El Gobierno ruso se encuentra redactando un escrito que imposibilitaría a las empresas vender petróleo a cualquier nación que coloque un techo al precio de compra.
Varios países ya acordaron aplicar un limite, y el objetivo ahora es que se sumen más países a la medida para que surta mayor efecto, incluidos grandes consumidores como China e India.
El Gobierno ruso se encuentra redactando un escrito que imposibilitaría a las empresas vender petróleo a cualquier nación que coloque un techo al precio de compra.
La medida sería una respuesta directa a los países aliados nucleados en la Unión Europea (UE) y el G7, que se encuentran discutiendo una iniciativa de esa índole. Fijar un límite al precio permitiría reducir los ingresos que recibe Rusia por vender petróleo.
Esta actividad resulta una fuente de financiamiento para sus fuerzas armadas en el marco del conflicto con Ucrania. Además el decreto evitaría prohibir la importación de su crudo ya que, de lo contrario, podría producirse un fuerte incremento en el valor internacional de este commodity, y añadir más fuego a una inflación que en Europa y Estados Unidos se sitúa a niveles récord.
La iniciativa prohibiría a todas las empresas proveer servicios –incluida, por ejemplo, la embarcación y los seguros- a los envíos de petróleo ruso en cualquier parte del mundo, salvo si el mismo es vendido por debajo del techo.
Los países del G7 ya acordaron en septiembre pasado aplicar un tope, y el objetivo ahora es que se sumen más países a la medida para que surta mayor efecto, incluidos grandes consumidores como China e India.
Sin embargo, en el caso de la UE, las negociaciones entre los países del bloque llegaron a un impasse, luego de que existieran desacuerdos respecto de cual sería en concreto el precio tope.
Algunos miembros, como los de la región báltica y Polonia, rechazan la propuesta de fijar el precio en US$ 65 el barril pues, en efecto, se situaría por arriba de los US$ 63 en los que se comercializa actualmente el petróleo ruso, y permitirá mantener prácticamente inalteradas las ganancias de Rusia.
Actualmente el costo de producción de un barril para Rusia se sitúa entre los US$ 30 y los US$ 40.
Si no se llega a un acuerdo con el tope -que permitiría seguir comercializando productos por debajo de dicho valor-, la prohibición regirá para todas las importaciones sin importar el precio.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y otros funcionarios del Kremlin ya advirtieron en las últimas semanas que no exportarán energía a los países que impongan un techo al precio.
El viceprimer ministro, Alexander Novak, indicó que en el caso de establecerse un techo Rusia simplemente reducirá su producción o redirigirá su oferta a “aliados orientados al mercado”.
El tope llevará a una caída en las inversiones y a “un déficit potencial en la oferta de petróleo”, advirtió Novak.
Algunos analistas dudan del efecto de la medida pues China, India y Turquía se perfilan actualmente como los principales destinos de las exportaciones rusas y, hasta el momento, no han mostrado intención de sumarse al tope.