Estados Unidos y China en una disputa por el sudeste Asiático que puede derivar en la peor guerra
Los gigantes de Occidente y Oriente mantienen hace décadas una pulseada por el paso del mar de la China Meridional. El conflicto con Taiwán es la pólvora más potente.
La rispidez con la China de Xi Jinping creció desde la gestión Joe Biden. Crédito: Kevin Lamarque/Reuters
La disputa territorial en el Mar de China Meridional es uno de los focos de mayor atención a nivel económico y político en el Mundo. Con intereses del país homónimo (por cercania directa) y de Estados Unidos (por estrategia), se puede considerar como uno de los conflictos con un alto potencial de riesgo en la actualidad.
Calificado como "latente" en su complejidad, es innegable que las tensiones en la región son una constante y pueden fácilmente desencadenar una escalada. Los riesgos y posibles escenarios crecen cuando se remarca el punto principal de la discusión: el reclamo de los siete países ubicados en el sudeste Asiático.
El destructor de misiles guiados USS Chung-Hoon de la Marina de los EE. UU. navega junto a la fragata de la Marina Real Canadiense HMCS Montreal durante las operaciones del Surface Action Group como parte del ejercicio "Noble Wolverine" en el Mar de China Meridional en mayo de 2023. Crédito: U.S. Navy/Naval Air Crewman (Helicopter)/Reuters
Filipinas, Malasia, Vietnam, Indonesia, Brunei, Taiwán y la República Popular China elevan pedidos con diversas facultades y para varias porciones de la región que provocan disputas entrelazadas.
Los reclamos específicos de cada nación y la relevancia de cada uno de los territorios se encuentran ampliadas en el siguiente artículo.
Sobre el conflicto en general del mar de la China meridional y los deseos de hegemonía por parte de estadounidenses y chinos, El Litoral consultó a la Lic. Rocío Renna, miembro del Observatorio de Política Internacional de la UCSF (Universidad Católica de Santa Fe) y reportera Honoraria de Korea.Net/KOCIS.
China y un dominio regional con deseo de expansión
Dentro de los reclamos de China en base a la CONVEMAR (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar) adoptada en 1982, resaltan los pedidos por las Islas Spratly, las Islas Paracel y la discusión con Taiwán desde la revolución china.
Rocío Renna remarca que en lo que respecta a las Islas Paracel y sus aguas adyacentes, “aparece la rivalidad con Filipinas en relación al Bajo de Masinloc y la parte oriental de las Islas Spratly, la confrontación con Indonesia por las islas nororientales del archipiélago de las Natuna y con Brunéi por las aguas contiguas a las costas septentrionales de Borneo”.
Manifestaciones de filipinos frente al consulado de China en Manila, por la disputa de la soberanía con la pesca como eje del debate. Crédito: Erik De Castrby/Reuters
En torno a las Islas Spratly, las posturas o reclamos de Beijing y Hanoi son las más conocidas cuando se habla de los reclamos territoriales en torno al Mar de China Meridional.
“A partir de 2010, las acciones del gobierno chino para fortalecer su presencia en la región disputada se han vuelto más prominentes, sin responder frente a llamados al diálogo multilateral, y avanzando con la creación de islas artificiales en la zona en conflicto, y cierta presencia militar y comercial, como por ejemplo plataformas petroleras”, destaca Renna.
“China ha demostrado una determinación inquebrantable para hacer valer sus intereses territoriales. Estas acciones, a menudo controvertidas, revelan su firme decisión de prevalecer en la región, incluso a expensas de la ‘diplomacia pacífica’”, indica la analista internacional.
Plataforma petrolera de China en cercanía a las islas Paracel. Crédito: AP
Una de las acciones más recientes de China fue en 2014, con colocación de una plataforma petrolera china cerca de las Islas Paracel generó choques en el mar entre buques chinos y vietnamitas. Las diferencias de capacidad militar y recursos económicos se hicieron evidentes, y el conflicto incluso desencadenó en protestas violentas en Vietnam.
En 2016, Vietnam presentó fuertes objeciones ante China debido a la movilización de la plataforma petrolera Haiyang Shiyou 981 en áreas de disputa que se superponen a las plataformas continentales de ambos países. La situación se vio agravada por un aterrizaje chino en una isla artificial construida por China en aguas en disputa.
“Estos incidentes subrayan la complejidad de las disputas y cómo las acciones unilaterales pueden exacerbar aún más las tensiones entre los Estados involucrados”, remarca al respectó la licenciada.
El sumo interés por estas aguas no recae sólo en cuestiones de soberanía, sino también en su riqueza en petróleo, gas y para la práctica de la pesca. Se calcula que la región cuenta con depósitos de petróleo cuyo volumen se aproxima a los 11 millones de barriles, 150.000 millones de metros cúbicos de gas natural y su gran diversidad biológica abarca más del 30 % de los arrecifes de coral en el planeta.. Su posición en el mapa la ubica también como la segunda ruta marítima más transitada del mundo.
Sobre las capacidades superiores de China en la región y el rol de las organizaciones internacionales, Renna expresa: “A pesar de la intervención de instancias como la Corte Internacional de La Haya, la influencia del poder económico, militar y político sigue siendo evidente en el conflicto del Mar de China Meridional. Las tensiones entre China y Vietnam, así como con otros países de la región, continúan representando un desafío significativo en términos de resolución pacífica y mantenimiento de la estabilidad en la zona”.
