Casi un centenar de muertos, cerca de 1.300 desaparecidos y pérdidas materiales millonarias. Ése el último balance de las fuertes inundaciones ocurridas en los estados federados alemanes de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado, ambos en el oeste de Alemania.
La huella de las inundaciones, las peores en lo que va de siglo, se palpa en el dolor de la gente que ha perdido a sus familiares, sus viviendas y su forma de vida. Y la pesadilla está aún lejos de su fin. Hay mucha infraestructura dañada. La situación en el terreno es tan complicada que los servicios de protección civil tienen incluso dificultades para acceder a las zonas donde, según las imágenes captadas vía satélite y por drones, la masa de agua ha causado estragos.
Tenés que leerAsciende a 93 la cifra de fallecidos tras las graves inundaciones en AlemaniaLa naturaleza ha sido virulenta. En unas horas cayeron más de 40 litros por metro cuadrado de lluvia, lo que provocó el desbordamiento de los ríos, superó la capacidad de absorción de los desagües, inundó viviendas y hasta las arrancó de los cimientos provocando su derrumbe. El nivel del agua superó en algunas localidades de Alemania hasta 1,60 metros de altura.
Los accesos a las regiones afectadas (declaradas mientras tanto zonas catastróficas) están cortados, incluidas las autopistas y carretas regionales que conducen a ellas. Se han establecido controles policiales para evitar que nadie circula por ellas.
El tráfico ferroviario está inutilizado, no hay electricidad y las conexiones telefónicas fallan. Eso explica el alto número de desaparecidos, personas a las que se intenta en vano localizar por teléfono. La esperanza de que no respondan porque sus aparatos han quedado inservibles no se pierde.
"Estamos ante una situación muy confusa, una crisis sin precedentes imposible de evaluar en estos momentos con precisión, ni en pérdidas humanas ni en materiales", ha declarado Frank Rock, el portavoz del Ayuntamiento de Erftstadt, ciudad del sur de Colonia.
Aunque la situación tiende a estabilizarse, en muchas regiones sigue siendo crítica. "El peligro no ha desaparecido y eso dificulta las tareas de rescate", afirma un portavoz de los servicios de bomberos de Solingen. "Nos estamos centrando en la búsqueda de desaparecidos, en recuperar las víctimas mortales y en tratar de salvar presas y viviendas. Estamos sacando a la gente usando escaleras giratorias, botes y boyas", explica.
Especialmente crítica es la situación en el distrito de Euskirchen, donde se encuentra la presa de Steinbach. Si ésta cede, la catástrofe podría ser mayúscula. Un equipo de ingenieros se trasladó ayer a la zona para evaluar el estado de ese dique, revisión que volverá a repetirse este viernes. Los expertos han encontrado grietas en la presa y la han calificado de "muy inestable". En previsión de ruptura, varias aldeas han sido evacuadas. En total unas 4.500 personas.
Las tareas de inspección y rescate son contra reloj y en condiciones de extrema dificultad. No hay datos globales, pero se calcula que los destacamentos locales de bomberos han movilizado en total medio millar de efectivos, a los que se han sumado unos 900 soldados. El ejército ha puesto igualmente a disposición numerosos vehículos pesados. En estos momentos operan igualmente en las zonas afectadas más de un centenar de ambulancias.
La catástrofe en Alemania se desató cuando la canciller Angela Merkel se encontraba de visita en Estados Unidos. Desde allí ha enviado sus condolencias a todos los damnificados y prometido ayudas urgentes.
Porque ya está claro que los estados federados afectados no podrán afrontar los costos de la reconstrucción por sí mismos. El ministro presidente de Renania del Norte Westfalia, Armin Laschet, así lo ha avanzado en entrevista con la cadena de televisión ZDF "Vamos a ayudar en todo lo que podamos, pero será necesario un gran esfuerzo nacional ", afirmó.
El estado de Renania-Palatinado, por su parte, ya ha adelantado que liberará 50 millones de euros para reparar a corto daños en carreteras, puentes y otras infraestructuras.
Entretanto, se suceden las muestras de solidaridad, a nivel nacional y desde el extranjero. Unos de los primeros mensajes de condolencia ha sido el del Papa Francisco y el del presidente estadounidense, Joe Biden.