A dos días de la segunda vuelta de la elección presidencial en Uruguay, analistas coinciden en que la misma ya se encuentra definida y dan como ganador al candidato del Partido Nacional (PN), Luis Lacalle Pou, a pesar de que esperaban el balotaje más reñido de la historia.
En la primera jornada de veda, las canales de televisión y las radios uruguayas dejaron de emitir publicidades y noticias de campaña, tras un mes intenso desde la primera vuelta del 27 de octubre, donde los dos candidatos multiplicaron sus apariciones públicas.
Sin embargo, en las calles el clima electoral sigue omnipresente por la posibilidad de continuar con las volteadas o con el colorido que aportan los automovilistas con sus autos decorados decorados con las banderas rojas, azules y blancas del oficialista Frente Amplio (FA) o las blanquicelestes del favorito PN.
Hoy los diarios locales apoyados en las cinco encuestas publicadas ayer en el cierre de la campaña coincidieron en dar por hecho la victoria de la oposición tras 15 años de gobierno frenteamplista, algo que sale a La Luz al conversar con militantes de uno u otro partido, de la desazón oficialista a la indisimulable pero cauta alegría de los simpatizantes del sector nacionalista.
Pero la sensación de definición anticipada no solo se siente en las calles y se trasluce en los medios de comunicación, también es marcada entre analistas políticos de diferentes lineas de pensamiento.
"Esperábamos el balotaje más reñido de la historia pero la diferencia de la primera vuelta fue contundente. El domingo la distancia será mayor de lo que todos creíamos, como mínimo de cinco puntos pero podría llegar a ser mayor a ocho. Estos últimos años el FA perdió la iniciativa y a diferencia de las legislaturas anteriores no tiene un solo logro del cual jactarse", le dijo a Télam el politólogo Eduardo Bottinelli en la sede de la consultora que dirige Factum, en El Barrio sur de Montevideo.
"El sistema electoral uruguayo es de los más exigentes del mundo. Para ganar en primera vuelta hay que obtener el 50% de los votos más uno del total de votantes, es decir en blanco y anulados entran en la misma bolsa", añadió.
"El FA realizó una campaña electoral muy floja, perdió un caudal de votos importantes y pese a que hace cinco años en campaña Tabaré Vázquez decía que Uruguay no se detendría, se detuvo, se ancló y se rompió la magia en momentos donde la oposición hizo todo lo que debía hacer políticamente para llegar al gobierno", afirmó, por su parte, el politólogo Adolfo Garcé.
Ambos analistas coincidieron en que un factor determinante para explicar la caída del FA fue la salida del Gobierno del ex vicepresidente Raúl Sendic por corrupción.
"La caída de Sendic fue un golpe a la ética del FA, algo referencial que lo diferenciaba del resto de los partidos. Pero lo que más lo afectó fue su torpe manejo de la situación", estimó Bottinelli.
En este punto también coincidió Garcé.
Más allá de los pasos en falso del FA y su desgaste tras 15 años en el poder, la figura de Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera, pasó en cinco años de perder el balotaje presidencial del 2014 a encontrarse a un paso de llegar a la presidencia, es valorada por los analistas.
"Lacalle Pou es sumamente inteligente, un político de raza que logró sacarse de encima el peso de ser ´hijo de´, generó una grieta con su padre, que fue un típico liberal de los años 90 que siguió al pie de la letra el consenso de Washington, lo apartó de su entorno y a los amigos de su padre también", aseveró Garcé.
Es un liberal moderno y por su estilo, franco, cordial y sincero, terminó sacándose de encima el peso de tener un padre y un apellido con una historia política que es parte de la historia política del país", manifestó Garcé, quien además es profesor universitario
"Creció mucho, aprendió en estos cinco años al frente de la oposición y se convirtió en el candidato natural del sector. Demostró mucha cintura política para aglutinar apoyos tan disímiles y unir a toda la oposición", manifestó Bottinelli.
Según Bottinelli los avatares de la región "difícilmente influyan en Uruguay, a pesar de ser un país permeable a los vaivenes del mundo", porque "en teoría, el desmoronamiento de la derecha en Argenitna y Chile y la incertidumbre que genera el Brasil de Bolsonaro tendría que haber favorecido al Frente Amplio y no a la oposición conservadora".
Está el temor de las feministas, los grupos que bregan por los derechos de la comunidad LGTBI tras la sanción de la ley de transgéneros, quienes defienden la despenalizaciones y la liberación del consumo del cannabis y la despenalizaciones del aborto, frente al nuevo gobierno conservador y su ecléctica alianza.
"No veo posibilidad a que se retiren derechos adquiridos, creo que primero el status quo, nada se tocará o modificará pero no habría leyes en torno a derechos individuales. No se puede retroceder en torno a los derechos, esa batalla cultural la ganó el FA", expresó Garcé.
De su lado, Bottinelli consideró que la ley del aborto corre riesgos de ser modificada por las luchas internas en una coalición que a dos días de una elección que ya siente ganada puertas adentro comienza a buscar repartir los espacios de poder y conformar posturas antagónicas.
No obstante, una modificación de la ley del aborto podría convertirse en un problema social para el casi seguro nuevo Gobierno, como lo anticipan centenares de coloridos y amenazantes carteles en las calles del centro de Montevideo, que afirman que si tocan las leyes de derecho habrá resistencia popular.