Poco después del mediodía de este lunes, tras un proceso que comenzó el 5 de agosto último, el Tribunal Penal Colegiado Nº2 de Mendoza integrado por los jueces Carlos Díaz, Mauricio Juan y Aníbal Crivelli leyó el veredicto para los curas Nicola Bruno Corradi y Horacio Hugo Corbacho Blanc y el jardinero Armando Ramón Gómez, los acusados de abusar y corromper a once chicos sordos en el Instituto Antonio Próvolo, un total de 28 hechos que ocurrieron entre 2005 y 2016, más de once años de ataques y torturas sexuales. Sus víctimas, tanto varones como mujeres, tenían entre 7 y 17 años de edad.
Corradi, el principal de los acusados en jerarquía dentro del Próvolo, que se moviliza en silla de ruedas, recibió 42 años de cárcel por hechos en grado de autoría y coautoría o partícipe necesario, con figuras promoción de la corrupción de menores.
Corbacho recibió otros 45 años por hechos que incluyeron imputaciones como abuso simple y con acceso carnal agravados por ser el encargado de la guarda de sus víctimas y ser ministro de culto, además de aprovechar la convivencia, la misma figura que le fue aplicada a Corradi.
Corbacho fue absuelto en varias acusaciones por figuras como el beneficio de la duda. Lo habían imputado originalmente por 16 hechos en total. Corradi también fue absuelto de otras acusaciones por falta de acusación fiscal.
El jardinero Gómez, que es sordo, y para quien el fiscal Alejandro Iturbide tuvo en cuenta atenuantes como que se trata de una persona analfabeta, de poca instrucción y claramente influenciable, recibió una pena de 18 años. Iturbide había pedido montos de hasta 45 años de prisión en su extenso alegato que duró dos jornadas.
La lectura del veredicto, al ser un caso con delitos de instancia privada, fue realizada a puertas cerradas aunque el Servicio de Información Judicial de Mendoza lo transmitió por Youtube. El Tribunal mantuvo en reserva los nombres de las víctimas al relatar cada uno de los hechos.
Los tres acusados se negaron a declarar ante el ofrecimiento de dar sus últimas palabras tras ingresar a la sala de audiencias.
Cecilia, mamá de dos ex alumnos del instituto Próvolo y denunciante de la causa, aseguró antes de la decisión del Tribunal: “Esto es el comienzo de algo y estamos esperando que a partir de hoy se abran puertas que se fueron cerrando durante todos estos años. No sólo en el caso Próvolo, sino en todos los hechos de abuso. Esperamos una condena ejemplar, hay mucha gente que espera lo mismo para lo que se viene. Anoche no dormimos casi nada. Nos juntamos varios padres. Tenemos que estar bien, somos el canal de contención de nuestros hijos. Pero por ahí nos sentimos ansiosas. Queremos que hoy se haga justicia. Y que le dé la tranquilidad a los chicos de que hay justicia. Mi hija hoy tiene 25 años y no está viviendo en Mendoza, pero está viviendo este momento a la distancia. No quiso venir a la sentencia, no hubo forma de convencerla. Pero a la vez es su forma de cerrar toda esa etapa".
Así, llega la decisión en primera instancia, el comienzo del fin para uno de los casos más brutales de abuso infantil que involucra a hombres de la Iglesia Católica y que generó un nivel de controversia y horror quizás similar al del todavía cura Julio Grassi, preso en Campana y con una condena confirmada por la Corte Suprema. Corradi y Corbacho, tal como Grassi, conservan hasta hoy sus investiduras como sacerdotes. Que las retengan depende exclusivamente de lo que decida eventualmente el Vaticano.