el primer trimestre de 2018 las negociaciones, que inicialmente pretendían cerrar a fin de año para evitar que se contaminaran con las elecciones presidenciales de México y legislativas de Estados Unidos de 2018.