(Enviado especial a Ucrania)
Las autoridades de Kyiv (Kiev) aseguran que varios militares rusos buscan despegarse de las órdenes de su gobierno, mientras otros cometen nuevos crímenes de guerra. El impacto en el frente de las fallas logísticas y de liderazgo político explicadas por veteranos de Malvinas. La relación con la “población atacada”. La mirada de un analista que combatió en Malvinas.
(Enviado especial a Ucrania)
“En el contexto de los éxitos de combate de las Fuerzas Armadas de Ucrania, se observan deserciones en las fuerzas enemigas” reza parte de un comunicado militar de Ucrania. En el mismo se indica que las autoridades impuestas por Rusia en las región anexionada de Kherson señalan a los mismos las sanciones previstas por las leyes y reglamentos rusos para estos comportamientos. De hecho, las amenazas llegan para aquellos rusos que vivían en estas regiones – ahora controladas por Rusia – y no se presentaron a cumplir sus servicios militares desde 2017. Las penas van desde 4 a 12 años de prisión.
El coronel (retirado) José Martiniano Duarte del Ejército Argentino explica que el grado de deserción de soldados en una guerra es un termómetro que señala el estado de situación: “La moral del ejército, los problemas en los altos mandos, condición de vida de la tropa, trato entre mandos altos, medios y subalternos”. En el último punto, el veterano de la guerra de Malvinas apunta que – en el caso del presente artículo – será importante identificar si se trata de “casos individuales o si se trata de fracciones orgánicas, lo que significaría un problema muy grande porque ya se podría hablar de una ‘desconexión’ entre los niveles estratégicos y tácticos”. Eso sería un síntoma principal de la pérdida de confianza de quienes están en primera línea respecto a sus mandos. La situación de los funcionarios locales que abandonan lleva la misma incógnita: “¿Acaso hay diferencias no escuchadas entre los funcionarios en Moscú con los que están administrando niveles menores en el teatro de operaciones?”, se pregunta el especialista argentino. Al momento, esto no puede ser confirmado con la rigurosidad pertinente.
Si bien intentan detener lo que parece un desplante de la tropa en la citada región, las autoridades rusas comenzaron a enviar parte de sus equipos de trabajo hacia Crimea. En este sentido, Ucrania asegura que han comenzado un llamado de “evacuación voluntaria” para todos los que estén dispuestos a irse. Para ello, dispuso hasta el momento camiones militares y el permiso para viajar únicamente con equipaje de mano.
La explicación de este fenómeno – varias veces señalado desde que comenzó la invasión y profundizado entre los civiles en la movilización de las reservas del último cuatrimestre del 2022 – encuentra razones en la falta de liderazgo de los altos mandos rusos. De hecho, los llamados “batallones cosacos” están comenzando a operar desentendidos de las órdenes del Estado Mayor ruso en Kherson, particularmente. Si bien el balance en la interacción de las autoridades rusas debe incluir un fuerte y persuasivo mensaje político, hacia la comunidad internacional y la propia población rusa, éste no debe ser desproporcionado a lo realmente brindado a quienes intentan materializar los fines buscados. Aquí vale traer a colación los contrapuntos que salieron a luz pocas semanas atrás dentro de otro grupo inorgánico: los mercenarios de Wagner, que acusaron al Kremlin de dejarlos abandonados en el frente de batalla. Esto lleva a que cada vez haya menos fluidez en las comunicaciones y menos coordinación en las acciones entre los distintos elementos orgánicos e inorgánicos, con todo el efecto negativo que eso significa para el cumplimiento de los objetivos tácticos rusos en las diversas regiones.
La desmotivación a la que llegan algunos soldados que responden a Vladimir Putin, se complementa con la falta de insumos y medios para cumplir lo exigido. Por caso, un informe de inteligencia ucraniano afirma que buscan engañar a los ucranianos movilizando convoyes militares en zonas donde finalmente nada ocurrirá. Pero que allí el combustible es insuficiente y este tipo de acciones de engaño pone en riesgo la capacidad de defensa de esas tropas rusas ante un eventual ataque ucraniano, lo que genera fastidio en los menores niveles.
Las presiones citadas anteriormente no llegan sólo a los uniformados atacantes, sino también a los habitantes de las zonas controladas por ellos. Como ejemplo, podemos citar las últimas denuncias en ese sentido: en Donetsk armaron un taller en una escuela, donde obligan a sus estudiantes (ucranianos) a colaborar con la reparación de los equipos y vehículos rusos que llegan dañados hasta allí. Del mismo modo, aquellos ucranianos que viven en ciudades anexionadas por Rusia – y no recibieron su pasaporte ruso – acusan que son despojados de sus vehículos y hasta de sus viviendas. En Boiove, Kherson, más de 200 ucranianos fueron detenidos y llevados a un lugar desconocido para ser interrogados, mientras sus bienes están siendo usados por mercenarios pro rusos. Otro delito denunciado es el de la colocación de defensa antiaérea en medio de zonas residenciales (terminantemente prohibido por las normas bélicas internacionales), aunque es una acción que también Rusia asegura encontrar en el despliegue ucraniano en su propia población.
El coronel Duarte apunta que obligar a la población a “tareas forzosas” es “propio del desempeño de un ejército de ocupación y no de uno que llega para liberar, salvar y ayudar. Esto traerá serios problemas a futuro” en la comunión entre los habitantes civiles y los militares que tomaron el control.
Basado en su experiencia, el entrevistado recuerda que “en Malvinas protegimos en todo momento la vida y propiedad de los kelpers, por eso hoy los veteranos podemos viajar libremente a las islas sin ningún problema por parte de quienes viven allí”. Sobre los problemas logísticos, destaca que “afectan directamente a la moral del personal y, en una guerra, nunca es perfecto el flujo logístico. En Malvinas, a pesar de una conducción política y estratégica desastrosa, las fracciones menores al nivel de unidad (regimientos, batallones, etc.) mantuvieron una moral aceptable y no hubo deserciones”.