Tras ataques masivos de Rusia, los cortes de luz dejan de ser un problema en plena guerra
Los misiles rusos no dejan de caer en Ucrania. Las noticias de su impacto en infraestructura crítica y la perspectiva argentina hacen creer que el paisaje sería de plena oscuridad cuando el sol se esconde. Nada más alejado.
Tras ataques masivos de Rusia, los cortes de luz dejan de ser un problema en plena guerra
Cerca del 50% del sistema eléctrico ucraniano llegó a ser afectado, en simultáneo, desde que comenzó la invasión militar rusa. Eso se acentuó cuando las fuerzas que responden a Vladimir Putin decidieron atacar infraestructura crítica para golpear en la templanza de los ucranianos. Si bien los primeros impactos incluyeron cortes masivos, hospitales sin energía y apagones generales, eso está quedando poco a poco atrás.
En plena Navidad y Año Nuevo, las autoridades pedían a los vecinos que no enciendan adornos de época, que la cartelería de los comercios quede siempre apagada y que traten de usar lo mínimo e indispensable de electricidad en casa. Afuera, la iluminación pública permanecía directamente apagada. Se buscaba ahorrar y preservar el sistema energético para prevenir mayores daños en medio de un incesante ataque ruso.
Con esa premisa y los anuncios cruzados de contraofensiva, El Litoral llegaba a Ucrania con la expectativa de atravesar graves problemas de conectividad y falta de electricidad. Sin embargo, la primera noche – viajando en tren por gran parte del territorio invadido – se logró tomar dimensión de una realidad distinta: la mayoría de las localidades tenían luces encendidas en los hogares y las calles estaban iluminadas.
Plan de emergencia
Al llegar a Kyiv, la capital, todo parecía funcionar perfectamente. Oleksii, el productor local, señalaba que hacía pocos días se había autorizado el uso del alumbrado público durante la noche y que la ciudad recobraba algo de vida en ese sentido.
El día siguiente hubo un nuevo ataque masivo de misiles. Llegaron a Kyiv después de varios días y alteraron al 30% del sistema energético regional, que fue afectado por la interconexión con otras regiones, también atacadas. El gobierno local anunció cortes programados para restablecer el servicio lo antes posible y el impacto nunca fue percibido por el equipo periodístico argentino en el lugar.
El siguiente destino a visitar era Kharkiv, justamente una de las zonas más afectadas por el último raid de misiles. Ahí sí la situación fue otra cuando El Litoral llegó durante la noche. Todo estaba a oscuras en la ciudad más grande de Ucrania y, en pleno toque de queda, parecía una ciudad fantasma y no con más de un millón de habitantes. En el hotel, el check-in fue con ayuda de linternas y tampoco había agua.
Al comenzar el día, había energía. Pero afuera todavía no funcionaban los semáforos y el tránsito era un caos. La mayoría de los locales comerciales y gastronómicos permanecían cerrados. Quienes abrían lo hacían con la ayuda de generadores autónomos. Con ese escenario, el medio abandonó la ciudad 48 Hs. Para cubrir el frente de guerra. Al regresar, todo en Kharkiv funcionaba casi con absoluta normalidad.
Protocolos
Para entender la velocidad de recuperación, hay que poner sobre la mesa – también – cómo afronta el momento de desconexión el ucraniano: en los centros de "invencibilidad". Solamente en Kyiv hay miles de ellos y son puestos organizados por el gobierno que aseguran acceso a agua, energía y primeros auxilios a quienes lo necesitan. Operan las 24 horas y es una tranquilidad permanente para los vecinos, que les alivia – al menos – un problema en medio del sonar de las sirenas.
También hay que mencionar algo ya dicho: la rápida desconexión del sistema. Las autoridades apagan todo rápidamente cuando un ataque llega a una usina. Sucede que la energía ucraniana está interconectada y eso es un arma de doble filo. Por un lado, buscan minimizar el daño para agilizar la tarea de reparación. Por otro, un oportuno cambio de fases puede permitirles alimentar a una región (o parte de ella) con electricidad de otra.
El paso del tiempo, la experiencia que eso implica, y la voluntad de salir adelante permite conjuntamente al compromiso de las autoridades esta realidad que parece lejana para cualquier argentino. De ninguna manera los problemas de servicio dejaron de existir en las localidades de la línea cero o para algunos centros de refugiados o sanitarios, pero lo cierto es que todos los recorridos por El Litoral ya cuentan con – al menos – una alternativa autónoma para tener luz y agua permanentemente.