Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comenzaron a retirar sus fuerzas de Afganistán tras admitir la imposibilidad de controlar la grave y recurrente crisis que enfrenta el país, sumido en una guerra civil, mediante una solución militar.
"Está en marcha una reducción; la semana pasada el secretario de Defensa aprobó la solicitud del Comando Central de Estados Unidos para el despliegue temporal de activos militares adicionales en su área de responsabilidad con el fin de apoyar una retirada segura y deliberada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán", informó una de las voceras de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
En el marco de la retirada de las tropas, miembros del grupo de élite Rangers del Ejército de Estados Unidos serán enviados a Afganistán por un período de tiempo para contribuir a la protección de los soldados, algo que ya sucedió con las anteriores retiradas fallidas durante el gobierno de Barack Obama y el de su sucesor, Donald Trump.
En forma paralela, la OTAN también anunció que comenzó la retirada de las tropas que mantiene en territorio afgano, como Estados Unidos, con especial atención a las medidas de seguridad.
Así lo contó este jueves a las principales agencias de noticias del mundo un funcionario de esa alianza militar occidental. "La retirada comenzó. Será un proceso ordenado, coordinado y deliberado. La seguridad de las tropas será una prioridad absoluta en cada etapa", señaló la fuente citada.
Además, dicha fuente advirtió que cualquier eventual ataque por parte de los talibanes contra las tropas de la OTAN igualmente será enfrentado con fuerza, aunque mostró su confianza en el proceso de retirada, que debería completarse en unos pocos meses. El 14 de abril, los países de la OTAN acordaron iniciar la retirada y divulgaron una nota donde reconocieron "que no hay una solución militar a los desafíos que enfrenta Afganistán".
"No es una decisión fácil"
"Fuimos juntos a Afganistán, adaptamos juntos nuestra posición, y estamos unidos en retirarnos juntos", dijo ese día el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien alertó que "no es una decisión fácil, e incluye riesgos". Hace una semana, el gobierno de Alemania adelantó que pretendía retirar sus tropas del contingente de la OTAN en torno del 4 de julio. Por su parte, el gobierno de Estados Unidos ya anunció su decisión de completar la retirada de sus tropas de aquí al 11 de septiembre, cuando se cumplirían veinte años de los atentados en Nueva York y Washington.
Los países de la OTAN apuntaron el mes pasado que la retirada de tropas de la alianza militar no representa una ruptura con Afganistán. "La retirada de nuestras tropas no significa terminar nuestra relación con Afganistán. En cambio, es el inicio de un nuevo capítulo", señalaron en una nota.
Actualmente, Estados Unidos mantiene unos 2.500 soldados en Afganistán. Entre los europeos, Alemania cuenta 1.300 tropas, Italia 895 y el Reino Unido 750. La complejidad de la operación, después de dos décadas de presencia en suelo afgano, es de tal magnitud que Estados Unidos anunció que incluso desplegará fuerzas adicionales en la región.
Washington envió a la región del Golfo Pérsico dos bombarderos B-52 adicionales y amplió la misión del portaaviones USS Eisehower, para proteger la salida de las tropas. Esos aviones B-52 pueden llevar armas nucleares, y suelen estar instalados en Qatar, donde el ejército estadounidense tiene una gran base.
El miércoles pasado, el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, reconoció que es difícil predecir el futuro de Afganistán después de la salida de las tropas de la OTAN. "En un análisis del peor escenario, tenemos el colapso del gobierno y el colapso militar. Tenemos un guerra civil y la catástrofe humanitaria que viene con eso", observó el líder militar.