La misma se une a la prueba molecular, que descubre la genética del virus, y la rápida o serológica, que descubre los anticuerpos que produce nuestro cuerpo en defensa al virus.
Es de código abierto, cuesta diez dólares y tiene un 94% de exactitud
La misma se une a la prueba molecular, que descubre la genética del virus, y la rápida o serológica, que descubre los anticuerpos que produce nuestro cuerpo en defensa al virus.
Uno de los asuntos más complicados en la lucha contra la pandemia ha sido el de las pruebas para diagnosticar la enfermedad. Existen dos tipos de pruebas de covid-19, la que detecta el virus en las vías respiratorias de la persona afectada, y la que descubre -en la sangre- la respuesta del organismo a la infección por el virus.
La primera se llama prueba molecular o genética porque descubre segmentos de la estructura genética del virus, usando una tecnología llamada PCR (Reacción en cadena de la polimerasa), que los amplifica y permite reconocerlos. La segunda, llamada prueba rápida o serológica, descubre los anticuerpos o inmunoglobulinas que produce el sistema de defensa en respuesta a la infección viral.
La prueba genética o molecular se hace tomando una muestra de secreción de la garganta y de la nasofaringe, que es la parte del cuerpo que solo es alcanzada con un procedimiento muy incómodo, en el que un hisopo es introducido profundamente a través de la nariz hasta llegar a la parte alta de la garganta. El nuevo sistema podría dar el resultado positivo de una prueba molecular en solo cinco minutos, y el resultado negativo en 13, pero se reportó que podía -en ciertas circunstancias- dar falsos negativos.
La importancia fundamental de la prueba molecular es que, al identificar a la persona infectada, y saber que tiene el virus en la nariz y la garganta -y ser por lo tanto contagiosa- se le recomienda que se aísle y se le advierte a la familia que debe protegerse de la infección. El problema con las pruebas moleculares PCR es que, por un lado, la obtención de la muestra es muy incómoda, y por otro, que el proceso de la muestra requiere de máquinas y personal muy especializado, además de que demora algunas horas.
Es por eso por lo que investigadores en todo el mundo están tratando de desarrollar un tipo de análisis del nuevo coronavirus que se pueda hacer con la saliva. La más reciente prueba -porque ya existen cuatro- fue autorizada para uso de emergencia por la Administración de Medicinas y Alimentos de Estados Unidos el 15 de agosto, y fue desarrollada por investigadores de la Universidad de Yale en Estados Unidos.
Para hacer la prueba, llamada SalivaDirect, la persona recoge desde su casa un poco de saliva en un envase estéril y lo envía al laboratorio, en donde el resultado puede estar listo en muy poco tiempo, por lo que la persona puede ser notificada rápidamente. La prueba elimina la necesidad de costosos envases usados para preservar el virus en otros tipos de exámenes de saliva. Con la prueba SalivaDirect, el virus puede permanecer viable a la temperatura ambiente durante varias horas.
Lo interesante del proyecto es que, al igual que ciertos programas informáticos que son de uso libre, los detalles del proceso de la prueba son también “open source” o de código abierto, es decir, la Universidad de Yale la ha donado para que cualquier laboratorio pueda hacerla gratuitamente, de acuerdo a sus especificaciones. Se estima que costará 10 dólares. En lo referente a su fiabilidad, los investigadores reportan que al ser comparada a la prueba molecular PCR estándar, sus resultados coinciden en un 94%.
Se estima que en los meses que quedan hasta tener una vacuna efectiva, la disponibilidad de pruebas moleculares rápidas, baratas y que una persona pueda repetir múltiples veces, son la única posibilidad de encontrar casos, aislarlos y evitar brotes.