Taiwán, un interés para todos
La isla de Taiwán, autoproclamada la República de China desde la revolución de 1945 y el exilio de Chiang Kai-shek y su gente, es el elemento clave de la pulseada entre chinos y estadounidenses en el Sudeste Asiático.
Renna indica que este asunto “excede los intereses comerciales; para que China aspire a liderar a nivel global, resulta esencial consolidar su posición en la región. Esto implica abordar la cuestión de Taiwán, una pequeña isla que, a pesar de carecer de reconocimiento internacional (lo cual si tiene la República Popular China) mantiene vínculos informales pero "estrechos" con Estados Unidos, siendo un punto de tensión entre Washington y Pekín”.
Bandera de Taiwán en Taipei. Crédito: Carlos Garcia Rawlins/Reuters
“Esta situación añade un elemento adicional de complejidad a las disputas en el Mar de China Meridional, dado que Taiwán también hace reclamaciones en el Mar de China Meridional, aunque su estatus político y su capacidad para participar en asuntos internacionales complican su posición en la disputa”, indica sobre uno de los puntos que complejiza la trama y expande el conflicto a otras naciones de la región.
La producción de semiconductores es uno de los activos de mayor valor a nivel global actualmente. Los taiwaneses se posicionan como el segundo país con el mayor porcentaje: 13,3%. Sólo son superados tímidamente por EE.UU. con 13,9%, por lo que el control comercial de estos 35.970 km² es determinante en la guerra de los chips.
Qué reclama Taiwán
Las reclamaciones de Taiwán en el Mar de China Meridional son similares a las de China continental, pero se presentan bajo la denominación de la "línea de once puntos", que fue presentada en 1947 por el gobierno de la República de China (ROC) antes de la Revolución Comunista y la fundación de la República Popular China. subrayando la importancia de la resolución de la cuestión taiwanesa para el posicionamiento global de China en la región y en el mundo.
El rol de Estados Unidos y hasta dónde puede ir
Estados Unidos ingresó en esta zona desde mediados del siglo XIX ejerciendo un rol similar al de otras potencias occidentales, a través de la bandera del libre comercio, es decir, la libertad de navegación combinada con la “forzosa” apertura de puertos al comercio.
“Estas naciones han impuesto a las unidades políticas de aquel entonces a entrar en el sistema de estados westfaliano y en el modelo económico capitalista de tipo colonial, como ha sucedido con Filipinas, Japón e incluso India (Reino Unido) y Vietnam (Francia). Por lo que hablamos de un Estado que, desde ese entonces, ha ejercido un rol e influencia asimétricos, que supo mantener su vinculación en la región en razón de sus intereses estratégicos, como sucedió durante y después de la Guerra Fría”, indica la especialista.
Sobre la postura actual de los norteamericanos, Renna remarca que “sigue siendo la misma, a diferencia de que el contexto trae nuevos factores que a veces ‘empujan’ y otras ‘ralentizan’ los incentivos de Washington, incluso re-ordenando sus prioridades. En otras palabras, la situación global actual, donde vemos a una China en ascenso, hace que Estados Unidos desarrolle en la región, a través de las relaciones bilaterales, pero sobre todo mediante la estrategia del Indo-Pacífico, acciones para contener y disuadir a China de consolidarse como líder regional y global, punto en el cual también se incluye esta disputa”.
La rispidez con la China de Xi Jinping creció desde la gestión Joe Biden. Crédito: Kevin Lamarque/Reuters
“Estados Unidos en algunos momentos interviene “apoyando la solución pacífica y el multilateralismo” para resolverlo, haciendo uso de su presencia y liderazgo internacional en espacios y organizaciones globales, fomentando la presión y mirada hacia una China que- si bien menciona que “asciende pacíficamente”- ya presenta actitudes de “nación poderosa” al preferir el bilateralismo antes que el multilateralismo”, agrega.
La apertura de varios frentes de conflicto que involucran indirectamente al gobierno del presidente Joe Biden; la invasión de Rusia a Ucrania, las huellas económicas de China en Latinoamérica y la renacida tensión en Medio Oriente tras el ataque de Hamás a Israel; obligan a establecer un orden de prioridades. El que mucho abarca poco aprieta.
En esta línea se mantiene Elbridge A. Colby, ex líder de la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos de 2018 bajo la administración Donald Trump, que con una evidente postura crítica hacia Biden, indicando que el país “no está preparado para un guerra profunda con China”.
Sobre la dificultad que implicaría enfrentar varios conflictos en simultáneo, algo que ya se volvió motivo de discusión en el Congreso estadounidense por el presupuesto, Colby declaró al medio español Descifrando la Guerra: “Mi opinión es que debemos pedir a Europa que se centre en garantizar su propia autodefensa, no en tratar de “globalizar” nuestras alianzas”.
“Si China ataca Taiwán, debemos esperar que otros frentes estén en peligro. ¿Por qué? Porque Pekín se beneficiaría de la distracción estadounidense; Pekín tiene una gran influencia sobre Rusia, Irán y Corea del Norte; y porque estos Estados tienen sus propias razones para aprovechar una oportunidad así. Así que todos debemos estar preparados. En particular, los europeos tienen que dar un paso adelante para asumir mucha más responsabilidad en su propia defensa, algo que no parece estar ocurriendo salvo en algunos casos como el de Polonia”, completa el antiguo funcionario.
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