El gobierno talibán se reunió en Kabul con un enviado del Reino Unido, en un nuevo intento de mejorar la visión que la comunidad internacional tiene de los insurgentes, principalmente en torno al trato con las mujeres y las minorías, en medio de denuncias de represión y una creciente segregación en espacios públicos.
En la reunión se abordó "la crisis humanitaria en Afganistán, la manera de impedir que el país vuelva a convertirse en un foco del terrorismo internacional y la necesidad de permitir a los afganos y a los extranjeros partir del país si lo desean", señaló la Cancillería británica.
Según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, del encuentro participaron Simon Gass, enviado del Reino Unido, el ministro de Relaciones Exteriores afgano, Amir Khan Muttaqi, y el viceprimer ministro de Afganistán, Abdul Ghani Baradar.
En el poder en un país pobre, con veinte años de guerra a cuestas y un gobierno que hasta ahora no sumó nuevos aliados con respecto de su primer periodo al frente de Afganistán en los años 90 (Pakistán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos), los talibanes buscan mejorar su posición ante el mundo y así poder recibir ayuda internacional.
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores afgano, Abdul Qahar Balkhi, dijo que se mantuvieron "discusiones detalladas sobre la reactivación de las relaciones diplomáticas bilaterales".
Los derechos de las mujeres
La cancillería británica, por su parte, recalcó haber puesto "el trato a las minorías, así como los derechos de las mujeres y las niñas" como condición indispensable para una relación duradera con los talibanes. Si bien en la provincia de Kunduz, en el norte de Afganistán, las niñas pudieron regresar a algunas escuelas, esta medida no se aplica al resto del país.
La mayoría de las escuelas afganas reabrieron a mediados de septiembre, pero sólo para los niños. Un funcionario del Ministerio de Educación de Kabul, Mohammad Abid, dijo que "las escuelas secundarias siguen cerradas para las niñas". Las mujeres afganas tienen acceso únicamente a la educación primaria y a universidades privadas, pero sólo si llevan el velo integral y no se mezclan con los hombres.
La comunidad internacional condenó estas medidas y temen que los talibanes estén imponiendo el mismo tipo de régimen fundamentalista y brutal que cuando estuvieron en el poder entre 1996 y 2001.
En dicho contexto, Amnistía Internacional denunció el asesinato de trece hazaras, miembros de un grupo étnico de lengua persa, en la provincia central de Daykundi la semana pasada, el cual calificó como un "crimen de guerra". Once de los asesinados eran antiguos soldados del gobierno. Nueve de ellos fueron ejecutados tras rendirse.