En las últimas temporadas, hemos observado varias microtendencias que han captado nuestra atención: desde la falda micro mini hasta el vestido negro cut-out de Maddy en Euphoria, así como los chokers adornados con flores.
Plataformas como TikTok han dado origen a fenómenos que emergen y desaparecen rápidamente, transformando el consumo y la cultura de manera sin precedentes.
En las últimas temporadas, hemos observado varias microtendencias que han captado nuestra atención: desde la falda micro mini hasta el vestido negro cut-out de Maddy en Euphoria, así como los chokers adornados con flores.
Antes de la pandemia y la explosión de TikTok, las tendencias solían emerger de las pasarelas, enriquecidas por pequeños matices culturales en su camino hacia la adopción generalizada. ¿Cómo ha cambiado esto ahora que la moda encuentra nuevas raíces en una generación incesantemente conectada a internet?
Las redes sociales han revolucionado la velocidad a la que evolucionan las tendencias. Antes, un ciclo típico de tendencia podía durar entre 5 y 10 años, siendo impulsado por figuras públicas como cantantes, actrices y modelos.
Sin embargo, hoy en día, las tendencias pueden surgir y desaparecer en cuestión de semanas, impulsadas no solo por celebridades, sino también por influencers y cualquier persona con una presencia significativa en las redes sociales que pueda alcanzar a una audiencia específica. Estas tendencias fugaces se conocen como microtendencias.
De esta manera, experimentan un rápido pico de popularidad antes de desvanecerse con la misma rapidez. Suelen surgir de manera espontánea en plataformas como TikTok, donde creadores populares las catapultan al estrellato en un abrir y cerrar de ojos, llenando las secciones de "Para ti" de los usuarios. Sin embargo, su vida útil puede ser efímera, a menudo desapareciendo del radar en cuestión de semanas.
El problema surge cuando las grandes cadenas de moda rápida, capitalizan estas microtendencias, convirtiéndolas en productos fácilmente accesibles y perpetuando un ciclo de consumo excesivo. Esto a menudo se traduce en prácticas de producción poco éticas, utilizando materiales de baja calidad y, en algunos casos, incluso contaminantes.
En respuesta a este fenómeno, algunos creadores de contenido han comenzado a practicar el "desinfluenciamiento" o a realizar anti-hauls, donde desaconsejan productos y explican por qué no valen la pena comprarlos. Este movimiento critica el consumismo desenfrenado y busca fomentar una reflexión más profunda sobre las decisiones de compra basadas en lo que realmente se necesita, en lugar de en la presión de las tendencias populares.
Si bien las plataformas han democratizado el acceso a diferentes estilos estéticos, facilitando la personalización del vestuario según los gustos individuales, es crucial reflexionar sobre el motivo detrás de cada compra. Adoptar decisiones de compra informadas, basadas en lo que realmente nos favorece y necesitamos, debería ser el principio rector, en lugar de simplemente seguir la corriente de las últimas modas efímeras.