Un operativo de seguridad se puso en marcha este viernes en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde autoridades inmovilizaron un avión venezolano que fue sancionado por los Estados Unidos y que trasladaba a cinco ciudadanos iraníes.
Además, se le secuestró el pasaporte a una docena de venezolanos y los iraníes que viajaban en la aeronave.
Un operativo de seguridad se puso en marcha este viernes en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde autoridades inmovilizaron un avión venezolano que fue sancionado por los Estados Unidos y que trasladaba a cinco ciudadanos iraníes.
Al mismo tiempo, a los 12 venezolanos que viajaban en la aeronave se les retuvo sus pasaportes, al igual que con las personas de Irán.
Una fuente cercana al hecho, vocero de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), confirmó: “Solo pueden salir del país en un vuelo de línea”.
Se trata de un Boeing 747 Dreamliner propio de la empresa Emtrasur, que había aterrizado el lunes pasado en el aeropuerto de Córdoba, debido a la neblina que azotaba a la Ciudad de Buenos Aires y alrededores.
Sin embargo, una vez arribado a Ezeiza, fue recibido por la PSA, además de por la Aduana, la Policía Federal y la Dirección de Migraciones, que realizaron el mencionado procedimiento, a raíz de información suministrada por inteligencia de varias agencias mundiales.
Además, se detalló que el avión “transportaba autopartes para una empresa automotriz, se revisó la carga varias veces, pero no se encontró nada extraño y fue liberada”.
A pesar de ello, algunas de las cinco personas con nacionalidad iraní fueron conectadas con presuntos nexos con las Fuerzas Quds.
Esta Fuerza responde a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, que se especializa en guerra asimétrica, además de operaciones de inteligencia militar. Al mismo tiempo, son los responsables de realizar actividades fuera de las fronteras de Irán.
El antecedente de algo similar data del año 2011, cuando un avión militar de los Estados Unidos fue demorado también en el citado Aeropuerto de Ezeiza.
En esa oportunidad, y a raíz de una denuncia del Gobierno de la entonces presidenta Cristina Kirchner, el avión en cuestión, un C-17 de la Fuerza Aérea norteamericana, había intentado traficar armas y equipos de espionaje, simulando su accionar como si estuvieran destinados a un curso de entrenamiento policial.