Fuerzas de seguridad dispararon munición real y gas lacrimógeno contra manifestantes antigolpistas en Birmania, dejando varios heridos graves, mientras aumenta la presión internacional contra esta sangrienta represión.
Fuerzas de seguridad dispararon munición real y gas lacrimógeno contra manifestantes antigolpistas en Birmania, dejando varios heridos graves, mientras aumenta la presión internacional contra esta sangrienta represión.
"Una veintena de personas resultaron heridas" por la policía y el Ejército en la ciudad de Kalay, en el noroeste del país, dijo un socorrista. "Tres (personas), alcanzadas por balas reales, tienen que ser operadas urgentemente y están en estado crítico", precisó a la agencia de noticias AFP un doctor del hospital a donde fueron trasladadas.
Horas antes, un periodista birmano, Kaung Myat Hlaing, fue detenido en su domicilio tras un aparente ataque de las fuerzas del orden contra el edificio donde vive, afirmó el medio para el que trabaja, Democratic Voice of Burma (DVB).
Estos nuevos incidentes tienen lugar dos días después de una sangrienta jornada de represión, en la que murieron al menos 18 personas, según la ONU.
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Por miedo a las represalias, hubo menos manifestantes este martes en las calles del país, especialmente en Rangún, la capital económica. Y quienes se atrevieron a salir se toparon con un gran despliegue de las fuerzas de seguridad.
En el barrio de Sanchaung, en el norte de la ciudad, "lanzaron gas lacrimógeno y municiones de goma", informó un habitante. "Vienen aquí para limpiar el barrio", dijo otro vecino.
Las olas de detenciones continúan. Según la televisión estatal MRTV, 1.300 personas fueron arrestadas el domingo. Y la prensa encuentra cada vez más obstáculos para poder informar.
Varios periodistas fueron detenidos en estos últimos días, entre ellos un fotógrafo de la agencia de noticias Associated Press (AP). Otros, como dos empleados de la agencia china Xinhua, fueron blanco de disparos de balas de goma.
"¿Cuántos cadáveres necesita la ONU para actuar?"
Este martes, cientos de personas se congregaron también en un pequeño cementerio de Rangún para el funeral de una de las víctimas del domingo, Nyi Nyi Aung Htet Naing, fallecido tras recibir un disparo en el estómago.
"No habrá perdón para ustedes hasta el final del mundo", cantó la multitud, reunida alrededor del féretro cubierto de flores de este estudiante de 23 años. Horas antes de su muerte, Nyi Nyi Aung Htet Naing había publicado un último mensaje en las redes sociales: "¿Cuántos cadáveres necesita la ONU para actuar?".
Desde el golpe de Estado del 1 de febrero, murieron unos 30 manifestantes, según AAPP, una oenegé que asiste a los presos políticos. El ejército afirma que un policía fue asesinado cuando intentaba disolver una manifestación.
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Entre cortes de internet, arrestos masivos y disparos, la junta militar no deja de aumentar su represión desde el golpe de Estado del 1 de febrero, que depuso al gobierno civil de Aung San Suu Kyi (detenida en un lugar secreto y acusada de importación ilegal de walkies-talkies, irrespeto de las restricciones sanitarias anticovid, violación de una ley sobre telecomunicaciones e incitación al desorden público).
Esta brutal represión suscita numerosas condenas internacionales. Los quince miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, incluida China, prevén realizar esta semana una nueva reunión sobre Birmania, según fuentes diplomáticas.
Los ministros de Relaciones Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se reúnen este martes para abordar el tema. Antes del encuentro, varios responsables regionales expresaron duras críticas contra la junta birmana.
"Usar fuerza letal contra civiles y manifestantes desarmados, creo que es inaceptable", dijo el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, en una entrevista con la BBC. Como principal inversor extranjero en Birmania, Singapur podría tener una influencia en los generales de la junta, pero Lee se dijo contrario a imponer sanciones que perjudicarían más al pueblo que a los militares.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Malasia, Hishammuddin Hussein, pidió "la liberación rápida e incondicional de los líderes políticos detenidos en Birmania", según un comunicado.