Martes 7.7.2020
/Última actualización 19:12
La administración Trump sumó anoche una preocupación más a los cientos de miles de estudiantes internacionales matriculados en las universidades de Estados Unidos, pendientes de la decisión de si este otoño habrá o no clases presenciales. En caso de que sus instituciones educativas se pasen a las clases online como medida de prevención contra el coronavirus, deberán abandonar de inmediato el país, so pena de ser deportados a sus países de origen.
Así consta en las nuevas ordenanzas publicadas el lunes por el departamento de Inmigración y Control de Aduanas estadounidense, que anuncia un cambio legal “en un futuro cercano” para hacer efectiva la reforma de las normas, que cuando la pasada primavera las universidades cerraron sus puertas autorizaron a los estudiantes a seguir en el país. El Departamento de Estado, avanzan, dejará de emitir visados para personas que quieran matricularse en centros educativos que ya hayan decidido que por ahora se van a pasar a las clases online.
“Los estudiantes actuales que ya están en EE.UU. matriculados en ese tipo de programas deben abandonar el país o tomar medidas como pasarse a una escuela que ofrezca instrucción en persona para mantener un estatus legal”, advierte la circular sobre el Programa de Intercambio de Visitantes. “De lo contrario, se enfrentarán a consecuencias migratorias que incluyen, aunque no solamente, el comienzo de procesos de expulsión”. Los estudiantes tienen 10 días para actualizar el estatus de sus clases en sus fichas dentro del SEVIS (Student and Exchange Visitor Information System) en cuanto sepan de su nueva situación educativa.
De acuerdo con Institute International Education, un organismo sin ánimo de lucro, durante el curso 2018-2019 había 1.095.299 estudiantes extranjeros en el país norteamericano. El año pasado se concedieron casi 400.000 permisos a estudiantes internacionales del tipo F-1 y M-1, visados de tipo no inmigrante que permite cursar estudios universitarios y vocacionales, según datos del Departamento de Estado. La legislación les obliga a matricularse en un mínimo de clases presenciales para poder concederles los permisos pertinentes. Las circunstancias extraordinarias actuales no son óbice, para la administración Trump, para mantener las excepciones adoptadas hace unos meses para permitir a los estudiantes terminar el curso.
El anuncio, que llega totalmente por sorpresa y deja a los afectados en un complicado limbo legal y personal, provocó reacciones de condena por parte de asociaciones de estudiantes, políticos y especialistas en Educación, que resaltan también el valor económico que los alumnos extranjeros tienen para EE.UU. Los estudiantes universitarios internacionales aportaron 45.000 millones de dólares a la economía estadounidense en el 2018, de acuerdo con datos del Departamento de Comercio estadounidense. Sus matrículas, de hecho, sirven para financiar el coste de los estudios para los americanos.
“Esta decisión no tiene sentido, es xenófoba y cruel”, critica la senadora demócrata Elizabeth Warren. “La crueldad de esta Casa Blanca no conoce límites. Se está amenazando a los estudiantes extranjeros a elegir entre poner en riesgo sus vidas asistiendo a clases presenciales o ser deportados”, denunció su colega el senador Bernie Sanders. “La educación universitaria es un bien de exportación en EE.UU. Los estudiantes con visados no están quitando empleos a los estadounidenses, están comprando un producto estadounidense. Lo que está haciendo la Administración es hacer daño a las empresas americanas”, afirma el profesor Hans Noel, asociado a la universidad de Georgetown en Washington. Esta decisión, añade, “nos dice mucho de la versión del conservadurismo de Trump: no tiene que ver con el libre mercado, no es pro business. Es punitiva con una industria y un grupo, nos lo americanos, que a los trumpistas conservadores no les gusta”.
El anuncio llega en un momento en que las universidades están haciendo públicos sus planes sobre la reanudación del curso. Muchas han anunciado que optarán por clases presenciales, algunos prevén un modelo híbrido y otras, como Harvard y Princeton, de momento sólo se compromete a impartir cursos online, aunque planeen reunir en sus campus a parte de los estudiantes. El presidente Donald Trump ha acusado a las universidades de no querer abrir sus puertas no porque estén preocupados por la pandemia sino “por razones políticas”, para hacer un favor a los demócratas y ayudarles a ganar las elecciones este otoño. “Se creen que les va a ayudar en noviembre. Pues se equivocan, ¡la gente no es tonta!”, tuiteó.