El calendario formal de la transición y las decisiones políticas coinciden al menos en un punto: el rearmado legislativo será expuesto con nombres y apellidos antes de que acaben de acomodarse las fichas en el tablero del próximo gabinete nacional. Quedará en claro el dominio de Cristina Fernández de Kirchner en el Congreso. Y habrá que esperar un poco para conocer el equipo de Alberto Fernández con su gente más cercana. Con matices, claro, podría simplificarse así un esquema parlamentario básicamente de criterio cristinista y un listado de ministros claramente albertista.
No es todo. Podría decirse que se trata de un horizonte inquietante pero paradójicamente más visible. Un cuadro amplio en el que también asoma definido el nuevo mapa de poder territorial, con Buenos Aires cerrando su traspaso.
Un dato central: la provincia de Buenos Aires exhibe una muestra propia y a la vez significativa de la película que ya está corriendo. Axel Kicillof mantiene el hermetismo sobre sus ministros. Y no es pura cuestión de apuesta a la sorpresa. El gobernador electo sólo consulta a CFK: esperó incluso su regreso desde Cuba para instruir gestiones de transición y perfilar algunos cargos. Le cuesta entrar en ese juego de definiciones al camporismo y más, a los intendentes. Todos tratan de buscar señales en su forma de encarar la transición, que hasta ayer no permitía vislumbrar nombres y reparto de cargos.
Otro dato: el miércoles que viene, según lo acordado por todas las fuerzas políticas, juraránn los nuevos senadores y sin demora, serán consagradas las nuevas autoridades de esa cámara. Fuentes del peronismo confirman que unas horas antes, seguramente en la tarde del martes, quedaría saldada la unidad del bloque entre el sector alineado verticalmente con la ex presidente y la franja que responde a los jefes provinciales. Sería el final efectivo para el dibujo de dos bloques con margen de autonomía y bajo el formato de interbloque expuesto por el cordobés Carlos Caserio, desde hace uno pocos meses al frente de la bancada que había manejado Miguel Angel Pichetto.
Fuentes del peronismo cordobés señalan que ese capítulo está cerrado y que en todo caso, queda la respuesta formal de Caserio a Alberto Fernández, que le ofreció un lugar en su gabinete y reafirmó la decisión de unificar el bloque, en línea con el planteo inamovible de CFK. Todo indica que esa bancada sería mayoritaria, con quórum propio. El giro expone también algunas originalidades e interrogantes.
En primer lugar, suena como titular el formoseño José Mayans. El senador responde al casi eterno gobernador de su provincia, Gildo Insfrán. ¿Señal de equilibrio con los jefes provinciales del PJ? Mayans fue enemigo declarado de Pichetto –tuvo un capítulo duro con su rechazo a la legalización del aborto, tema con proyección futura-, pero no seducía mayoritariamente para aquietar el frente doméstico en medio del largo proceso electoral. Habrá qué ver cómo funcionaría en la etapa que viene. La Cámara, claro, será manejada por la ex presidente. La mendocina Anabel Fernández Sagasti sería la segunda en la línea y el manejo administrativo también tendrá sello claramente de CFK.
Hay algunas dudas sobre la composición final del bloque, y el juego con algunos provinciales y peronistas inorgánicos. Y curiosidades: qué hará Carlos Menem, por ejemplo. ¿Y la banca cordobesa? Está claro que la situación se resolvió a contramano de lo que decía Caserio, que hasta el martes insitía públicamente con el esquema de dos bloques. Si como todo indica acepta como salida integrar el gabinete nacional, el punto sería si pide licencia, para evitar el riesgo de estar sólo a tiro de decreto, o renuncia. En cualquier caso, podría restar una banca. Un caso aparte, grave, es la situación del tucumano José Alperovich, denunciado por abuso sexual. Había anticipado que se sumaba al bloque.
El alineamiento en el Senado asomaba ineludible y difícil de discutir en la interna, teniendo en cuenta el peso de CFK. Más complejo y fragmentado resultaba el mapa de Diputados. Sin embargo, antes que Caserio, el santafesino Agustín Rossi escuchó la oferta de promoción al Ejecutivo para dejar a Máximo Kirchner la jefatura del espacio unificado. Habrá que esperar una semana más para plasmar el nuevo dibujo.
