Hace 167 años, en nuestra ciudad, terminaba su trabajo el Congreso General Constituyente que le iba a dar nacimiento al Estado Nacional Argentino. Aquella sanción marcó el destino de Santa Fe que, posteriormente, fue sede de las convenciones de 1860, 1866, 1957 y, finalmente, la reforma de 1994 que tan presente se encuentra en los santafesinos y las santafesinas. Es importante mencionar también que, por primera vez, nuestra ciudad es sede oficial de la conmemoración por el Día de la Constitución Nacional, y lo seguirá siendo porque así lo dispuso la Ley Nº 27526, que fue una iniciativa legislativa de nuestro actual gobernador, Omar Perotti.
Mucho camino se ha recorrido desde aquel momento. Un derrotero atravesado por interrupciones de orden institucional y recuperaciones de la democracia que eran portadoras de nuevas esperanzas. Hasta que por fin, definitivamente, en 1983 recobramos, de una vez y para siempre, el sendero y la guía de nuestra Constitución.
Sin embargo, en una fecha conmemorativa como la de hoy, elijo reflexionar sobre proyecciones y no sobre retrospecciones. Claro que esto último es muy importante, pero la historia es más o menos conocida por todos y estas pocas líneas las prefiero aprovechar para mirar hacia adelante. En especial, hacia el futuro de los derechos económicos, sociales y culturales que son los que quieren dar respuesta a las necesidades de una existencia digna y de la relación con los otros, como dice el santafesino Horacio Rosatti, uno que de la Constitución sabe y mucho.
Me estoy refiriendo, para ser más preciso, a esos derechos que deben asegurarnos un nivel de vida adecuado; la alimentación suficiente y sana; la vivienda digna; el agua potable; saneamiento; a la educación gratuita; a la salud; al trabajo; a la seguridad social y a la protección familiar. Estos derechos, además, no pueden ser vulnerados. Debemos estar comprometidos a impedir que otros los quebranten. Y debe ser un mandato especial para quienes desarrollamos la vocación política, y nos encontramos ocupando responsabilidades institucionales, el tomar las medidas necesarias para hacerlos efectivos, tangibles y reales.
La Argentina tiene una deuda social muy grande, principalmente con la niñez. La Provincia de Santa Fe no escapa a esta triste verdad. Este es uno de los principales desafíos que debemos asumir y, para hacerlo, no deben existir reparos en reconocer lo que falta, lo que está mal. Si todos nos hacemos la pregunta: ¿podemos ser un país, o una provincia, donde el progreso y la justicia puedan ser una realidad?; cuando existen miles de niños y niñas que no tienen un plato de comida, o una vivienda digna, o vestimenta. En definitiva, una niñez que no tiene reconocidos y garantizados los derechos económicos, sociales y culturales. ¿Podremos lograr un desarrollo de bienestar en esas condiciones? Mi respuesta es que no, y arriesgo que la de cualquiera que esté leyendo esto será la misma.
Si todos somos conscientes de eso, ¿podemos seguir viviendo en la cultura del egoísmo? ¿Podemos seguir viviendo la cultura del descarte, de la que tanto nos advierte el Papa Francisco? La verdad, para ser coherentes, la única respuesta debería ser no.
Y yo quiero ser coherente en mi vida. Le quiero dar ese ejemplo a mis hijos. Y estoy seguro de que la mayoría de los santafesinos también. Por eso esta reflexión está dirigida a replantearnos, entre todos, no sólo hacia dónde vamos y cómo vamos, sino de qué manera. Hoy la Constitución Nacional puede ser observada, cuestionada, pero no con recelo, aún a riesgo de perder su encanto.
El desafío institucional, social y político que nos depara el futuro es perder la desconfianza o, mejor aún, ganar la confianza y tener el valor para, de una vez y para siempre, entre todos, crear un programa constitucional a partir de la realización de los derechos económicos, sociales y culturales. Que sea esa política de estado la que nos permita lograr el objetivo de “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Ignacio Martínez Kerz, Secretario de Prácticas Sociocomunitarias - Ministerio de Desarrollo Social