En 2017 hubo 3.222 personas que se quitaron la vida, de acuerdo con los últimos datos oficiales, un número mayor al de los homicidios que se registraron en ese año en el país: 2.279 víctimas. Entre quienes se suicidaron, el 80% fueron hombres y el 20% mujeres, y los jóvenes representan el 27%, con una tasa mayor a la del resto de la población.
Tenés que leerEn el mundo se suicida una persona cada 40 segundosUno de los indicadores que más preocupa en la Argentina es el crecimiento de los suicidios en adolescentes. “En los últimos 15 años se produjo un crecimiento sostenido de la tasa de suicidios en jóvenes de 15 a 24 años. En 2014, del total de muertes por suicidio, casi un tercio ocurrieron en este grupo. Esta representa la segunda causa de muerte en este grupo etario (después de los accidentes de tránsito)”, explicó a Chequeado Federico Daray, investigador del Conicet especializado en Psiquiatría.
En nuestro país, al igual que en la mayoría del mundo, los varones se suicidan más que las mujeres. En 2017 fueron 2.580 hombres y 636 mujeres quienes se quitaron la vida. “Es más difícil que el varón reconozca el problema y recurra a una ayuda psicológica profesional a tiempo, antes de estar peor. En cambio, la mujer suele angustiarse y pedir ayuda, y así evitar el suicidio”, dijo a este medio Diana Altavilla, presidenta del Capítulo Asociación Argentina de Salud Mental e integrante de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio.
En marzo de 2015, el Congreso nacional sancionó la Ley de Prevención del Suicidio. Sin embargo, aún no fue reglamentada. Según respondió la Secretaría de Salud a Chequeado, el atraso (de varios años) se dio porque necesita de la participación de otros ministerios: “El proyecto tiene en cuenta acciones del Ministerio de Educación, Ciencia y Cultura y este está participando en la reglamentación”.
La ley declara de interés nacional la capacitación profesional para detectar y atender a las personas en riesgo. Entre las medidas que prevé, se encuentra la obligación para las prepagas y obras sociales de “brindar cobertura asistencial a las personas que hayan sido víctimas de intento de suicidio y a sus familias, así como a las familias de víctimas de suicidio, que comprende la detección, el seguimiento y el tratamiento de acuerdo a lo establecido por la autoridad de aplicación”. Este punto es importante para los especialistas porque ayuda a prevenir que los casos de suicidio se contagien.
Por otro lado, la ley exige “habilitar una línea telefónica gratuita de escucha a situaciones críticas, cuyos operadores estarán debidamente capacitados en la atención en crisis y riesgo suicida y dotados de la información necesaria referida a una red de derivación y contención”. En este sentido, Daray explicó que, “desde la aparición de la idea hasta la conducta, en la mayoría de la gente pasan menos de diez minutos, por lo tanto se necesita una respuesta rápida”.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires funciona la línea 135 (Centro de Atención al Suicida), pero es muy cuestionada porque “son voluntarios” los que atienden y “no se puede manejar así un tema tan complejo”, dado que “no termina siendo del todo útil porque no trabajan de madrugada (cuando más suicidios hay)”, argumentó Daray.
Entre las medidas que informa la Secretaría de Salud, está la capacitación de trabajadores de atención primaria no especializados en salud mental para que puedan ayudar en la prevención, y especialmente a quienes atienden a niños y jóvenes, entre otros. La Secretaría también señala la capacitación de las fuerzas de seguridad para su comportamiento ante personas con “padecimientos mentales y consumos problemáticos”.
La políticas para prevenir el suicidio en el mundo
Aunque se trata de una problemática compleja, hay casos de países que han logrado bajar la prevalencia del suicidio y, de hecho, a nivel global la tasa bajó un 18% desde 2000, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las causas de los suicidios y sus variaciones son muy diferentes entre países, como cuestiones culturales, sociales y económicas, entre otras. Por ejemplo, en Grecia durante la crisis económica que empezó en 2010 aumentó la tasa de suicidios en un 26,9 por ciento. Tampoco se trata de un fenómeno que esté directamente vinculado con el nivel de riqueza de un país: mientras países de altos ingresos, como los Estados Unidos y Suecia tienen tasas de 15,3 y 14,8, por encima de la tasa mundial de 10,6, otros con un ingreso menor, como Lituania o Kazajistán, también tienen tasas relativamente altas, de 31.9 y 22.5 respectivamente.
Por otra parte, hay países que implementaron políticas relativamente exitosas para reducir la prevalencia de los suicidios. Japón, que tiene una tasa alta, logró en 2018 reducir un 3,4% la cantidad de casos, y lleva nueve años consecutivos en baja.
Esto va en línea con las recomendaciones de la OMS, Entre los métodos de prevención que da esta organización se destacan la “información responsable por parte de los medios de comunicación”, “introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol” y “restricción del acceso a los medios de suicidio”.
Con información de Chequeado.com