Por Marisol Barreiro *
Descubrí cómo el invierno puede afectar tu bienestar emocional y físico, y encontrá en esta nota estrategias efectivas para contrarrestar los efectos negativos de la temporada fría.
Por Marisol Barreiro *
El invierno puede afectar la vida cotidiana y la calidad de vida de algunas personas. Los días fríos, el viento y la lluvia pueden impactar en el estado de ánimo y se sabe que este clima retrasa el metabolismo y, por lo tanto, tiende a bajar la energía. Asimismo, la falta de luz solar provoca falta de vitamina D por la escasa exposición al sol.
El trastorno afectivo estacional (TAE) es un ejemplo claro de cómo el clima invernal puede afectar la salud mental. Las personas que experimentan TAE generalmente muestran una serie de síntomas consistentes con la depresión, que ocurren durante los mismos meses cada año. Estos síntomas incluyen la falta de energía, cambios en los patrones de sueño, aumento de peso debido a antojos de carbohidratos y una sensación general de tristeza o apatía
Un ejemplo vívido de este fenómeno se observa en las regiones nórdicas, donde los inviernos son particularmente oscuros y fríos. En lugares como Noruega, Suecia o Finlandia, donde la luz solar escasea durante los meses invernales, los índices de trastornos afectivos estacionales y otros problemas de salud mental relacionados con el clima son más pronunciados. La falta de exposición a la luz solar puede afectar negativamente la producción de vitamina D en el cuerpo, lo que a su vez puede tener ramificaciones para la salud ósea y el sistema inmunológico.
El cambio en la rutina diaria es notable en esta temporada. Muchas personas tienden a renunciar o retrasar actividades que normalmente disfrutan. Las caminatas al aire libre, las clases de ejercicio, las reuniones sociales e incluso las salidas a lugares que generan alegría pueden verse comprometidas debido a las inclemencias del tiempo. La falta de actividad física y la tendencia a quedarse en casa pueden contribuir a un aumento en la sensación de aislamiento y una disminución de la interacción social. Esto puede ser especialmente difícil para las personas que ya enfrentan desafíos en términos de salud mental.
Si bien se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional, algunos de los posibles factores incluyen los siguientes:
El reloj biológico (ritmos circadianos). La reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede provocar la alteración del reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión.
Niveles de serotonina. La reducción de la luz solar puede provocar una caída en los niveles de serotonina y esto, a su vez, puede provocar depresión. La serotonina es una sustancia química cerebral (neurotrasmisor) que afecta el estado de ánimo.
Niveles de melatonina. El cambio de estación puede alterar el equilibrio de los niveles de melatonina del cuerpo, una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado de ánimo.
En términos de abordaje y prevención, existen varias estrategias que pueden ayudar a mitigar los efectos negativos del invierno en la salud mental y el bienestar general. La terapia lumínica, por ejemplo, ha demostrado ser efectiva en el tratamiento del TAE al simular la luz solar y ayudar a regular los ritmos circadianos. Además, la psicoterapia puede proporcionar herramientas para manejar los síntomas y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables.
No subestimemos la importancia de mantener un estilo de vida saludable durante el invierno. Exponerse a la luz natural siempre que sea posible, incluso en días nublados, puede tener un impacto positivo en el estado de ánimo. Aprovechar los momentos soleados para dar paseos al aire libre, visitar parques o realizar actividades recreativas puede marcar una diferencia significativa en el bienestar emocional.
En cuanto a la dieta, es fundamental mantener un equilibrio nutricional adecuado. Si bien es comprensible que los antojos de carbohidratos sean comunes, es importante incorporar alimentos ricos en nutrientes y mantener un control en la ingesta calórica. Consultar a un profesional de la salud o un dietista puede brindar orientación personalizada para una alimentación saludable durante el invierno.
Es fundamental el poder del ejercicio físico en la mejora del estado de ánimo y la reducción del estrés. A pesar de las condiciones climáticas, buscar alternativas para mantenerse activo, ya sea en casa o en un gimnasio, puede tener un impacto positivo en la salud mental. Establecer una rutina regular de ejercicio puede ser una herramienta valiosa para enfrentar los desafíos emocionales del invierno.
Finalmente, es crucial recordar que cada individuo puede experimentar el invierno de manera única. Algunas personas pueden adaptarse mejor a las condiciones climáticas cambiantes, mientras que otras pueden verse más afectadas. La autocompasión y la atención plena son aspectos importantes para mantener una perspectiva equilibrada y abordar cualquier desafío emocional que pueda surgir.
En resumen, el invierno puede ejercer un impacto significativo nuestra vida cotidiana y la calidad de esta. Sin embargo, reconocer los desafíos específicos que presenta esta temporada y adoptar estrategias proactivas para cuidar la salud mental y física puede marcar una diferencia sustancial en cómo enfrentamos estos meses.
En cuanto a la dieta, es fundamental mantener un equilibrio nutricional adecuado. Si bien es comprensible que los antojos de carbohidratos sean comunes, es importante incorporar alimentos ricos en nutrientes y mantener un control en la ingesta calórica.
*Neuropsicóloga (MN 45683 | MP 73453)