El juego en Diputados expone otras características, propias y significativas. La Cámara será presidida por Sergio Massa, que desde hace rato viene cultivando la relación con Máximo Kirchner. El hijo de la ex presidente compartió la mesa que el lunes reunió a Alberto Fernández y CFK, en el piso de Recoleta. Las conversaciones se habían mantenido durante casi veinte días a la distancia por el último y extendido viaje a La Habana. Y esta vez, hubo una silla también para Eduardo “Wado” de Pedro, señalado desde hace tiempo como un negociador asentado. La condición de moderado es extendida a Máximo Kirchner, casi como una aclaración para desarmar la idea de que su presencia es expresión de verticalidad para los interlocutores.
Traducido al Congreso y en esa visión, el papel de Massa y el lugar de Máximo Kirchner serían complementarios y no tensionantes: en todo caso, se admite que los dos tienen planes a futuro pero atados al proyecto actual. Esa, en síntesis, es la explicación difundida desde las cercanías de ellos y también por el círculo de Alberto Fernández.
Sin desconocer matices, desde ese mismo entorno se afirma que los gestos del presidente que viene –incluida la reciente cita en el piso de CFK- tienen valor interno, lo cual –aclaran- no condicionaría la confección del equipo de ministros. Dicen que será claramente albertista, tal como exponen los nombres que están circulando, desde Santiago Cafiero hasta los “números puestos” en varios rubros, como Trabajo, Desarrollo Social, Interior, Vivienda, Cancillería, Seguridad y Justicia, según el punteo vigente. Advierten, además, que la impronta de Alberto Fernández será notoria y excluyente en áreas aún indefinidas, sobre todo Economía.
Por supuesto, se admite un mínimo de objeciones expresas o implícitas de la ex presidente. No serían más de dos y habrían sido saldadas hace tiempo. El caso de Rossi es explicado del mismo modo que el planteo a Caserio, más allá de cómo terminen, por las cuestiones prácticas referidas y no por origen interno. Habrá que ver, en cambio, qué ocurre con Carlos Zannini, mencionado para manejar administrativamente el Senado, para ser jefe de los abogados del Estado nacional y para un inorgánico y menos visible papel cerca de la ex presidente.
El otro gran tema central, el del poder territorial, está terminando de confirmar que es zona de fuerte acomodamiento a los tiempos que vienen. Dicen que la definición interna en el Senado lo insinúa, es decir, acomodaría las bancas como dispuso CFK y no complicaría las relaciones individuales con el nuevo presidente.
La ex presidente dio señales potentes, incluso en la última semana, del peso en la provincia de Buenos Aires. Por supuesto, eso no significa que esté cerrada la relación directa de Kicillof con Alberto Fernández, pero sí el centro de gravitación interna. El gobernador electo no muestra ninguna de sus cartas. Es más: para la transición, designó a medida docena de allegados que recorren indistintamente todos los ministerios provinciales. Es decir, se cuida de dar señales sobre quién podría ocupar cada área.
Los intendentes juegan hasta cierto punto con Verónica Magario, por cálculos a futuro sobre la dependencia con La Plata y en varios casos, por recelos y competencias previas. Magario se mueve con comodidad con el PJ tradicional –también fuera del distrito- pero su mirada estaría puesta en la Legislatura. Allí, algún movimiento massista trataría de habilitar espacios propios –difícil, porque no existe como a nivel nacional el formato de interbloques- pero la mayor preocupación está puesta en el peso de Juntos por el Cambio, especialmente en el Senado. No asoman por ahora señales de fisura en la próxima oposición, aunque habría existido algún intento desde el nuevo oficialismo.
Visto en perspectiva nacional, es cierto que Alberto Fernández ha logrado tejer con la mayoría de los gobernadores del PJ: Santa Fe, Tucumán, Entre Ríos, La Rioja, San Juan, entre las principales, además de provincias en manos de fuerzas locales, como Misiones, Santiago del Estero, Neuquén y Río Negro. En total, una docena de gobernadores. CFK registra al principal distrito del país, Buenos Aires, y un par más muy alineados: Santa Cruz y Chaco. Tampoco la realidad territorial puede ser vista como una postal única, estática y sin grises. Es parte del movimiento que viene.