La aplicación de mensajería WhatsApp permite a sus usuarios comunicarse a través de “stickers”, pequeñas imágenes que pueden ser creadas por los interlocutores con fotografías propias. Estas “pegatinas” virtuales, suelen utilizarse en la cotidianidad para ofrecer respuestas rápidas con tono humorístico.
En la actualidad, los niños también hacen uso de este recurso. Las infancias suelen tener acceso a dispositivos electrónicos como celulares y tablets sin supervisión de adultos responsables. Es común que formen parte de grupos de WhatsApp donde comparten imágenes de sus compañeros para ridiculizarlos.
Además, muchas veces también utilizan esta herramienta con el objetivo de consumir contenido sexual y violento, que resulta inapropiado para su edad. Estas prácticas terminan por promocionar la naturalización de la violencia en las infancias.
Para comprender sobre la temática, Nosotros conversó con Gisela Rugna, psicóloga que forma parte de Hablemos de Bullying. Esta ONG está formada por un grupo de profesionales santafesinos involucrados en la problemática, con el objetivo de brindar asesoramiento institucional, capacitación docente y charlas para la comunidad. Sus integrantes se encuentran en formación permanente porque “es una temática en la que hay que estar constantemente actualizados hoy en día”, aseguró la psicóloga.
Bullying y ciberbullying
Rugna define el bullying como el “acoso entre pares que tiene la característica de ser sostenido en el tiempo”. Este se presenta durante la edad escolar (desde el jardín hasta la secundaria), pero se puede dar en cualquier ámbito donde existan grupos de pares: “puede ser en el club, en los grupos religiosos, en inglés”, enumeró.
Esta práctica violenta puede manifestarse de diversas maneras: física, psicológica o verbalmente, y afecta a la salud mental de la víctima. Sufrir acoso constante genera ansiedad, depresión y, en los casos más graves, puede conducir al suicidio.
Por otra parte, el ciberbullying también es acoso, pero con la diferencia que se da en el ámbito digital. Rugna asegura que tiene un impacto aún mayor por la sensación de falta de control que genera: “yo quiero que te imagines que a vos hoy te sacan una foto, te acostás a dormir y mañana quizás todo el país está hablando de eso”, ejemplicó.
Además, los dispositivos tecnológicos, que funcionan como mediadores de esta interacción violenta, impiden a los acosadores sentir piedad por la víctima: “uno en el cara a cara puede ver el impacto en el otro, por lo tanto se puede despertar la empatía. En el ciberbullying, no”, explicó la profesional.
También comentó que las redes sociales “funcionan como mecanismo de aprobación y del sentido de pertenencia”, tan buscado por los adolescentes, quienes se frustran cuando no reciben el reconocimiento de sus pares.
Gisela Rugna insistió en la importancia del diálogo familiar para combatir el bullying.
Stickers de WhatsApp
Una de las formas actuales de ejercer ciberbullying es mediante stickers. Es común que los infantes compartan grupos de WhatsApp con sus compañeros, en donde se extienden los mecanismos de violencia que funcionan en el aula.
Los niños suelen utilizar fotos de sus compañeros para crear estas “pegatinas” con el objetivo enviárselos entre sí y reírse: “normalmente suele suceder que te toman una foto sin tu un consentimiento, y a esa foto la hacen stickers. Si bien es porque da gracia, es para ridiculizar”, explicó Rugna. Esta práctica, afirma la psicóloga, ayuda a la normalización del ridículo.
Por otra parte, una situación aún más preocupante reside en que los infantes suelen enviarse entre sí contenido altamente inapropiado para su edad. Muchos de estos stickers incluyen contenido sexual, violaciones y pedofilia, así como fotos y videos de violencia explícita, muerte y suicidio. Gisela Rugna advirtió que se trata de contenido traumático, y la mente de un niño no está preparada para verlo.
Mediante estos comportamientos se cruza el límite entre lo que está bien y lo que está mal. Consumir este tipo de imágenes y videos afecta a su subjetividad y naturaliza la violencia: “terminamos creyendo que algo como una violación es algo gracioso”, consideró la profesional, e invitó a reflexionar “qué pasa con esa otra persona la que le hicieron ese sticker, si esa persona está bien, está mal, está de acuerdo o no”.
En este sentido, Rugna aseguró que está probado el impacto negativo de las tecnologías en las infancias. La interacción mediante internet los desconecta y desvincula: “hay cada vez menos conexión con con el resto”, indicó. “Por eso es importantísimo que tanto la escuela como la familia puedan tener herramientas, no le tengan miedo a las tecnologías y se puedan capacitar en estos temas para poder acompañarlos” señaló.
Gisela Rugna enfatizó la necesidad de formación continua para manejar el bullying.
El rol de los padres
Para tratar esta situación, la psicóloga recomendó a los adultos responsables motivar a que el hogar sea un lugar en el que los niños se sientan cómodos para hablar: “Nosotros al verlo por nuestra óptica y minimizar su sentir, terminamos generando que no seamos un lugar seguro”, advirtió.
“Muchas veces, como el clima familiar está tenso, y yo veo que mamá y papá están con problemas económicos, con problemas familiares, termino protegiéndolos y evito decirles para no preocuparlos”, ejemplificó Rugna.
En este sentido, la mejor forma de actuar cuando nuestro hijo sufre de bullying es mantener la calma, evitar los juicios y formar equipo con la institución educativa. Es importante no callar y explicarle a la víctima que la situación va a a ser tratada entre adultos: “Hay una gran diferencia entre la confidencialidad y guardar silencio, porque normalmente ellos te piden que por favor no digas nada”, distinguió.
Por otra parte, es importante que los padres también se involucren cuando su hijo es el hostigador. En este caso, la psicóloga aconsejó hacerle comprender la situación al niño, para que pueda reconocer su actuar: “Si nosotros vamos al ataque ellos van a sentir que por culpa del compañero tienen problemas en casa” explicó, “logrando que esto después lo hagan en silencio y se vuelva a repetir”.
De esta manera, es necesario que el niño logre entender por qué su conducta ha lastimado a otra persona, para que pueda generar empatía. Rugna explicó que la toma de conciencia sobre su actuar lo ayudará a reparar la situación por sus propios medios.
El rol de los adultos es de vital importancia para proteger el bienestar emocional de las infancias. La generación de espacios de comunicación seguros y confidenciales son importantes para que los chicos se sientan protegidos y escuchados.