La fábrica de galletitas Tía Maruca atraviesa una profunda crisis financiera que hace peligrar la continuidad de sus operaciones y la tienen incluso al borde del concurso de acreedores. En este contexto, los más de 400 empleados que posee en su planta de producción ubicada en la provincia de San Juan denuncian que desde comienzos de año no están cobrando sus salarios en tiempo y forma.
Mientras tanto, según los registro del BCRA, a la fecha la empresa posee una deuda bancaria de poco más de $ 133,7 millones, de los cuales el 12% (poco más de $ 15,6 millones) está en situación 3 “con problemas/riesgo moderado” y el 4% ($ 5 millones) en situación 5 con alto riesgo de insolvencia/ riesgo alto”. Además tiene más de 500 cheques rechazados por un total de $ 127,8 millones.
El panorama se presenta al menos complicado para esta empresa de capitales nacionales -comandada por el empresario Alejandro Ripani- que encuentra su fortaleza en los bajos precios y gran presencia en Capital Federal y el conurbano bonaerense. Sin embargo, su operación no es ajena a la caída del consumo y las altas tasas de interés que complican a la mayoría de las empresas.
Desde Tía Maruca explicaron que la alta inflación también es un factor determinante que la llevaron a esta situación. Constantemente la firma encuentra que sus materias primas están más caras y no puede trasladar íntegramente estas subas a los precios en la góndola porque, básicamente, la capacidad de compra de los consumidores está en una etapa de inflexibilidad.
A este cóctel explosivo se suma, además, que la compañía hizo una gran apuesta a mediados de 2017 cuando le compró la fábrica sanjuanina a la multinacional Pepsico. En aquel momento no trascendió el monto de la operación, pero desde la compañía adelantaban que proyectaban además concretar una inversión de u$ s5 millones para ampliar y mejorar sus procesos productivos con el objetivo de alcanzar las 40.000 toneladas al año y exportar a Estados Unidos y Asia, entre otros destinos. Todos esos planes hoy parecen muy lejanos porque desde el sector afirman que la empresa tendría que recurrir en breve a la convocatoria de acreedores.
Lo cierto que la situación que atraviesa Tía Maruca es prácticamente calcada a los que le sucede a otras firmas alimenticias que operan en la Argentina. Incluso, por ejemplo, una firma grande como Arcor también está encontrando serias dificultades y eso se traduce en sus balances. La empresa de Arroyito, Córdoba, en 2018 perdió plata por segunda vez en su historia -la anterior había sido en 2002- y sólo durante el año pasado acumuló un resultado negativo de $ 1.000 millones.
Mientras tanto Tía Maruca, intenta sortear esta crisis como puede. Si bien los empleados detallan que están cobrando en cuotas y por el momento no percibieron el medio aguinaldo, no se concretaron despidos masivos y la producción siguen en marcha.
Con información de Ámbito