Por Sergio Ferrer
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Probablemente, estas líneas sólo me sirvan para brindar una visión incompleta y desarticulada de lo que creo haber visto anoche en Las Vegas y más adelante, con un poco más tiempo, pueda delinear mejor algunos de los conceptos que aquí deslizo. Hecha esta aclaración, agrego que a mi entender Floyd Mayweather Jr. le ganó inobjetablemente a Marcos René Maidana y con relativa claridad —volcó el desarrollo del pleito a su favor desde el sexto asalto en adelante—, aunque el fallo no haya sido unánime y aunque para algunos miembros del equipo del santafesino, (incluido “el Chino”, claro está), haya ocurrido lo contrario.
Ganó el “Niño Bonito”, repito, pero creo que peleó incómodo y en “estado de alerta” permanente, tal vez como nunca antes en su prolífica y exitosísima carrera. El estilo, la desprolijidad, la enjundia, la reciedumbre y tozudez de Marcos lo llevaron a eso, es decir a obligarlo a realizar un esfuerzo mayúsculo y superador, en el que debió apelar a toda su sapiencia, mañas y artimañas para no verse desbordado por aquel. Llevé tarjeta y terminé 117 a 111 a favor de Mayweather Jr., como el colega Osvaldo Príncipi y como uno de los jueces. De todas maneras, no se puedo obviar que hubo situaciones en las que Marcos lo atropelló con inusitada fuerza, lo persiguió visceral y persistentemente, y hasta lo puso en apuros, lastimándolo en uno de sus arcos superciliares.
Lo anteriormente expuesto, prosigo, se dio dentro de lo que podríamos definir como la lógica más pura. Porque ése era, para mucha gente, el resultado más previsible (el triunfo del púgil local por puntos), y porque también era el desenlace por el que se habían inclinado mayoritariamente la prensa especializada, tanto como los entendidos (aquellos que, sin ejercer la función periodística, pertenecen al ámbito del boxeo y su opinión es requerida siempre que se presentan casos como éstos), numerosos “foristas” de Internet y los propios apostadores, al margen de la enorme adhesión y simpatía que había despertado Maidana en el mundo entero.
El valor de esta derrota
En dicho contexto, muy pesar de la derrota, considero que “el Chino” realizó una labor superlativa y de gran relevancia, que valoriza aún más su carrera, mucho más allá del horizonte que la misma vislumbraba hasta ayer. ¿Por qué? Porque ya se está hablando de un posible desquite (en el programa televisivo “Golpe a golpe”, de Estados Unidos, hablaron toda la noche de ello), algo que no ocurre concretamente con Mayweather Jr. desde 2002, año en el que se vio obligado a enfrentar en dos oportunidades al duro peleador mexicano José Luis Castillo. Nunca antes, alguien había puesto en aprietos o en apuros al “Niño Bonito” con tanta peligrosidad latente, como lo hizo Maidana ayer en los primeros cinco asaltos, llevándoselo por delante y tirándole toda “la carrocería encima”. Y aclaro el número de rounds, porque evidentemente la pelea tuvo dos partes bien marcadas y perfectamente diferenciables: del primero al quinto prevaleció el santafesino, por enjundia y “de atropellada”, aunque sin ganar todos los rounds; del sexto al duodécimo gobernó el ring el norteamericano, con algunas dudas con respecto a un par de episodios, pero no más.
Lo sostuve en el análisis previo al combate y lo reitero ahora, con el resultado puesto, pero con la posibilidad latente de un segundo enfrentamiento en puerta (que no creo que cambie mucho lo ocurrido en esta contienda): si Marcos Maidana le ganaba a Floyd Mayweather Jr., hubiera producido el máximo resultado del boxeo argentino en 185 años de historia profesional de este deporte en el país. Floyd está en la cúspide del pugilismo mundial desde hace aproximadamente dieciséis años, desde el 3 de octubre de 1998 para ser más precisos, fecha en la que le ganó por abandono al inicio del noveno asalto al mexicano Genaro “Chicanito” Hernández (en los registros de Boxrec figura retirado en el octavo, pero en realidad ese round lo terminó y no salió al siguiente), para apoderarse del título mundial superpluma del CMB. A partir de allí no paró de acumular cinturones y victorias, en cinco categorías diferentes (a la nombrada, cabe agregar la de los ligeros, superligeros, welter y superwelter) y frente a la “gama” de rivales que se puedan imaginar. Ganarle, realmente, a esta altura, resulta imposible.