El Litoral
Su misión es bastecer las trece bases argentinas en ese continente, en su primera participación en una Campaña Antártica de Verano desde aquella de 2007 en la que un incendio casi lo destruye mientras navegaba el Atlántico Sur.
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Télam
El Rompehielos “Almirante Irízar” zarpó este martes del puerto de Buenos Aires hacia la Antártida para abastecer las trece bases argentinas en ese continente, en su primera participación en una Campaña Antártica de Verano desde aquella de 2007 en la que un incendio casi lo destruye mientras navegaba el Atlántico Sur.
Centenares de familiares despidieron este mediodía en la dársena “E” del puerto de Buenos Aires a los más de 300 científicos, técnicos y militares embarcados en el rompehielos y que zarparon luego de un acto presidido por el ministro de Defensa, Oscar Aguad, y el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jorge Fourie y que estuvo signado por el homenaje de todos los presentes a los 44 tripulantes del submarino “San Juan”, desaparecido desde hace 41 días en el Atlántico Sur.
Entre los más de 300 “antárticos” que zarparon este mediodía se contaban varios sobrevivientes del incendio que casi hace naufragar al rompehielos el 10 de abril de 2007, cuando un fuego desatado en la sala de generadores, mientras navegaba a 260 kilómetros de Puerto Madryn, lo dejó fuera de servicio durante más de una década en la que el buque fue reparado y modernizado en el astillero estatal Tandanor.
Uno de esos sobrevivientes es el cabo principal de la Armada y encargado de máquinas José Luis Innamorati, a quien fueron a despedir su esposa y su pequeño hijo de seis meses.
“Como él estuvo en el incendio hace diez años y se quedó con toda la tristeza y frustración por lo que pasó con el barco, era un desafío y una cuenta pendiente volver a navegar en el Irízar. Por eso cuando lo convocaron tenía una gran alegría pero a la vez tristeza por tener que separarse de sus dos hijos, porque es muy duro para las familias”, dijo a Télam Cecilia Espíndola con su bebé en brazos y los ojos llenos de lágrimas.
Ahora, la mujer sabe que le esperan tiempos duros de tener que explicarle cada día a su otro hijo, de tres años, que tendrá que esperar un poco más para ver a su padre de nuevo, y de rogar que no se “enferme de tristeza”.
Tres meses en los que no podrá comunicarse ni siquiera telefónicamente con él porque, agregó a Télam, “la comunicación es muy cara”.
Además, la experiencia reciente de los amigos desaparecidos con el ARA San Juan hizo aún más real la frase que José Luis le dice cada vez que se despiden. “Él siempre me dice 'voy pero no sé si vuelvo” y realmente lo hace por honor a la bandera”, dice, orgullosa.
Entre los familiares que fueron a despedir al barco, también estaba la familia de la suboficial primera enfermera de la Marina Gabriela Villaruel, de 39 años, quienes acudieron con una bandera argentina sobre la que escribieron el deseo que se suele pronunciar en estos casos: “buenos vientos”.
“Vine a despedir a mi hija con un gran sentimiento, porque son muchos meses y pasaremos Año Nuevo sin ella. Para ella es su primera misión en la Antártida y en el Irízar, después de 18 años en la fuerza. No tenemos palabras pero nos consuela saber que ella siempre quiso hacer esto”, dijo a Télam Mabel Ponce, para quien estar en la despedida significó viajar primero desde Punta Alta junto a su yerno, nietos y otros hijos.
Al encabezar el acto de zarpada, el ministro de Defensa Oscar Aguad definió a la desaparición del submarino “San Juan” como “una tragedia que nos enluta a todos y que ha calado muy hondo no solo en las autoridades, sino en la sociedad en su conjunto”.
“Ellos estaban cumpliendo con una misión táctica fundamental. Primero venían de un entrenamiento naval en la Isla de los Estados y, de vuelta a Mar del Plata estaban recorriendo nuestro límite de la plataforma subcontinental, que son los espacios que tenemos que cuidar y cuya soberanía tenemos que defender”, recordó.
“Vaya en este homenaje a ellos una reflexión sobre ustedes, que van a cumplir una misión semejante”, le dijo a la tripulación del Irízar, que lo escuchaba alineada en las cubiertas del rompehielos.
El funcionario enfatizó que la Antártida “es para la Argentina un continente estratégico” y destacó el trabajo conjunto entre las carteras de Defensa, Relaciones Exteriores y las tres fuerzas armadas para mantener ininterrumpidamente la presencia nacional en ese territorio; esfuerzo mancomunado al que ahora se suma el Irízar.
A quienes se disponían a partir a bordo del buque les recordó que tienen en sus manos “la gran responsabilidad” de llevar adelante “el enorme esfuerzo de logística que hace el país para contribuir al desarrollo científico y tecnológico de la humanidad”
“Ustedes van a demostrar que se puede hacer con gente argentina, con buques argentinos y mano de obra argentina”, agregó.
A su turno, el canciller Fourie recordó que “la política antártica” es una de las más importantes que desarrolla su cartera, que cuenta con “una tradición que tiene ya más de 113 años de trabajo”.
“Hoy es particularmente simbólico porque vuelve a la actividad el Irízar, en la mente de todos los argentinos es la nave insignia de la presencia argentina en la Antártica y estamos muy orgullosos de que pueda volver al mar para que pueda hacer una campaña antártica”, completó.
Por su parte el comandante operacional del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Carlos Pérez Aquino, informó: “Las principales lineas de trabajo que vamos a desarrollar son despliegue de personal en las trece bases permanentes y transitorias, abastecimiento a distancia para su subsistencia hasta el verano próximo, mantenimiento de refugios e instalaciones, apoyo permanente de la actividad científica y de exploración y retiro de residuos y material contaminante de este ecosistema que nos hemos comprometido a conservar”.