Por Verónica Dobronich
Por Verónica Dobronich
La salud mental, al igual que la salud física, es esencial para vivir una vida plena y equilibrada. Sin embargo, durante mucho tiempo, las enfermedades mentales han sido un tema tabú, envueltas en estigmas que hacen que muchas personas sientan vergüenza de hablar sobre ellas.
Esto ha creado barreras que dificultan el acceso al tratamiento y el apoyo necesario. Es crucial romper con estos prejuicios y empezar a normalizar las conversaciones sobre la salud mental.
En diversas culturas, hablar sobre la salud mental sigue siendo un acto cargado de estigmas. Muchas personas sienten que no pueden hablar abiertamente sobre sus problemas emocionales, ya que se asocia con debilidad, inestabilidad o incluso fracaso. Esto impide que aquellos que necesitan ayuda busquen apoyo profesional, lo que puede llevar a consecuencias graves, como el aislamiento, la angustia y la perpetuación de los trastornos mentales.
Cuando se trata de salud mental, se suelen escuchar frases como “estás así porque quieres” o “todos tenemos problemas, ¿por qué no puedes simplemente superarlo?”. Estos comentarios, lejos de ser constructivos, solo profundizan la vergüenza y el miedo. La realidad es que las enfermedades mentales no se eligen ni se pueden superar por voluntad propia sin el apoyo adecuado.
En mi propia vida, la salud mental ha jugado un papel crucial, algo que compartí recientemente en mi charla TED. Desde muy joven, experimenté una serie de luchas emocionales, como la ansiedad, la melancolía y, más tarde, la depresión. Durante muchos años, me vi atrapada en la creencia de que debía manejar todo por mi cuenta, de que no debía hablar de lo que sentía. Esa actitud me llevó a momentos de mucha oscuridad, incluyendo una etapa de autolesiones y pensamientos suicidas.
No fue hasta que busqué ayuda profesional, enfrentándome al miedo y al estigma, que comencé mi camino hacia la recuperación. Fue a los 41 años, en plena pandemia, cuando finalmente entendí que la tristeza, la angustia y la ansiedad son señales que deben ser escuchadas. Aprendí que la depresión es una enfermedad “invisible” para muchos, pero que, con el apoyo adecuado, podemos superarla.
Es fundamental que las conversaciones sobre salud mental se conviertan en algo tan natural como hablar sobre un resfriado o un dolor de cabeza. La salud emocional y psicológica es parte integral de nuestro bienestar y debería ser cuidada con el mismo nivel de importancia que la salud física. No debemos esperar a tocar fondo para buscar ayuda; al igual que con cualquier enfermedad, los tratamientos son más efectivos cuando se inician temprano.
Hablar abiertamente sobre nuestros desafíos emocionales puede inspirar a otros a hacer lo mismo. En mi charla TED, mencioné que la depresión no se cura ignorándola ni tapándola con logros externos, como lo hice yo durante muchos años. Hablar de lo que nos sucede, pedir ayuda y aceptar que necesitamos cuidados emocionales son actos de valentía, no de debilidad.
Cuando las personas comienzan a compartir sus experiencias, como lo hice yo en mi charla, se crea un entorno de empatía, comprensión y apoyo. Los testimonios de personas reales que han pasado por problemas similares pueden ayudar a que otros se den cuenta de que no están solos en su sufrimiento, y que pedir ayuda no solo es aceptable, sino necesario.
La apertura de figuras públicas sobre sus luchas con la salud mental también ha sido fundamental para romper el estigma. Personas como Lady Gaga, Dwayne “The Rock” Johnson y el príncipe Harry han hablado abiertamente sobre cómo enfrentaron la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático. Al compartir sus historias, muestran que la salud mental no discrimina y que pedir ayuda es un paso hacia la sanación, no un signo de debilidad.
Sus testimonios contribuyen a normalizar las conversaciones sobre estos temas y ayudan a que las personas entiendan que nadie está exento de enfrentar dificultades emocionales, independientemente de su éxito o estatus.
Es vital que comprendamos que la salud mental debe ser una prioridad, igual que lo es la salud física. Al cuidar de nuestro cuerpo con ejercicio, nutrición adecuada y descanso, también debemos cuidar nuestra mente. Practicar el autocuidado emocional, buscar ayuda cuando la necesitamos y rodearnos de personas que nos apoyen son acciones fundamentales para mantener un equilibrio emocional y prevenir trastornos más graves.
Debemos cambiar la mentalidad de que buscar apoyo psicológico es algo reservado para “casos extremos”. Cada uno de nosotros puede necesitarlo en algún momento, ya sea para gestionar el estrés, la ansiedad o simplemente para tener un espacio donde reflexionar sobre nuestras emociones.
Romper el estigma de la salud mental es esencial para crear una sociedad más inclusiva, empática y consciente. Hablar de lo que sentimos, pedir ayuda y cuidar de nuestra salud mental debe ser tan natural como cualquier otro cuidado personal. Si no hablamos sobre nuestros problemas emocionales, corremos el riesgo de cargarlos en silencio hasta que se conviertan en algo mucho más difícil de manejar.
Mi experiencia personal me ha enseñado que la tristeza, la angustia y la ansiedad no son señales de debilidad, sino oportunidades para aprender, sanar y crecer. Al compartir nuestras historias y normalizar las conversaciones sobre salud mental, podemos ayudar a otros a entender que pedir ayuda no solo es válido, sino necesario para vivir una vida plena y saludable, tanto física como emocionalmente.
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