Por Verónica Dobronich
Por Verónica Dobronich
El kintsugi (金継ぎ) es una antigua técnica japonesa de reparación de cerámica que consiste en utilizar laca mezclada con polvo de oro, plata o platino para reconstruir piezas rotas. En lugar de esconder las grietas, esta técnica las resalta, transformando las marcas de ruptura en bellos trazos dorados. La filosofía detrás del kintsugi no solo aboga por aceptar los daños y las imperfecciones, sino también por celebrarlos como parte de la historia única de cada objeto.
La práctica del kintsugi se remonta a finales del siglo XV. Se dice que el shogun japonés Ashikaga Yoshimasa envió un tazón roto a China para que fuera reparado, pero el resultado, realizado con grapas de metal, lo decepcionó. Fue entonces cuando artesanos japoneses desarrollaron una técnica alternativa, que no solo restauraba la funcionalidad de las piezas, sino que las embellecía en el proceso.
Así nació el kintsugi, que rápidamente se convirtió en una técnica muy valorada, hasta el punto de que algunos coleccionistas incluso rompían deliberadamente su cerámica para tener una pieza reparada con este método.
El kintsugi está estrechamente relacionado con la filosofía japonesa de wabi-sabi, que ve la belleza en la imperfección, la transitoriedad y la naturaleza incompleta de las cosas. A diferencia de las culturas que valoran lo nuevo y buscan ocultar o reemplazar lo dañado, el kintsugi invita a aceptar que las grietas, roturas y cicatrices son parte integral de la historia de un objeto, y de alguna manera lo enriquecen.
Este arte también es un símbolo de resiliencia: así como un objeto roto puede ser reparado y embellecido, las personas pueden sanar y encontrar significado en sus propias heridas. En lugar de ocultar o sentir vergüenza por las cicatrices, el kintsugi enseña que podemos aceptarlas y enorgullecernos de ellas, reconociendo su papel en nuestra transformación personal.
El proceso del Kintsugi
• Recogida de fragmentos: Una vez que un objeto se rompe, se reúnen todos los pedazos cuidadosamente. Este primer paso simboliza la aceptación de la ruptura.
• Limpieza y preparación: Las piezas se limpian y se alisan para prepararlas para la reparación.
• Aplicación de laca: La laca es una resina especial que se mezcla con polvo de oro, plata o platino. Al unir los fragmentos, las grietas se transforman en líneas doradas visibles.
• Secado y pulido: El proceso de secado puede ser largo, ya que la laca requiere de un tiempo específico para secarse y adherirse completamente a la superficie. Al finalizar, el objeto se pule cuidadosamente para resaltar el brillo de las líneas doradas.
La metáfora del kintsugi se ha vuelto popular en la psicología y en el desarrollo personal. Muchas personas encuentran en este arte una poderosa inspiración para sanar sus propias heridas emocionales y físicas. En lugar de ocultar sus experiencias de dolor y fracaso, el kintsugi nos anima a reconocerlas como parte de nuestro crecimiento. Esta aceptación profunda permite ver que, al igual que los objetos de cerámica, nosotros también podemos volver a unirnos y encontrar belleza en nuestras cicatrices.
El kintsugi no solo es un arte de reparación, sino una forma de ver la vida. Nos invita a abrazar la imperfección y encontrar valor en las marcas que dejamos al vivir. En un mundo que tiende a desechar lo dañado, el kintsugi nos recuerda que hay belleza en cada cicatriz y cada historia. Reconociendo y celebrando nuestras propias "grietas doradas", descubrimos una nueva forma de resiliencia y aceptación que embellece nuestra vida, haciéndonos únicos y completos.