Por Luis Gudiño
Desde la época en que Carlos Monzón peleaba, Santa Fe no vivía semejante expectativa. Grupos reunidos en bares, comedores, casas de familia, peñas, todos viviendo la emoción de ver bicampeón mundial al “Chino” Maidana. En las calles no había un alma, desde la hora de las organizadas “previas”, religiosamente se instalaron frente a los televisores para vibrar de una manera especial. Como lo hacían hace décadas con Carlitos, o con el Lole Reutemann en sus carreras, o en los mundiales con el gran Diego Maradona.
En actitudes previas del mejor libra por libra del mundo, el inicio circense, los silbidos del público, el acompañamiento de guardaespaldas, raperos y motivadores, le dio un colorido especial, como fue la asombrosa presencia argentina en el estadio alentando a nuestro compatriota... hizo poner la piel de gallina. Realmente, siempre damos la nota.
Fueron cuatro o cinco rounds muy esperanzadores, con mazazos del argentino que conmovían al norteamericano. Pero finalmente, la experiencia y sabiduría de un grande le hicieron retener su reinado.
Maidana le faltó el respeto desde el inicio, demostró actitud y coraje, no tuvo miedo escénico y quedó la sensación de que tan lejos no estuvo de dar el batacazo. ¿Una revancha? Maidana la merece por todo lo que puso y demostró. ¿Se la darán? Será difícil.
Como dice en una canción Justin Bieber (amigo que acompañó a Floyd hasta el ring) “duermo durante la luz del día... me quedo despierto toda la noche... hasta que regreses de nuevo”.