Un cabo del Ejército está en terapia intensiva en Misiones: confirman que fue una bienvenida
Pasadas las 24 horas de los hechos, no hay un comunicado oficial pero fuentes militares aseguran que se trató de otra trágica bienvenida, pese al reciente caso Chirino. Los hechos.
Un cabo del Ejército está en terapia intensiva en Misiones: confirman que fue una bienvenida
"Con esto van a aprender que eso no se hace" se decía hace alrededor de un mes, cuando el Subteniente Chirino moría tras una recepción prohibida en su nuevo destino. Ahora, un Cabo lucha por su vida luego de golpearse dentro de una pileta en estado etílico.
Todo ocurrió el viernes 8 de julio al mediodía, en el Club de Suboficiales "Achalay". En el lugar también había festejos de cumpleaños y otros eventos, lo que generó la confusión inicial del contexto de lo ocurrido. El Cabo Nathanael Verón recién se había presentado al Regimiento de Monte 30 en Apóstoles (Misiones) y recibió la orden, junto a sus camaradas, de comprar un costillar, chorizos, cervezas, vinos, whiskys y helado para festejar su recepción al lugar. En eso estaban cuando el joven suboficial se tiró por propios medios (pero obligado) a la pileta en cuestión, allí golpeó fuertemente pero nadie (ni él mismo) notó las consecuencias físicas debido a la ebriedad de todos. Verón quedó a un costado hasta las 18, cuando notaron que algo no andaba bien. Fue trasladado a la Compañía de Monte A, donde fue atendido por la enfermera y médica de turno. Luego fue llevado al hospital local y trasladado a la capital provincial. Se especulaba que fuera trasladado por vía aérea hacia el Hospital Militar Central, en Buenos Aires, pero los médicos lo rechazaron porque advierten que no lo soportaría.
Si bien ya estaba prohibido, tras el caso de Matías Chirino, hubo infinidad de órdenes labradas y hasta videoconferencias desde Buenos Aires para dejar expresamente claro que está terminantemente prohibido todo lo vinculado a "bienvenidas" o "bautismos" y al consumo de alcohol en dependencias del Ejército Argentino. Pese a eso, ante este nuevo evento, las autoridades militares locales tomaron medidas disciplinarias "leves", es decir con consecuencias ínfimas para los involucrados.
Al tomar partida el Estado Mayor General del Ejército, el domingo 10 al mediodía se llevaba adelante una reunión encabezada por el Jefe del Ejército en Azopardo 250. En la misma se evaluaba el relevo de todo el personal involucrado en el festejo, del jefe de regimiento y hasta del comandante de brigada. No es menor destacar que éste último también tiene bajo su órbita al Grupo de Artillería donde murió el Subteniente Chirino en símiles acontecimientos. En esa línea, hay un masivo reclamo de la familia militar para que directamente se destituya a los involucrados, jefes y comandantes (de brigada y división) de ambas "bienvenidas".
También tomó fuerza la versión de que Guillermo Pereda pondría a disposición del Presidente su renuncia próximamente, dada la intención de imponerle nuevos generales y la negativa a la equiparación salarial, entre otros errores que cometió en lo que lleva su breve gestión. Tampoco es menor destacar que todos los integrantes de la Cadena Comando implicada en ambos casos fue impuesta a Pereda por el Jefe de Estado Mayor Conjunto de las FFAA, el Teniente General Martín Paleo, por ello es común ver en ella gran cantidad de comandos, que compartieron pasado con Paleo, que atraviesa también un duro momento en su relación con el Ejército, la Armada, Fuerza Aérea y hasta con el propio ministerio de Defensa.
Mientras la Gendarmería Nacional se apresta a llevar adelante allanamientos en el Club de Suboficiales de Apóstoles, que podrían llegar hasta el cuartel del Regimiento donde revista el Cabo Verón, el Departamento de Comunicación del Ejército no emitió un comunicado oficial condenando los hechos y dando una postura frente a lo ocurrido. Es el mismo organismo que dijo que Chirino se descompensó mientras descansaba. Por eso, y por el mal asesoramiento dado al Jefe del Ejército para manejar la situación, los cañones también apuntan al Secretario General - Sergio Maldonado - y a su segundo, el Coronel Marcelo Rodríguez Rey, por minimizar la existencia de costumbres que están lejanas del ideal sanmartiniano seguido por la mayoría de los uniformados.