La ciudad de Grindavik, en el suroeste de Islandia y donde residen unas 4.000 personas, fue evacuada este fin de semana debido a los temores de una posible erupción volcánica, informaron el sábado las autoridades de protección civil.
Se trata de Grindavik, en el suroeste de la isla europea. Hay un corredor de magma de 15 kilómetros que se extiende hasta el océano Atlántico.
La ciudad de Grindavik, en el suroeste de Islandia y donde residen unas 4.000 personas, fue evacuada este fin de semana debido a los temores de una posible erupción volcánica, informaron el sábado las autoridades de protección civil.
Antes, Islandia había declarado el estado de emergencia después de que una serie de fuertes terremotos sacudieron el suroeste de la península de Reykjanes, una situación que podría preceder a una erupción volcánica cerca de Sundhnjukagigar, a unos tres kilómetros al norte de Grindavik.
Los servicios meteorológicos islandeses habían declarado inicialmente que una erupción se produciría probablemente "en varios días, en lugar de en pocas horas", después de observar que se había acumulado magma bajo la superficie de la Tierra, a una profundidad de unos cinco kilómetros.
A pesar de que los habitantes de la ciudad islandesa de Grindavik ya pudieron retornar a sus hogares este lunes para recuperar sus pertenencias y constatar los daños provocados por la intensa actividad sísmica, se sostiene el riesgo de una erupción volcánica.
Tras varias horas esperando en su auto, vecinos de Grindavik entraron en sus casas unos minutos para recoger muebles, objetos decorativos y mascotas en presencia de numerosos policías y personal de protección civil.
Actividad
En Islandia hay 33 sistemas volcánicos activos, y el gobierno declaró el estado de emergencia y ordenó la evacuación obligatoria de Grindavik el sábado por la mañana.
Para ello se habilitaron refugios de emergencia y centros de ayuda en varias localidades vecinas.
El responsable de protección civil y de gestión de situaciones de emergencia en Islandia, Vidir Reynisson, dijo -este sábado- que la fisura medía "unos 15 km", a lo largo de los cuales se podía producir una erupción "en cualquier lugar".
"Estamos un poco desesperados, aturdidos y tristes. Cuando pensamos en el tiempo y la energía que dedicamos a construir nuestra casa, es triste", declaró Hans Wierer, un vecino de la ciudad, el domingo, cuando acudió a recuperar algunos efectos personales a su domicilio.
De momento, la situación no resulta desbordante. Sin embargo, el riesgo es de los mayores desde la erupción del Vestmannaeyjar de 1973 que comenzó sin previo aviso y destruyó 400 viviendas.
Desde el el Imperial College de Londres resaltaron que “podría volverse explosivo si el magma interacciona con el agua del mar" ya que existe un corredor de magma de 15 kilómetros de largo se extiende ahora desde el noroeste de Grindavík hasta el océano Atlántico, según la Agencia de Protección Civil local.
"Si entra en erupción bajo el mar, podría causar una erupción surtseyana similar a la que ocurrió en 1963, también en Islandia, y creó la isla de Surtsey. Esa erupción en concreto duró varios años, así que es una posibilidad", remarcó Michele Paulatto, investigador del colegio en cuestión.
"Las emanaciones tóxicas son realmente preocupantes, sobre todo el dióxido de azufre, que puede ser corrosivo y causar problemas respiratorios", añadió Paulatto. "No es algo de lo que tengamos que preocuparnos en el Reino Unido, pero la población local y los turistas pueden verse afectados dependiendo de la dirección predominante del viento".
Tres erupciones ocurrieron cerca de Fagradalsfjall, en la península de Reykjanes, en marzo de 2021, agosto de 2022 y julio de 2023. Todas tuvieron lugar lejos de cualquier infraestructura o zona poblada.
El mayor ejemplo de este último punto es el sistema volcánico Bárðarbunga, situado en el centro del país, entró en erupción en 2014, produciendo lava que cubrió 84 kilómetros cuadrados de tierras altas que no dañaron a ninguna comunidad.
El principal motivo del drama constante que sufre Islandia es que se encuentra en el límite de una placa tectónica que se separa continuamente, alejando a Norteamérica y Eurasia a lo largo de la línea de la Dorsal Mesoatlántica. Bajo ella se asienta una potente corriente del manto, una zona más caliente que el magma circundante, que funde y adelgaza la corteza terrestre.