Jueves 9.9.2021
/Última actualización 18:23
A sus 28 años, la venezolana Fernanda Socorro votará este domingo por primera vez. Lo hará en Buenos Aires, su ciudad de acogida desde hace 10 años, donde se celebran elecciones primarias para elegir candidatos a diputados y senadores. Socorro forma parte de los cerca de 417.000 extranjeros habilitados para votar en la capital argentina después de que la entrada en vigor del primer código electoral de la ciudad estableciese el empadronamiento automático de todos los inmigrantes con residencia permanente. El número de votantes extranjeros se ha multiplicado así por 20. De representar menos del 1% del padrón, hoy son el 16% del total.
Su elevado número puede ser clave para el resultado electoral local, lo que ha llevado a los partidos políticos a movilizarse para atraer votos entre los distintos colectivos de inmigrantes. Para algunos de los nuevos votantes representa la oportunidad de que sus reclamos sean atendidos, pero otros, como Socorro, lamentan la falta de información. “Nos enteramos por mi cuñado, de casualidad. Ni mi pareja, ni mi mamá, ni mi suegra ni yo seguimos la política argentina, no conocemos a los candidatos y no sabemos a quién votar, pero nos han dicho que es obligatorio”, asegura esta repostera.
Los argentinos están obligados a concurrir a las urnas, pero los extranjeros están exentos de cualquier tipo de sanción si deciden no hacerlo. “Nos dijeron que teníamos que votar, pero luego nos enteramos que no, que no pasa nada. Si los argentinos no saben a quién votar, qué vamos a saber nosotros”, dice Juan Quispe, boliviano residente desde hace 12 años en Buenos Aires. “Primero que nos resuelvan los problemas, que sea fácil tener todos los papeles”, agrega mientras baja la reja de la verdulería que atiende junto a su mujer. Ambos votan en Bolivia: “Por si un día regresamos”.
Bolivianos, peruanos y paraguayos son las tres comunidades más representadas en el padrón electoral de la capital argentina, con casi el 50% del total. En las elecciones de 2019, cuando estaban habilitados para votar en la ciudad cerca de 20.000 extranjeros, la mayoría de los votos fueron para el peronismo —un 66%—, a mucha distancia del macrismo —28%— y del Frente de Izquierda —10%. Las proyecciones son que el voto migrante mantenga la tendencia de centro-izquierda en esta elección.
“El principal reclamo es tener acceso a una vivienda digna porque muchos compañeros, al no tener garantía, no tienen otra alternativa que vivir en las villas”, dice el peruano Yefry Mosquera, al frente de la Casa Migrante de la organización peronista El Hormiguero. “También piden más facilidades para tener el DNI argentino, denuncian la violencia policial que sufrimos en la ciudad de Buenos Aires y que en la educación no se respetan las costumbres ni la lengua de los migrantes”, resume Mosquera.
En los últimos meses, Mosquera, referente del gobernante Frente de Todos, ha participado en una campaña de promoción del voto migrante en los barrios populares de la ciudad, a la vez que se facilitaba información sobre la vacunación contra la covid-19 y sobre el acceso a documentación argentina.
Buenos Aires está gobernada desde 2007 por el Pro, uno de los partidos integrados en la alianza conservadora Juntos por el Cambio. Hace cuatro años, ganaron las elecciones legislativas en la ciudad con el 48,7%. Esta vez se han sumado también a la campaña en busca del voto inmigrante. “No es el mismo perfil de migrante el de la zona norte y centro que en la zona sur de la ciudad. En los primeros ha sido una campaña más por redes sociales y en el sur más directa, con más proximidad”, asegura el legislador Carlos Romero. Este político es consciente de que hasta ahora el voto extranjero ha dado la espalda de forma mayoritaria a su formación, pero subraya que es la primera vez que realizan campañas focalizadas y cree que en futuras elecciones les beneficiará el ingreso de la reciente inmigración venezolana en el padrón.
“Buenos Aires brinda todos los servicios al inmigrante desde el primer día”, defiende Romero. La sanidad y la educación son universales y gratuitas para todos los residentes en Argentina. “El principal reclamo que recibimos es el de la documentación, pero eso depende del gobierno nacional, no de la ciudad”, argumenta. “Estamos más excluidos que integrados”, rebate la paraguaya María Rodríguez. “Yo intento no ir al hospital porque me tratan mal y cuando gobernó (Mauricio) Macri la policía empezó a perseguirnos más, a pedirnos el documento a cada rato. Y en la pandemia fue peor, no nos dejaban salir del barrio a laburar, nos tenían encerrados. Yo quiero votar para que nos tengan en cuenta”, asegura.
En la provincia de Buenos Aires, donde el empadronamiento automático de extranjeros residentes rige desde hace más de una década, hay 820.530 habilitados para votar, el 6,7% del padrón. En 2019, votó un inmigrante de cada tres registrados. A nivel nacional, los extranjeros representan casi el 5% de la población total de Argentina y tienen una gran tradición histórica en un país cuyos gobernantes se proclaman a menudo herederos de los españoles e italianos que un siglo atrás “bajaron de los barcos”.
Mosquera confía en que a partir de ahora la participación de los inmigrantes presione al gobierno de la ciudad para que sus voces sean tenidas en cuenta, y piensa ya en el siguiente paso: lograr que puedan optar también a cargos locales, al igual que en la provincia de Buenos Aires.