Los talibanes aseguraron este lunes que controlan todo Afganistán, tras afirmar haber capturado el valle del Panjshir, último gran bastión de resistencia armada, donde el jefe Ahmad Masud llamó a "levantarse" contra el nuevo régimen.
Tomaron el valle de Panjshir, último gran bastión de resistencia armada y proclamaron el control de todo Afganistán.
Los talibanes aseguraron este lunes que controlan todo Afganistán, tras afirmar haber capturado el valle del Panjshir, último gran bastión de resistencia armada, donde el jefe Ahmad Masud llamó a "levantarse" contra el nuevo régimen.
Tras su fulminante victoria sobre las tropas gubernamentales en agosto y la retirada de Estados Unidos hace una semana tras 20 años de guerra, los talibanes buscaban sofocar la resistencia parapetada en el montañoso valle del Panjshir, a 80 kilómetros al norte de Kabul.
El Panjshir era la única de las 34 provincias de Afganistán que no había caído en manos de los insurgentes, que declararon haber dado por terminada la guerra, por segunda vez en dos meses.
"Con esta victoria, nuestro país salió por completo de la ciénaga de la guerra. La gente vivirá ahora en libertad, paz y prosperidad", afirmó el principal vocero del movimiento islamista, Zabihullah Mujahid, en un comunicado, informó a agencia de noticias AFP.
Sin embargo, las fuerzas de resistencia local, dirigidas por Ahmad Masud, desmintieron los informes sobre la caída de la región a manos de los talibanes.
Histórico bastión antitalibán, el valle de Panjshir, famoso a fines de los años 80 gracias al legendario comandante Ahmed Shá Masud antes de su asesinato por Al Qaeda en 2001, alberga al Frente Nacional de Resistencia (FNR), formado tras la caída de Kabul el 15 de agosto de este año.
La región no había caído ni durante la ocupación soviética ni en el primer gobierno talibán (1996-2001).
Ahmad Masud, hijo del comandante Masud, respondió a los talibanes llamando a "levantarse por la dignidad, la libertad y la prosperidad" de Afganistán.
Si bien el FNR reconoció fuertes bajas en combates durante el fin de semana y pidió un alto el fuego, afirma retener "posiciones estratégicas" en la zona y "continuar" con su lucha.
En tanto, la agencia de noticias Sputnik informó en base a una fuente que no identificó que alrededor de 500 combatientes de la resistencia y talibanes -entre los que se cuenta uno de los altos mandos- murieron en el transcurso de tres días de combates sobre el terreno de Qari Fasihuddin en la provincia de Panjshir.
No obstante, la información de su muerte no está confirmada todavía por los mismos talibanes.
En una conferencia de prensa en Kabul, el vocero de los talibanes advirtió ante nuevos intentos de insurgencia y llamó a los antiguos efectivos de las fuerzas armadas a integrarse en las tropas de su régimen.
Imágenes publicadas en redes sociales mostraban a los talibanes en las oficinas del gobernador de la provincia de Panjshir y banderas del movimiento islamista ondeando por todos lados.
Mientras tanto, los talibanes todavía trabajan en la confección de su Gobierno tres semanas después de entrar a Kabul. Su anuncio estaba previsto el pasado fin de semana, pero se hace esperar.
Mujahid explicó hoy que la formación de un Gobierno "interino" se anunciará "en los "próximos días", una vez se resuelvan algunas "cuestiones técnicas".
En repetidas ocasiones prometieron un ejecutivo más "inclusivo" y representativo de la variedad étnica que durante su primer régimen, basado en una interpretación ultrarrigurosa de la ley islámica. La inclusión de mujeres es poco probable.
Durante el primer mandato talibán, sus derechos fueron severamente laminados, sin la posibilidad de estudiar ni trabajar ni salir a la calle solas.
Ahora, el responsable de educación talibán afirmó que les permitirán ir a la universidad si las clases están segregadas por sexos o separadas por una cortina.
Las estudiantes también deberán vestir abaya negra (un largo velo que cubre todo el cuerpo) y un nicab que tape el rostro, pero no será necesario burka, que solo tenía una redecilla a la altura de los ojos.
La asunción del poder lleva aparejada múltiples desafíos para los talibanes, incluyendo las necesidades humanitarias de gran parte de la población que requerirán asistencia internacional.
El enviado humanitario de Naciones Unidas, Martin Griffiths, llegó a Kabul para reunirse con el comando talibán, que prometió ayudar.
"Las autoridades aseguraron que la seguridad del personal humanitario y el acceso humanitario a las personas necesitadas estarán garantizados, y que los trabajadores humanitarios (tanto hombres como mujeres) tendrán garantizada libertad de movimiento", dijo en un comunicado el vocero de la ONU, Stephane Dujarric. La comunidad internacional aún está asimilando la llegada del nuevo régimen.
Irán, con una amplia frontera con Afganistán, condenó "firmemente" este lunes la ofensiva talibán contra el valle de Panjshir, tras semanas en las que había evitado condenar las acciones de las nuevas autoridades afganas.
En tanto, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken inició una visita de tres días a Qatar, un actor clave en la crisis afgana, que alberga una importante base militar estadounidense, donde se les permitió hacer escala a 55.000 personas sacadas de Afganistán, casi la mitad de los evacuados por las potencias occidentales.
Con información de Télam