El pasado martes las Eliminatorias para la Eurocopa de fútbol masculino fueron testigos de un episodio que describe el conflicto más entreverado de Europa actualmente: Kosovo.
Los rumanos levantaron una pancarta que decía “Kosovo es de Serbia”. Que relación tienen.
El pasado martes las Eliminatorias para la Eurocopa de fútbol masculino fueron testigos de un episodio que describe el conflicto más entreverado de Europa actualmente: Kosovo.
A los 19 minutos del duelo disputado entre rumanos y kosovares por el grupo I de dicha competición, una de las tribunas del Arena Națională de Bucarest mostró una bandera que indicaba: “Kosovo es de Serbia”.
La frase fue acompañada por cánticos, cóctel que provocó que los jugadores y espectadores de Kosovo decidieran retirarse. El árbitro francés Willy Delajod suspendió el encuentro durante una hora por "comportamiento discriminatorio de la afición", según UEFA.
Con lo anecdótico del resultado a favor de Rumania por 2 a 0, queda abierta una nueva problemática en el sensible conflicto de la zona de los Balcanes.
Cabe recordar que Rumania es uno de los 96 países en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que no reconocen la independencia de Kosovo en 2008, dentro de ellos se encuentran otras naciones europeas: España, Eslovaquia, Chipre, Rusia, Bielorrusia y Moldavia.
Desde enero de 1970, cuando se reafirmaron los tratados posteriores a la Primera Guerra Mundial y comenzó el libre comercio entre la República Socialista de Rumania y la República Federativa Socialista de Yugoslavia, ambas naciones han mantenido una relación muy estrecha.
La misma se extendió hasta la década pasada, cuando la adhesión de Rumania a la Unión Europea (UE) y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) puso en jaque la amistad por ciertas posturas desde Bucarest.
El peso de la iglesia ortodoxa rumana fomentó ideas de expansión en la región, argumentando que sectores de Bulgaria, Moldavia y Serbia, pertenecían a su pueblo debido a las raíces ancestrales.
A la par, mantuvo el rechazo a reconocer a Kosovo, posiblemente a modo de favor mientras le imponía condiciones a Serbia para colaborar en su ingreso a la UE. Actualmente se encuentra en estado de candidato oficial.
Mientras, reflotaba la llamada “cuestión valaca”, principal motor del reclamo regional de Rumania sobre territorios del antiguo Principado de Valaquia.
El episodio de esta semana, por fuera de manifestaciones oficiales, parece ser un reflejo de esa doble vara que utilizan los de Bucarest para su trato con los de Belgrado. El apoyo por un lado parece ser un maquillaje para las intenciones del otro.
Recientemente, y de la mano con las reuniones bilaterales que sostienen desde hace años, el Ministerio de Administración e Interior rumano manifestó “la disponibilidad de Rumania para proporcionar a la parte serbia toda la experiencia adquirida en su proceso de adhesión a la UE, en especial sobre las reformas necesarias en la preparación para la adhesión".
En 2015, el por entonces ministro de Relaciones Exteriores, Ivica Dacic, declaró: “Confianza de que Serbia seguiría demostrando su compromiso con los valores europeos e intereses de la UE, entre ellos la política exterior”.
El gobierno serbio en su momento llegó a agradecer por el “apoyo concedido a Serbia en el camino europeo así como por el deseo de llegar a un compromiso en referencia al asunto de Kosovo”.
El mensaje rechazando la independencia de Kosovo fue acompañado de otro que pudo haber pasado desapercibido: “Basarabia es Rumania”.
Basarabia o Besarabia hace referencia a un antiguo reino de origen valaco que contenía la totalidad del actual Moldavia y parte de Ucrania.
No parece casualidad entonces que hace unos meses se haya deslizado la posibilidad de que los rumanos anexaran completamente el territorio moldavo, haciendo uso de la presión ante una evidente amenaza rusa por su posición dentro del territorio autónomo de Transnistria.
El aval para que se presenten ambas banderas es sospechoso y despierta varias alertas por la postura a futuro que podría tomar Rumania de forma oficial.